El nuevo Orden Mundial América Latina
Enviado por movaceit • 28 de Octubre de 2015 • Reseña • 2.657 Palabras (11 Páginas) • 150 Visitas
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CAPÍTULO XXI.
INTRODUCCIÓN
En el siglo XIX, Latinoamérica se encontraba aislada de la política internacional como consecuencia de la herencia postcolonial a diferencia de Asia y África que era por causas del colonialismo. Al mismo tiempo, las repúblicas latinoamericanas estaban aisladas entre sí.
El siglo XX supone una transformación radical ya que intentan implantar fórmulas políticas democráticas y valores sociales democráticos en oligarquías resistentes e intolerantes y de desarrollar industrias manufactureras allí donde el comercio de productos primarios había bastado hasta entonces para satisfacer las necesidades de las clases dirigentes.
Después de la Independencia, América Latina se había convertido en un prototipo de inestabilidad política e inmovilidad social. Era conocida por sus guerras civiles, revoluciones, golpes de estado, asesinatos políticos y efímeras constituciones.
¿Era posible conseguir el cambio político y social sin una revolución? ¿Era posible conseguir la estabilidad política sin perpetuar el estancamiento social y económico?
Después del fin del dominio español, el gobierno latinoamericano recayósobre una élite social formada por grandes terratenientes apoyados por la Iglesia Católica y por una casta militar que aspiraba a conseguir el mismo status social. Este esquema se vio perturbado en la Revolución de México en 1910 y en Bolivia en 1952; ningún otro país siguió estos ejemplos. No obstante, los pilares de la oligarquía se estaban debilitando. Había una cierta preocupación por los pobres de las zonas rurales, el creciente proletariado urbano y los reprimidos indios. Las iglesias comenzaron a desplazar su atención y su peso político hacia la izquierda, y aparecieron en las fuerzas armadas algunos militares con ciertos instintos populistas y un gusto por la demagogia.
En toda Latinoamérica, una gran parte de la población era extremadamente pobre, analfabeta (50% y a veces hasta el 90%), improductiva y marginada del Estado. La tierra, lo que crecía en ella eran propiedad privada de un reducido número de individuos (el 60% de la tierra era propiedad del 10% de la población.
La industria no puede florecer en lugares donde la mitad de la población es demasiado pobre para comprar sus productos. El desempleo crecía no sólo por razones económicas, sino también porque la explosión demográfica en Latinoamérica era mayor que en ningún otro lugar del mundo: la población llevaba camino de duplicarse cada veinticinco años.
Las fuerzas que contribuían a la Revolución eran pasivos proletariados rural y urbano y los líderes activos que surgían de los grupos sociales establecidos o de la naciente clase media,descontentos con el estado de las cosas existente.
El crecimiento de la clase media se había visto frenado por el lento desarrollo industrial, del mismo modo que la industria se había visto frenada por la autosuficiencia de una clase dirigente capaz de mantener su nivel de vida exportando productos primarios y utilizando los ingresos para importar todas las necesidades y lujos.
La situación de la clase media se vio alterada por la 2ª Guerra Mundial que privó a Latinoamérica de sus importaciones habituales y promovió por ello el desarrollo industrial. La demanda creada por la guerra con Corea dio un nuevo empujón a la expansión industrial. La clase media industrial prosperó por ejemplo en México y Brasil pero no suplantaron a la clase dominante en el poder político que siguió apoyada por las fuerzas armadas que, debido a la ausencia de enfrentamientos entre los estados latinoamericanos, asumieron un papel político interior, más que de defensa nacional. Se veían a sí mismos como guardianes del Estado. Dentro del ejército surgieron dos corrientes:
- Un elemento radical, progresista, defensor del cambio social.
- Una parte conservadora.
