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El regimen político feudal


Enviado por   •  8 de Febrero de 2017  •  Tarea  •  3.267 Palabras (14 Páginas)  •  377 Visitas

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EL RÉGIMEN POLÍTICO FEUDAL

        El sistema feudal conoció su pleno desarrollo en los siglos XI y XII. Aunque se extendió ampliamente por Europa occidental, escaparon a su influencia amplios territorios como la península escandinava, Frisia e Irlanda.

        La sociedad feudal es una sociedad que en su principio y en todo rigor parece excluir o no prevé la intervención de un poder que le sea exterior. El feudalismo nace como consecuencia de la quiebra del Estado frente a los desórdenes y miserias de todo orden que había abatido sobre Occidente . En el feudalismo el pequeño propietario se confía o se vende al señor, con el fin de asegurar su defensa o subsistencia frente a los invasores: “Una tenure (posesión feudal) estable vale más que una propiedad insegura”. Los señores feudales, eran antiguos oficiales del rey que habían paliado la incuria del poder central o que se habían aprovechado de la ausencia de control, ejerciendo en su propio nombre una autoridad tan sólo delegada; poco a poco, y en extensiones diferentes, se habían ido asegurando el ejercicio de los derechos de regalía. En otros casos, la señoría de fundamenta en la concesión por el rey de una carta de inmunidad; en su origen fue una exención de impuestos para transformarse más tarde en una exención del control administrativo.

a) La atomización del poder.

 La extensión del poder señorial no es uniforme, varía según la posición que el titular de aquel ocupe en la jerarquía feudal. Los jefes no lo son de forma absoluta siempre, pueden, o no, estar subordinados. Solía ocurrir que algunos fueran vasallos de sus propios vasallos. La fidelidad caracteriza las relaciones entre el vasallo y el señor, al señor le es debido el homenaje de los bienes y de las personas.

        Se puede clasificar a los señores feudales en tres categorías:

  1. Los que detentan una baronía, esto es, los titulares de los feudos con títulos nobiliarios: duques, condes, vizcondes, marqueses, descendientes de los oficiales administrativos de la época carolignia, así como algunos otros llamados simplemente barones. La regla para esta categoría es el poder absoluto: “Cada barón es soberano de su baronía”.
  2. Los señores castellanos o valvasores, que no son soberanos, pero que tienen poder judicial.
  3. Los señores castellanos o valvasores, que ni son soberanos ni tienen poder judicial.

La vida feudal siguió un curso anárquico en el que la costumbre o la violencia tenían fuerza de ley.

Los rasgos fundamentales del feudalismo europeo son estos:

  • Sujeción campesina
  • En lugar de un salario, generalmente imposible, amplia la utilización de la tenure-service, que es , en sentido preciso, el feudo.
  • Supremacía de una clase de guerreros especializados; vínculos de obediencia y de protección que ligan hombre con hombre y que, dentro de esa clase guerrera, revisten la forma especialmente pura del vasallaje.
  • Fraccionamiento de los poderes, engendrador del desorden.

El poder real nunca fue abolido teóricamente por el feudalismo. En la práctica fue, por decirlo así, puesto entre paréntesis por los grandes señores. Se admitía que el rey pudiera ser considerado como un señor, e incluso que tuviera el privilegio de evadirse siempre de la condición de vasallo; cuando el rey entraba por herencia o por otras circunstancias en posesión de un feudo vasallo cuyo titular debía tradicionalmente homenaje a otro señor, éste renunciaba al homenaje y recibía en compensación indemnizaciones materiales a menudo importantes.

b) El predominio de la ideología religiosa

Las prácticas simoniacas justificaban la actitud de la Iglesia respecto al feudalismo. El papado “purificó” en cierta medida el sistema, recogiéndolo en su provecho, la Iglesia vio también el partido que podía sacar de los hombres. A esos caballeros belicosos, autores de pillajes, aficionados a los torneos y llenos de muchos otros vicios, la Iglesia prefirió integrarlos más que combatirlos.

c) Teorías teocráticas

Un rasgo característico de estas teorías es la tendencia agresiva, traducida en las aspiraciones de sus representantes, de hallar una fundamentación teórica para las prestaciones de la Iglesia católica romana y de los papas, al dominio mundial, estas tendencias se manifestaron con especial agudeza en los siglos XI y XII.

A la mitad del siglo X, la Iglesia católica romana dirige sus esfuerzos a suprimir la dependencia del clero con respecto al poder secular, a subordinar a toda la sociedad a aquél, y a establecer la autoridad papal ilimitada tanto en los asuntos eclesiásticos como en los seglares.

Es natural que esas pretensiones encontraran una fuerte resistencia de parte de los emperadores germánicos y demás monarcas. La Iglesia pretende presentarse como la única defensora del pueblo, apelando a éste y llegando hasta proclamar la idea de la soberanía del mismo.

d) La restauración del Imperio

        La Roma de los siglos VIII-X no era ya la de los emperadores, sino la de los pontífices y las familias aristocráticas enfrentadas. Y los posibles nuevos sucesores del imperium no iban a ser ya latinos, sino miembros de las dinastías que gobernaban la nueva Europa surgida tras las invasiones bárbaras. Esto daría connotaciones propias, peculiares, al nuevo ideal imperial, en donde se iban a fusionar lo nuevo (germánico) con lo clásico (romano).

Será Carlomagno, rey de los francos (768-814), quien restablezca por primera vez en tres siglos el ideal del Imperio, bajo la forma de una Europa unificada bajo una sola monarquía cristiana que controlaba la mayoría de las actuales tierras del Reino Franco (Alemania y Francia), Lombardía y Suiza; es decir, casi la mitad de Occidente.

Aparte quedaban el Imperio Bizantino (Constantinopla), las Islas Británicas, la Península Ibérica, dominada casi totalmente por los musulmanes (Al-Andalus) a excepción de la Marca Hispánica y la Cordillera Cantábrica -si bien sus monarcas astur-leoneses buscaron siempre el apoyo militar de los carolingios-; y los territorios del Este y Norte de Europa, repartidos entre los nuevos grandes pueblos invasores del momento (eslavos, magiares, vikingos).

La coronación imperial de Carlomagno en la Navidad del año 800, acto oficial lleno de resonancias "romanas", fue una de las fechas trascendentales del Medioevo, a la par que simbolizaba la teórica sumisión del Papado al nuevo emperador, Carlomagno, convertido en protector legítimo de los Estados Pontificios y de Roma.

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