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El mestizaje en la conquista de America


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2017  •  Monografía  •  1.352 Palabras (6 Páginas)  •  428 Visitas

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El mestizaje en la conquista de América.- Salas, Alberto

La mujer estuvo ausente en las naves que se lanzaban hacia el mar desconocido, en una de las encrucijadas más sorprendentes de la cultura occidental. Fue una aventura de hombres, de aventureros, de segundones y de pobres con ambiciones de riquezas y de señoríos. Las mujeres quedaban aguardando el regreso de sus hombres que, atrapados en las nuevas tierras, con frecuencia las olvidaban, derrotadas por toras mujeres distintas y por una vida más libre, que seduce y conquista.

Las mujeres blancas son más frecuentes cuando las expediciones exploradoras conquistan y se asientan en las nuevas tierras, cuando surgen las primeras ciudades. Entonces acuden doncellas casaderas al amor de las riquezas, de señoríos y encomiendas de indios. Son las mujeres que vienen a ennoblecer las ciudades, a formalizar las familias desplazando a esas otras mujeres de la tierra que en el espacio de muy pocos años habían generado la América mestiza e ilegítima, creando entre el rapto, la violación y el consentimiento, una población nueva, que aún en nuestros días está abierta a una mezcla incesante y singular.

 El hombre de la conquista

El español del Descubrimiento, y luego de la Conquista, es un individuo que está bien preparado para la experiencia etnográfica que vivirá a partir del 12 de octubre de 1492. Lleva ya varios siglos de lucha y de contacto con los árabes y está habituado a los contrastes y a sus formas de conciliación, de mestizaje, diríamos. Ahora entre las indias que poblaban la tierra americana, ante las ninfas desnudas en algunas regiones, vestidas en otras, el español se comportó elementalmente, sin desdeñar a esa mujer, haciendo de ella, con  el señorío del dominador, la madre de sus numerosos hijos mestizos, la madre ilegitima de América.

De esta manera se está perfilando el destino de las poblaciones de América, cualquiera sea su cultura y el grado de su resistencia al dominio que imponen nuevos hombres que irrumpen en sus territorios, en una aventura épica y geográfica casi inconcebible. Sobre las poblaciones sometidas se levanta un nuevo señor que suple al cacique, al curaca, que se sobrepone a los incas y a los guerreros y sacerdotes de la Nueva España: es el Conquistador, luego el encomendero, el estanciero que prospera con el trabajo compulsivo que arroja al indio de su ocio peculiar, de su pereza que corrompe y evidencia.

Este conquistador, vencedor de las indiadas, a todo lo largo y ancho de las tierras de América, a veces con algunos fracasos, pero siempre triunfador, halló en la mujer indígena, parte incuestionable del botín, el primero de sus premios, la manceba en que engendrará sus hijos mestizos, casi siempre ilegítimos, la mujer que lo rodeará de algún cuidado, de algún bienestar en expediciones y campamentos, en los rancheríos que después serán las ciudades; la mujer que molerá el maíz, etc.

El mundo indígena y la mujer frente al europeo

El sometimiento pacifico de los tainos, es en realidad excepcional, diríamos que único. En general el indio, aunque esperara el regreso de Quetzalcóatl o del viracocha, defendió duramente su territorio. La guerra fue el contacto generalizado e inevitable.

Indios y españoles, envueltos en su lucha, modificaron su cultura, se mestizaron en todo el sentido de la palabra, adoptaron nuevas formas de vida, a veces sutiles, casi inadvertidas. Los españoles ya son, a pesar de todo, los indianos, sus hijos serán los mestizos o criollos, serán los hijos de la tierra, de una tierra distante de la España, de la Corte, de las fuentes de derecho. Rápidamente, en menos de treinta años, se ha generado una vida nueva, un estilo distinto, se modificó el idioma, el traje, la familia se relaja y se bastardea, se come, se vive distinto, han nacido nuevos señores, han resucitado en Indias instituciones señoriales ya fenecidas en España. Todos, al decir de Las Casas, hasta los desorejados por la justicia, quieren ser señores de indios, de encomiendas, de plantíos, señores de socavones.

En estas sociedades indígenas, conmovidas u desordenadas por la aparición del hombre occidental, la mujer es un ente meramente secundario dentro del conjunto tribal; es la que carga con los trabajos propios de su sexo más los de hilar, moler el maíz, recoger la yuca y hacer el pan cazabe. Habitualmente integra una sociedad dominada por los guerreros, los cazadores, los sacerdotes y chamanes por el hombre, en una palabra, que es el ser dominante e indiscutible. Y aunque generalmente existe una institución matrimonial que admite la existencia de una esposa legitima i principal, el cacique, los guerreros y los hábiles cazadores suelen tomar cuantas mujeres pueden mantener. La poligamia en sus muy diversas formas y estatutos impera en el mundo indígena, así como la monogamia impera en el mundo que ahora avanza sobre América.

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