Había en general una búsqueda de nuevos modelos, de formas políticas para sustituir a las formas existentes que eran calificadas de deficientes. Esta búsqueda llevó a las mentes más inquisitivas a examinar la democracia occidental y el comunismo. El intelectual latinoamericano que descubriese el modo de extraer lo mejor de cada uno de estos sistemas, habría encontrado el atajo sintético hacia la prosperidad y la justicia; pero se encontraría con el problema de tener que pedir ayuda a baluarte occidental y comunista adoptando una postura de no alineación.
Hacia el fin del siglo XIX y comienzos del XX, las principales naciones capitalistas habían concedido préstamos excesivos y con intereses muy altos a Latinoamérica para el descontento de ambas partes. Pero Latinoamérica no podía prescindir del capital extranjero si quería llevar a cabo sus programas de desarrollo, equilibrar su balanza comercial y hacer frente a su enorme deuda exterior.
Los reformistas, que comprendían la necesidad de ayuda extranjera pero se veían obligados por su entorno a ser anti extranjeros, al igual que contrarios al establishment, esperaban poder salir de este dilema consiguiendo ayuda de agencias internacionales en lugar de obtenerla de gobiernos extranjeros. Pero estas agencias resultaron decepcionantes ya que aplicaban reglas financieras muy estrictas a sus préstamos.
Waashinton deseaba fomentar la democracia, el progreso social y la estabilidad en Latinoamérica; y era contrario al comunismo y, en general, a la revolución. Adoptó especialmente en la Alianza para el Progreso, una política gradual, al suponer que una ayuda generosa podía promover la democracia y el progreso social y al mismo tiempo evitar la revolución y contener el comunismo. Estas medidas estaban influenciadas por la doctrina Monroe.
EEUU y Latinoamérica eran diferentes. Los EEUU habían mostrado una asombrosa capacidad para conciliar una mezcolanza de razas y habían mantenido su unidad a pesar de las fuerzas sociales y económicas desunificadotas que provocaron la Guerra Civil, mientras que Canadá conseguía mantener a su población francesa y británica bajo un mismo techo político. Estos dos estados eran por consiguiente mucho más grandes y poderosos que cualquier estado latinoamericano, y los latinoamericanos comenzaron a temer la preponderancia y el imperialismo de los EEUU.
La doctrina Monroe era, enunciada en 1823, era la base de una política destinada a convertir América en una isla por medio de adquisiciones (Luisiana, Florida, Cuba, Alaska) e impidiendo a todas las potencias europeas que recuperasen sus posesiones o extendiesen su influencia en el continente. Venía motivada por los temores hacia los soviéticos en el noroeste y hacia los europeos en el sureste. La doctrina no fue puesta en tela de juicio hasta que los soviéticos se atrevieron a realizar una incursión en el área meridional en la que Monroe y su gabinete habían temido en un principio actividad británica o española. Durante las décadas posteriores a la ruptura entre Gran Bretaña y los recién surgidos EEUU, el poder naval británico sirvió para reforzar la doctrina más que para desafiarla. La buena voluntad de los dos países prevaleció sobre conflictos ocasionales y condujo en el siglo siguiente a una alianza que sacó a Gran Bretaña de la órbita europea y la atrajo hacia la americana.
A mediados del siglo XIX cuando EEUU ya pensaba en un canal que uniera el Atlántico con el Pacífico por Nicaragua, el consentimiento y la cooperación de británicos parecieron esenciales. Los dos países negociaron el tratado Clayton-Bulwer de 1850, por el cual acordaban que ninguno de los dos obtendría el control exclusivo del canal o privilegios especiales en él y no ejercer dominio alguno sobre ninguna parte de América Central. Este tratado fue sustituido en 1901 por el de Hay-Pauncefote, que reafirmaba los principios de neutralidad pero eliminaba las limitaciones del tratado anterior. Los EEUU entraron en conflicto con Colombia por una cesión de territorio en Panamá; pero más importante para EEUU que Panamá era la isla de Cuba que intentó comprar a los españoles acabando en guerra durante diez años. En febrero de 1898 y en circunstancias que aún no han sido explicadas, el acorazado USS Maine fue hundido en el puerto de La Habana. Washington lanzó un ultimátum y declaró la guerra a España terminando con la derrota de ésta y la cesión por el tratado de París de las islas Filipinas, Guam, Puerto Rico a cambio de 20 millones de dólares. Cuba quedó bajo la tutela de EEUU hasta 1933. en Cuba se comenzó la construcción de la base nabal de Guantánamo.
