El Chavismo De Maduro

Simón Bolívar fue un miembro destacado de las filas del ejército venezolano a principios del siglo XIX. Se consolidó como el ícono combativo que luchaba por la emancipación americana. Uno de los principales motivos que lo llevó a liderar una revolución, fue la creación de una confederación americana tanto en el ámbito político, como en el militar. Actualmente, el bolivarianismo se ha desarrollado como un pensamiento político consolidado. Su doctrina contemporánea se rige bajo cuatro aristas: La revolución anti imperialista; la revolución democrática burguesa; la contrarrevolución neoliberal y, finalmente, la pretensión de llegar a una sociedad socialista en el siglo XXI. Existe una gama de países en Latinoamérica que velan por seguir la línea que Bolívar inspiró hace dos siglos y que denotan influencia bajo las aristas previamente mencionadas. Entre ellos, probablemente el más destacado, y líder de la revolución en la zona, es la República Bolivariana de Venezuela, presidida, hasta hace poco tiempo, por el fallecido comandante Hugo Chávez.

“El neoliberalismo está en crisis y vuelven a instalarse los grandes debates sobre el socialismo. Hugo Chávez, en Venezuela, invita a este debate proclamando públicamente el nacimiento continental del socialismo del siglo XXI”. (1)

El 5 de marzo del 2013, Hugo Chávez murió. Sin embargo, lo que afirma una mayoría del pueblo venezolano, es que el legado del ex Presidente sigue y seguirá intacto. Durante su mandato, Chávez se asumió como marxista y agregó: “asumo el cristianismo y el bolivarianismo y el sandinismo y el martianismo y el sucrismo y el mirandismo” (2); haciendo alusión a líderes latinoamericanos promotores del proceso de emancipación anti imperialista. Se refirió al marxismo como la “teoría más avanzada en la interpretación científica de la historia”. Dentro de sus principales pretensiones siempre estuvo el erradicar el estado burgués de la realidad, tanto venezolana como latinoamericana.

Al carecer de presencia física, la misión de Chávez debía continuar teniendo una cabeza. Mientras seguía siendo mandatario de Venezuela, y en un hipotético caso de que a él le pasara algo, señaló a Nicolás Maduro, ex vicepresidente de Chávez, como su sucesor natural.

El 14 de abril del año pasado se llevaron a cabo los comicios electorales en Venezuela para definir quién sería el sucesor de Hugo Chávez. Con una ventaja considerable de cerca de 15 puntos en las encuestas, se estipulaba que Nicolás Maduro sería electo Presidente en desmedro de la carta opositora, Henrique Capriles. Si bien Maduro había declarado que su intención era reivindicar el legado de Chávez, la pregunta surgió al cuestionarse, cuán capaz sería el sucesor de Chávez, de proseguir la ruta hacia la revolución bolivariana, o considerando la exigencia, si sería capaz de radicalizar este proceso.

Nicolás Maduro se ha mostrado como el heredero político del chavismo pero con matices. Es un hecho que el ex sindicalista no cuenta con el carisma de Chávez. Es otro hecho que, para capitalizar un nuevo gobierno oficialista, Maduro tiene que recurrir a la imagen del Chávez carismático, anti imperialista y, por sobretodo, anti estadounidense. El mensaje en contra de Norteamérica es popular en Venezuela, Chávez logró que tal cosa ocurriera. No obstante, y si bien ha tenido que recurrir a ello como medio de campaña política, Maduro ha mostrado mayor fragilidad ante las políticas estadounidenses. Está dentro de las posibilidades, luego de triunfar en los comicios, que el heredero de Chávez esté flexibilizando las políticas que se llevan con Estados Unidos.

Maduro es de conducta tranquila. Así lo reflejan las opiniones vertidas al interior del oficialismo, que lo señalan como uno de los personajes menos radicales.

A su vez, surgió un factor sumamente trascendente a la hora de suceder a Chávez, que es el hecho de que quien asumiera el puesto del fallecido comandante, no sólo tiene que llevar a cuestas una mochila con el peso de la continuidad del socialismo venezolano, sino que también la del liderazgo latinoamericano de izquierda. El hecho de que Maduro tenga que asumir el liderazgo en la región no se debe particularmente a su personalidad, sino a las condiciones económicas con las que cuenta el país que preside. Según el politólogo y escritor peruano, Álvaro Vargas Llosa, “los otros potenciales sucesores de Chávez fuera de Venezuela tienen recursos naturales, pero a una escala que no les hace posible una diplomacia generosa. El Ecuador de Correa produce cinco veces menos petróleo que Venezuela” (3).

Un aspecto importante a considerar, es el carácter militarista de Maduro. Este marca la pauta en lo que podría ser, implícitamente, el desarrollo de un nuevo líder pro socialista latinoamericano. En eso no se aleja de Chávez. Esto lo conlleva, de manera directa a tomar la batuta en la carrera invisible por dirigir el cordón izquierdista del continente.

No obstante a lo anterior, el discurso de Maduro es incuestionablemente más moderado que el del ex líder venezolano. Así mismo lo afirman fuentes de gobierno chileno, como el ex canciller Alfredo Moreno. El ex ministro de Relaciones Exteriores afirmó que Maduro “es una persona con la que es muy fácil trabajar, con la que se puede llegar a un acuerdo y sabe que se va a cumplir” (4). Eso es un fiel reflejo de la incapacidad del Presidente de la República de Venezuela, de seguir al pie de la letra la revolución socialista

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