El Construismo
Enviado por mileydys • 10 de Abril de 2015 • 1.922 Palabras (8 Páginas) • 360 Visitas
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Importancia de la etapa infantil (0 a 6 años de edad) en el desarrollo integral de la personalidad
Enviado por fiorelcr
2/6/2011
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IMPORTANCIA DE LA ETAPA INFANTIL (0 A 6 AÑOS DE EDAD) EN EL DESARROLLO INTEGRAL DE LA PERSONALIDAD
Personalidad: Modo habitual y propio de responder a situaciones diversas en virtud de la especial estructuración de las características individuales (condiciones genéticas y ambientales)
La etapa infantil es muy importante en la escolaridad. De los 3 años a los 5, estamos dentro de lo que se llama educación inicial, que como su nombre lo indica es el comienzo del aprendizaje en el infante fuera del ámbito de su familia. El niño sale de su ámbito familiar para ir a un Jardín de infantes, en el que comienza a interactuar y relacionarse, primero con su maestra y a partir de su guía y enseñanza, con otros niños de su edad, sus pares. O sea que inicia su socialización. También sus primeros pasos en el conocimiento de distintas nociones intelectuales, literarias, musicales, etc, que le permitirán poco a poco incorporar nuevos conocimientos a los que ya aprendió en su hogar.
Los comportamientos de los infantes, es una de los patrones de estudio ó centros de concentración de la investigación para satisfacer las necesidades e intereses de los mismos de manera pertinente y con coherencia.
Muchos de los comportamientos se adquieren de manera inconscientes y otros muy normales, con solo hecho de experimentar nuevas interacciones con el medio los niños y las niñas se comportan de una manera indebida a la idea de los adultos.
Ciertos casos han existidos en los que los comportamientos son
mecánicos, es decir, el niño ó la niña no controlan, en este caso el comportamiento será tratado por personas especializada en el tema, pueda que los pedagogos infantiles sepan llevar a cabo la solución de los problemas en el infante.
El niño cuando nace depende de las ayudas que le prestan los demás. En un primer momento no diferencia su yo del entorno que le rodea, pero la satisfacción de sus necesidades básicas (alimentación, protección, actividad lúdica,...) le motivan para su integración en el grupo social donde nace, y le llevan al descubrimiento de “los otros” antes que al descubrimiento de sí mismo.
Este procedimiento se inicia en la familia, donde establece sus necesidades y aprende una serie de conductas sociales; el vínculo afectivo básico es el “apego” (lo desarrollaré en el siguiente punto). Más tarde, la propia familia seleccionará y decidirá la apertura a otros contextos (personas, guardería, escuela,...), iniciándose las relaciones con los iguales.
Al principio las interacciones apenas se producen, y luego son diádicas (pareja formada por 2 individuos en estrecha relación), en unos primeros momentos basadas en los objetos. Posteriormente se van abriendo paso las actividades asociativas de colaboración y juego social y las relaciones dejan de ser diádicas para pasar a ser grupales.
El vínculo afectivo básico que caracteriza las relaciones que el niño establece con sus compañeros es la “amistad”.
Respecto al entorno familiar, el apego es el vehículo afectivo
básico que establece el niño con las personas más próximas. Para Félix López “el apego es un vínculo afectivo que establece el niño con las personas que interactúan con él, estando caracterizado por determinadas conductas, representaciones mentales y sentimientos”.
• Las conductas que pone de manifiesto el niño son muy variadas (llamadas, contacto íntimo, seguimiento perceptivo y motor...) y dependen de numerosos factores (la persona con quien establece la relación, la situación, el estado del niño, su nivel de desarrollo).
• Los contenidos de las representaciones mentales se refieren sobre todo al grado de accesibilidad e incondicionalidad respecto a la figura de apego. La construcción de este modelo está en base a las experiencias de relación, interpretadas por el propio niño, quien también está influido por lo que los demás le transmiten.
• Los sentimientos asociados a la figura de apego son de diverso tipo (seguridad, bienestar, placer, ansiedad) según se den situaciones de proximidad y contacto o separación.
A lo largo de los dos primeros años de vida, el vínculo de apego se consolida y enriquece, las interacciones se van haciendo menos asimétricas y más cargadas de relaciones sociales. Se desarrollan las capacidades lingüísticas y mentales, y la autonomía motora, ampliando su entorno físico y social. El niño, va tomando conciencia de las relaciones entre los diferentes miembros de la familia.
Las relaciones con los hermanos influyen en el proceso de socialización del
niño. Pepler Carter y otros realizaron en los años ’80 un estudio sobre las mismas teniendo en cuenta distintos aspectos y conductas:
• Entre hermanos del mismo sexo se imitan comportamientos y tienen una relación más cálida que entre hermanos de distinto sexo.
• Las hermanas mayores suelen adoptar posturas más demostrativas de atención con sus hermanos más pequeños.
• En familias con muchos hijos, los pequeños reciben más ayuda y tolerancia de los hermanos mayores que en familias con pocos hijos.
• El orden de nacimiento influye en la personalidad del niño, los primogénitos están más orientados hacia los adultos y son más responsables, en parte porque se les anima a cuidar a los hermanos más pequeños.
Por último, en un ámbito familiar amplio (padres, abuelos, tíos, primos,...) las posibilidades de desarrollo de la socialización son más ricas y complejas que en un contexto reducido.
Las relaciones con los iguales comienzan al primer año de vida. Son diádicas y tienen a los objetos como vehículos de interacción social. Osterrieth establece 4 etapas:
1) Actividad esencialmente solitaria: el bebé presta muy poca atención a sus compañeros y los trata como objetos.
2) Juego paralelo: aparece sobre los 3 años. Los niños se buscan y quieren estar juntos aunque cada uno desarrolla su actividad particular.
3) Juego asociativo: hacia los 5 años el grupo
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