EEUU con Roosevelt formuló el Corolario Roosevelt a la doctrina Monroe, por el cual los EEUU se atribuían el derecho de intervenir en países latinoamericanos para mantener en orden a los gobiernos. Esta política fue abandonada finalmente por Roosevelt y su secretario de estado Cordell Hull repitiendo su compromiso en la Conferencia Panamericana de 1936 en Buenos Aíres. Las esperanzas latinoamericanas aumentaron también con la aprobación del Acta de Acuerdos Comerciales Recíprocos de 1934, que concedía al presidente poder para reducir los aranceles hasta en un 50% y con el establecimiento del Banco de Importaciones y Exportaciones para llevar los préstamos de fondos públicos de los EEUU a los gobiernos extranjeros.
Pero esta mejora no trajo consigo por ejemplo atraer las simpatías y el apoyo latinoamericanos para asuntos de mayor envergadura; Hull, teniendo presente el intento alemán de hacer que Japón atacase a los EEUU a través de México en la 1ª Guerra Mundial, intentó si éxito persuadir a Latinoamérica de que el nazismo y el fascismo eran peligros reales contra los cuales todo el continente americano debía tomar precauciones conjuntas.
Después de Peral Harbor, México, Colombia y Venezuela rompieron las relaciones con Japón, Alemania e Italia, y todas las repúblicas centroamericanas y caribeñas declararon la guerra. Cuando se divisaba el fin de la contienda, los países americanos, reunidos en Capultepec, México, en febrero de 1945, se declararon a favor de la defensa colectiva contra amenazas tanto internas como externas, pero la preocupación de Washington por crear una alianza o un sistema de defensa continental anticomunista encontró poca respuesta entre estados que aún estaban acostumbrados a pensar en los EEUU, y no en la URSS, como el país que más asiduamente intervenía en los asuntos internos, y estaban mucho más preocupados por los problemas económicos en la posguerra que por el comunismo.
En 1951, el Acta de Seguridad Mutua fue extendida a Latinoamérica, y a partir de 1952 los EEUU firmaron una serie de acuerdos bilaterales de defensa. Si los EEUU (y los civiles latinoamericanos) tenían sus dudas sobre este nuevo fortalecimiento de unos ejércitos que operaban la mayoría de las veces como fuerzas políticas interiores, Washington se sentía obligado a ello por la amenaza velada de que esos ejércitos, al no poder satisfacer sus necesidades en los EEUU, pudieran ir de compras a algún otro lugar. Las conferencias de Chapultepec y Río eran la séptima y la octava de una serie de conferencias interamericanas que se habían inaugurado en Washington en 1889. el noveno de estos encuentros se celebró en Bogotá en 1948, y creó nuevas instituciones y una maquinaria permanente para consultas y acciones panamericanas. La Organización de Estados Americanos, tenía como objetivos el mantenimiento de la paz en el área de sus miembros, el arreglo pacífico de las disputas entre éstos, la acción conjunta contra las agresiones y el desarrollo cooperativo de intereses económicos, sociales y culturales. En Latinoamérica, esta asociación con los EEUU era favorablemente acogida, fundamentalmente por la perspectiva de un aluvión económico similar al plan Marshall en Europa, pero semejante perspectiva resultó ser un espejismo, por cuanto Washington veía a Europa y a Latinoamérica de distinto modo: Europa había sido asolada por la guerra y por lo tanto un cebo indefenso para nuevos avances soviéticos. Estos argumentos eran difícilmente aplicables a Latinoamérica.
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