El Papel De La Historia Durante La Independencia De México
Enviado por Saraalicia • 25 de Abril de 2013 • 2.296 Palabras (10 Páginas) • 593 Visitas
La iglesia:
A
pesar de la protección de las leyes españolas y de los frailes, los indígenas llegaron a ser víctimas de abuso de alcaldes, regidores, estancieros, hacendados, encomendadores y mineros, ávidos de riquezas y poder. En las ciudades se congregaban las gentes europeos dedicados al comercio y al gobierno de la Nueva España, incluida la corte de Virrey que era el representante de la corona Española en la Nueva España. Además las autoridades indígenas y españolas, existía un tercer poder: La Iglesia, Frailes y Clérigos enseñaban el dogma y la moral Cristiana, regían en las fiestas y las procesiones religiosas; organizaban las construcciones de Iglesias, conventos y capillas, y administraban los bienes de Indígenas y Españoles por medio de cajas de ahorro; así como el dinero de las cofradías dedicadas a algún Santo.
También a lo largo del siglo XVI llegaron a América contingentes de misioneros: Franciscanos, Dominicanos, Agustinos, Mercedarios, Jesuitas, Jerónimos, Carmelitas, y sacerdotes Seculares; a todos ellos podemos llamarlos los pioneros del evangelio en el primer siglo del descubrimiento del nuevo mundo. De México partieron multitud de expediciones misioneras hacia los territorios que conforman la América central. A menos de 50 años de la llegada de Colón los misioneros itinerantes habían recorrido ya los 5 países centroamericanos y se habían creados las sedes Episcopales. El mensaje evangélico era anunciado en Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, y en cuanto a Panamá por ser lugar de paso por causa del Istmo, le había llegado antes la evangelización.
El número de cristianos aumentaba considerablemente y hubo necesidad de crear nuevas Diócesis para la debida atención espiritual. En esos siglos las expediciones de misioneros Franciscanos, Jesuitas y Dominicos hacia el centro y norte de la Nueva España con la consiguiente cuota de sangre, los evangelizadores penetraron en las Californias, Nuevo México, Arizona Texas, logrando establecer en esos territorios muchas misiones en beneficio de los naturales de diversas tribus. La Acción misionera alcanzaba un triple objetivo:
1. Con la evangelización incorporaban nuevos hijos a la iglesia, ya que era la finalidad principal.
2. Con la escolaridad promovía al indígena a grados superiores de civilización sin menoscabo del acerbo cultural heredado de sus mayores.
3. El crear nuevos pueblos hacían Patria, ya que los conectaban con las bases políticas a la que gradualmente, se irían integrando.
En el año de 1810 existían en el territorio del virreinato de la Nueva España quince diócesis dependientes de la Provincia Eclesiástica de México. Éstas eran Tlaxcala (Puebla) erigida en 1519, y Antequera, Michoacán, Chiapas, Compostela (Guadalajara), Yucatán, Durango, Linares y Sonora, así como Guatemala, Nicaragua, Comayagua, Verapaz y Manila, cuya suerte y desarrollo en lo sucesivo no dependerán de México. A partir de 1821 estas cinco últimas quedarán separadas de la provincia eclesiástica de México, la cual va en cambio a recibir desde ese año hasta el de 1863 a las diócesis de California, Veracruz, San Luis Potosí, Chilapa y Tulancingo, creadas en 1840 la primera; en 1846 la segunda, y en 1863 las últimas. En este propio año la inmensa provincia eclesiástica de México se divide en tres, a saber: la de México a la que quedan sujetas las diócesis de México, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Veracruz, Chilapa, Tulancingo, y en 1870 y 1880 las de Tamaulipas y Tabasco; la provincia de Michoacán con los obispados de San Luis Potosí y los de León, Querétaro y Zamora erigidos también en 1863; y la provincia eclesiástica de Guadalajara, con las sedes episcopales de Durango, Linares, Sonora y la de Zacatecas creada también en 1863. En 1881 se le une el obispado de Colima y el de Sinaloa en 1883. La diócesis de California quedó separada de México en 1848, al pasar parte de su territorio a poder de los Estados Unidos.
Estos obispados contaban a fines del siglo XVIII, México con 202 parroquias, Puebla con 150, Yucatán con 76, Durango con 60, Chiapas con 45 y Guadalajara con más de 100, así como también Oaxaca. Linares debía tener cerca de 50. Después de consumada la independencia, México tenía 245 parroquias; Puebla 241; Yucatán 99; Chiapas 42; Guadalajara 135; Oaxaca 124; Linares 57 y Durango 64, lo que quiere decir que el número de parroquias había crecido en la mayoría de los obispados, cuya extensión era demasiado amplia, pues cada una de ellas comprendía los territorios de varios de los estados actuales, como la de México, cuyos términos abarcaban territorio de los estados de México, Hidalgo, Querétaro, Morelos, Veracruz, San Luis Potosí, Tamaulipas y Guerrero; como la de Michoacán que se extendía por ese estado y el de Guanajuato, Guerrero, San Luis Potosí, Tamaulipas y Jalisco; y como la de Guadalajara que iba desde Jalisco hasta Nuevo León, Tamaulipas y Texas. Abad y Queipo en 1805 notaba la dificultad de vigilar tan vasto territorio con tan pocos pastores y señalaba la injusticia de esa situación en relación con España, en donde en un territorio más pequeño existían 8 arzobispados y 38 obispados. Respecto al número de eclesiásticos que servían esas parroquias, a principios del siglo XIX, según datos de Navarro y Noriega utilizados por Humboldt, eran alrededor de 2 300. El número de misiones dependientes de la provincia mexicana era de 157, de las cuales 18 eran del Arzobispado de México; 5 del Obispado de Valladolid; 45 del de Durango; 18 de Monterrey y 66 de Sonora. Estas misiones eran dependientes de los colegios apostólicos de Pachuca, de Zacatecas, de Querétaro, de México, de Orizaba y de las provincias franciscanas del Santo Evangelio y de Santiago. Esas misiones estaban situadas en zonas muy apartadas de Sonora, Alta California, Nuevo Santander y Coahuila, la Tarahumara y Texas.
Papel que jugó la iglesia en la Independencia de México:
L
a noticia del levantamiento encabezado por Miguel Hidalgo provocó la respuesta del obispo poblano que se hizo pública a finales de septiembre de 1810 mediante una carta pastoral condenando el movimiento.14 Exhortaba a la fidelidad en favor de Fernando VII, la obediencia a las autoridades y el cumplimiento de las obligaciones que imponía el estado de cada persona. Prevenía a los párrocos para que le avisaran inmediatamente si tenían noticia o la menor sospecha de algún comportamiento sedicioso. Esta disposición la reforzó en extremo convocando a su clero, residente y estante en la sede episcopal, para la reunión el 27 de octubre de 1810. Ese acto de adhesión solemne a la monarquía resulta todo un protocolo emblemático del concepto de constitución
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