El patrimo de Yumbo
Enviado por brayandelgado • 4 de Noviembre de 2015 • Apuntes • 971 Palabras (4 Páginas) • 301 Visitas
Yumbo, 20 de Mayo de 2015
BOLETÍN INFORMATIVO Nº 005
INFORMACION DEL PATRIMONIO CULTURAL DE YUMBO
Proceso: PATRIMONIO CULTURAL IMCY
Tema: La señorita Triana
Tomado: Yumbo Tradiciones, Cuentos e Historias
Autor: Hernando Cortázar Sepúlveda
Responsable: Amaris Llorente
Gestora Cultural
LA SEÑORITA TRINA
LOS RECURSOS DE MI ESCUELA
El solo pensar que no había hecho la tarea para presentarla, me daba mucho temor por que la profesora “Trina” era muy regañona, pero todos le teníamos mucho respeto y obediencia.
He vuelto a caminar por aquellos sitios donde iba a la escuela. Ya no veo los magos, ni el guanábano, ni el samán mucho menos, los papayos, el chambimbe o el matarratón que se asomaban al cerco de esterilla de guadua a vernos pasar todos los días, pues con el paso del tiempo se convirtieron en nuestros amigos, ya que, eran sitios obligatorios de encuentros. Aprovechando sus obras, esperábamos a nuestros compañeros para llegar en gallada a nuestra escuela; antes de que la vieja campana anunciara la iniciación de clases y que la doble nave de la puerta se cerrara en nuestras narices.
La escuela era una vieja construcción de bahareque, con paredes blancas y pequeña ventana por donde veía correr las nubes y el tiempo para salir a recreo. Al frente el tablero de madera con marco pintado de negro y rayitas blancas. Al lado derecho colgada de un clavo la almohadilla en forma de cojincito rellena de trapos. Luego una cajita de madera con tizas de color amarillo, azul y rojo y algunas de color blanco, que eran las que más me gustaba para hacer rayuelas en el patio de mi casa.
En la parte superior del salón se encontraba el cuadro del sagrado corazón de Jesús. Al otro lado la imagen del Libertador Simón Bolívar que admirábamos mucho. Al lado izquierdo, el escritorio de madera donde la profesora guardaba la regla que nos inspiraba temor porque nos dejaba las manitas coloradas e hinchadas cuando cuando no hacíamos las tareas. Al frente estaba los pupitres viejos con capacidad para dos o tres niños; en su espaldar amarrábamos el morral de cabuya o la talega blanca que nos servía de maletín. Esa humilde casa era nuestra escuelita ubicada en la carrera primera con calle catorce frente a la estación del ferrocarril.
Al salón de clase llegaba la profesora, una mujer hermosa, su nombre: Trinidad Arango Hernández. Su estatura 1.70 m. pelo corto. Frente amplia. La cara de gafas saltonas, nariz respingada, labios gruesos con cuello largo y ropa elegante, siendo de su preferencia los colores claros.
Esa era la señorita Trina. La maestra de los niños y niñas de Yumbo que entrabamos por primera vez o que teníamos que reforzar nuestro estudio, con la edad de inocencia de la
Primera niñez de ocho años. Nos poníamos de pie al verla y decíamos al unisonó ¡Buenos Días profesora! Posterior mente se iniciaba la oración del Padre Nuestro. Luego comenzábamos a cantar: El Himno a la Bandera “Salud adorada bandera que un día / batiendo tus pliegues allá en Boyacá / sellaste por siempre la lucha bravía / de un pueblo que ansiaba tener libertad”.
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