El análisis de los libros de Mi esposo el Presidente Árbenz
Enviado por tavares • 18 de Abril de 2015 • Resumen • 991 Palabras (4 Páginas) • 418 Visitas
Juan Luarca Ciani (Johny Lua), entonces boxeador profesional retirado, nos contaba entusiasmado los detalles de esa pelea. Con otros chicos de unos diez años, lo escuchábamos extasiados hablar del hijo predilecto de Quetzaltenango. Ahora pienso que posiblemente aquel fue el momento de mayor de gloria personal en la vida del ex presidente. Y si hubiera que considerarlo héroe, como aseguran quienes aún ahora lo vitorean, habría de ser por aquella hazaña.
En su libro: Mi esposo el Presidente Árbenz (al que adelante, me referiré repetidas veces haciendo referencia únicamente al número de página), María Vilanoba Arrechea de Árbenz describe a quien fuera su esposo en los términos siguientes: “Jacobo era un hombre apuesto, serio, muy reservado. Tenía la tez blanca, cabello rubio, ojos grises, contextura atlética, carácter reservado y varonil” (página 40).
Sus biógrafos coinciden al señalar que fue un magnífico estudiante, versado en ciencias exactas. Le atribuyen sólidos conocimientos de física, química, cálculo, geometría, trigonometría y álgebra, así como de disciplinas propias de la carrera militar. Eso podría ser un poco exagerado ya que solo realizó estudios a nivel secundario, en la Escuela Politécnica,
“Nací en El Salvador el 17 de abril de 1915, hija mayor de un matrimonio que, en ese momento, tenía una sólida posición económica y social” ––relata la señora de Árbenz en su libro ya referido (página 33). Ella había sido educada en un colegio de monjas, el Our Lady of the Assumption, en el Bronx, Nueva York. Algunas de las monjas profesoras provenían del convento de la orden Maryknoll, la que figura entre los inspiradores y difusores de lo que años más tarde sería la Teología de La Liberación.
El 14 de marzo de 1939, María (23) y Jacobo (25) contrajeron matrimonio en la ciudad de Guatemala. Se ha dicho que los padres de ella no vieron con buenos ojos la boda de su hija con un subteniente de Infantería cuyo sueldo apenas era de 70 quetzales mensuales, menos los descuentos de rigor. Ellos esperaban algo más. “Alquilamos una casita modesta por 25 quetzales en un sector próximo a un basurero, donde había muchas moscas. El único mueble elegante que teníamos era el sofá cama, que estaba en la sala. Todos los demás muebles eran de pino y los compré ya hechos en el Mercado Municipal; el cuarto de servicio no difería mucho del nuestro” ––afirma María (página 47).
La primera hija del matrimonio (tuvieron tres hijos) nació en El Salvador en la casa de los padres de ella, evento que habría disminuido el rechazo inicial de los padres hacia Árbenz.
Con solo su sueldo, supuestamente, pocos años después Árbenz ya era propietario del chalet Pomona, una hermosa y vasta propiedad ubicada en la esquina de La Reforma y Calle Montúfar, zona 9. Además, había iniciado los trámites de adquisición de la finca El Cajón, de 46 caballerías (casi 3 mil manzanas de terrenos privilegiados en Escuintla). Es ingenuo pensar que tal cambio en la riqueza del entonces
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