El Contexto De Asia Y Europa
Enviado por richardcortes • 9 de Junio de 2013 • 1.687 Palabras (7 Páginas) • 4.296 Visitas
Memorias de la memoria (En Europa y Japón)
Quizás no sea equivocado afirmar que mientras más intenso es el impacto que una cultura ejerce sobre nosotros, mayor es el interés que sentimos por indagar en su pasado y más profundamente tenemos que cavar en los estratos del tiempo para buscar la raíz de su poderosa influencia. He dicho intenso y no poderoso, porque muchas veces en la historia ha sucedido que la pujanza de comunidades y sociedades más “jóvenes” ha logrado descentrar a imperios con milenios de historia socio-cultural. Por otra parte, de la misma manera que “mover” no es lo mismo que “conmover”, una cosa es el impacto que primero nos derriba y después nos aplasta, y otra muy distinta el que penetra en lo más hondo de nosotros y de tal manera nos estremece que nos hace despertar a nuestra mayoridad como sujetos, la cual, en términos kantianos, no se define ni por la edad cronológica, ni por la biológica, sino por la capacidad que tenemos o no de servirnos de nuestro entendimiento sin la guía de los otros.
Y aunque no es menos cierto que esa comprensión de mayoría de edad fue formulada en los marcos de una Ilustración que, como hija legítima de su época, tendía a reducir la conciencia al conocimiento y la autoconciencia al autoconocimiento; si nos abstraemos provisionalmente de otros aspectos de la conciencia y la autoconciencia como pueden ser la capacidad valorativa, proyectiva o comunicativa (o respectivamente, de autovaloración, de autoproyección y de autocomunicación) y nos concentramos por lo pronto en su dimensión específicamente cognoscitiva sin sobreestimar su alcance y posibilidades, acaso sea permisible considerar que en el desenvolvimiento cultural de las naciones y los individuos, y en el despliegue de su capacidad de acción, influencia e impacto, un papel muy particular corresponde a la conformación de su propio conocimiento y pensamiento independiente, y en estrecha relación con ello, a la sistematización de su saber.
Pero un papel no menos importante en ese proceso histórico es el que le corresponde al ejercicio e integración de su memoria tanto individual como colectiva. Y es que la especial preocupación por el mantenimiento y mejoramiento de la memoria parece acompañar desde los orígenes al proceso de conformación de la conciencia y la autoconciencia de pueblos y naciones, y su estudio quedaría siempre incompleto si no profundizara hasta el nivel de la conciencia y la autoconciencia individual de sus integrantes, porque en buena medida son ellos los portadores de su memoria viva, y en la suposición de que, desde tiempos inmemoriales, la memoria a largo plazo de los individuos ha funcionado precisamente como la memoria a corto plazo de los pueblos, acaso haya algo más que una mera analogía o un caprichoso juego de palabras.
Frances Yates
La obsesión por la memoria tiene en nuestras culturas una larga historia, desde Simónides hasta “Johnny Mnemonic”, y en 1966, la historiadora inglesa Frances Yates (1899-1981) publicaba un hermoso libro titulado The Art of Memory que compilaba con primor y sistémica meticulosidad las principales “memorias” de nuestra memoria.
En nuestros días la mnemotecnia es también, por muchas razones, una preocupación diaria para los japoneses, y en primer lugar, para los jóvenes estudiantes, quienes se enfrentan a difíciles exámenes que ponen a prueba su capacidad tanto de memorizar como de resistirse a la corriente que les amenaza con arrastrarlos primero al desempleo y, después, al olvido. En Youtube son numerosísimos los enlaces dedicados al ejercicio del kiokujutsu (記憶術), pero Japón cuenta de antaño con su propio arte de la memoria, cuya historia es también allí más vieja que el recuerdo.
Abramos, pues, su libro y hojeemos a nuestro antojo algunas de sus páginas.
El testimonio más antiguo referente a un japonés dotado de una gran memoria es acaso el que aparece en el prefacio del Kojiki (古事記), donde se menciona a un sirviente del emperador Tenmu (?-686) de unos 28 años y de nombre Hieda-no-Are (稗田阿礼), quien tenía la capacidad de retener con asombrosa precisión todo lo que veía o escuchaba. Al parecer, en el año 771 el emperador Guenmei (661-721) ordenó a Ō-no-Yasumaru (太安万呂) (?-723) que recogiera por escrito las leyendas y mitos antiguos recitados por Hieda, cuyo recuerdo quedó para siempre en el Kojiki, aunque según Yanaguita Kunio (柳田国男) (1875-1962), el singular detalle de que bajo el nombre de “Hieda el memorioso” se ocultaba no un hombre, sino una mujer, fue relegado al olvido…
Todo parece indicar que una parte de las enseñanzas del célebre arte del ninjutsu (忍術), cuyo rastro más verosímil se pierde, por lo visto, en la doctrina marcial de Kusunoki Masashigue (楠木正成) (1294-1336), hacia los inicios de la época de Nanbokuchō (1336-1392), estaba dedicada precisamente al ejercicio de la memoria, y que uno de los recursos para la memorización de la información consistía en asociar su recuerdo al trazado y al dolor de heridas que el espía se hacía a sí mismo en sus propios brazos...
Ejemplo de goroawase
Una de las prácticas de memorización más antiguas es, por lo visto, la que se basa en las posibilidades que ofrecen las lenguas china
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