El Emperador
Enviado por lenaikl • 12 de Enero de 2014 • 428 Palabras (2 Páginas) • 225 Visitas
El club de los emperadores The Emperors Club Cine y educación: El club de los emperadores
Kevin Kline en una escena de ‘El club de los emperadores (The Emperor’s Club)’.
Hacemos hoy un nuevo repaso a otro título que trata sobre el mundo de la educación. En este caso rescatamos una película del 2002, ‘El club de los emperadores (The Emperor’s Club)’, dirigida por Michael Hoffman e interpretada por: Kevin Kline, Emile Hirsch, Embeth Davidtz, Rob Morrow, Edward Herrmann y Harris Yulin, entre otros.
El guión, de Neil Tolkin, nos presenta a William Hundert, un profesor liberal de un exclusivo colegio de Estados Unidos y a Sedgewick Bell un adinerado adolescente caprichoso y gamberro que vive a la sombra de su poderoso padre. A pesar de la rebeldía del joven, el profesor decide inculcarle los valores que defiende la escuela a través de una curiosa manera de enseñar la historia. Finalmente, después de muchas trastadas por parte de Sedgewick y de mucha paciencia por parte del profesor Hundert, nace entre ellos una fuerte amistad. Ambos se reencontrarán 20 años después, cuando el joven es un poderoso hombre de negocios.
Además de aplaudir la interpretación de Kevin Kline en el papel de William Hundert, puedo decir que la película tiene varios momentos muy significativos. Quizá uno de los mejores cuando William le dice a Sedgewick Bell que como dijo Aristófanes: “La juventud envejece, la inmadurez se supera, la ignorancia puede ser educada y la borrachera se pasa; pero la estupidez es para siempre”. Una cita con mucho jugo, y además de esas que no caducan (obsérvese que su autor vivió entre el 444 a. C. y el 385 a. C.). Siguen habiendo alumnos a los que no les vendría mal meditar sobre ella, incluso también a algunos profesores.
Otro gran momento de la cinta es cuando Hundert discute con el senador de Virginia sobre su hijo, y le dice que quiere “moldear su carácter”, a lo que el padre (despreocupado totalmente por la formación de su hijo) le contesta que se encargue “de enseñarle fechas y batallas, que ya moldeará él el carácter de su hijo”. Y de un carácter que no es trabajado por nadie, como ocurre en la cinta, se obtienen los resultados que se obtienen, pero no quiero decir más porque os destriparé el argumento, sólo recuperar otra cita de Hundert: “El carácter de un hombre es su destino”. Sólo añadiré, que es una buena cinta, con una reflexión final sobre qué es triunfar en la vida, sobre el triunfo moral y el triunfo social, muy distintos y separados en ocasiones.
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