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El zorro enjaulado ensayo.


Enviado por   •  23 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  4.154 Palabras (17 Páginas)  •  333 Visitas

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Gutiérrez Aguilar Luisa Fernanda

“El zorro enjaulado “

Tarea 11

Desde tiempos posteriores a la Conquista hubo personas que se comenzaron a preguntar el por qué de muchos fenómenos sociales, como la división en castas o la esclavitud. A pesar de la situación nadie se atrevía a contradecir el rumbo que llevaba todo esto; tal vez por miedo a las represalias o por conformismo, de cualquier manera nadie levantaba la voz ante el aplastante sistema que sólo protegía a unos cuantos.

La Independencia de México es uno de los hechos históricos más importantes que marcaron a nuestro país. Años de esclavitud bajo el mandato español crearon en la sociedad mexicana un deseo de libertad, anhelo que se les cumpliría años más tarde,

Miguel Hidalgo Costilla y Gallaga nos relata la etapa final de su vida desde donde yace muerto, sólo con su cabeza o lo que queda de ella. Ésta se encuentra colgada en una jaula en la Alhóndiga de Granaditas. “Como me opuse al humillante fusilamiento por la espalda, cuando mi cuerpo recibió de frente el plomo de los soldados realistas, entonces el nervioso teniente Pedro Armendáriz ordenó que dos soldados apoyaran la boca de sus fusiles sobre mi pecho y me dispararan a quemarropa”[1]

Había llegado la consumación de la venganza del gobierno virreinal. Hidalgo había sido difamado de cargos que se contradecían a ellos mismos: “se me acusa de que niego la existencia del Infierno y un poco antes se me hace el cargo de haber asentado que algún pontífice de los canonizados por santo, está en ese lugar”[2]

Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo Costilla y Gallaga como lo habían nombrado sus padres nació el 8 de mayo de 1753, ocho minutos después de las cuatro de la madrugada en la casa grande de San Diego “fue un parto fácil parece que le urgía venir a este mundo, pero en cambio no se dejaba arropar; se resistió y lloró mucho”[3]

Según Hilario que era un sabio curandero del pueblo la fecha y hora de nacimiento de aquel niño moreno de ojos jade, marcarían su destino.

La infancia de hidalgo llevada por la mano de su madre quien fue la autora amorosa de esos días en su niñez quien le enseñó a tocar el violín y el clavicordio, los juegos y carreras con su gran hermano José Joaquín y sus grandes amigos quienes eran los hijos de los peones. Miguel era un niño muy inteligente siendo que a su corta edad ya se cuestionaba sobre el origen de sus apellidos y de situaciones sociopolíticas y económicas de la Nueva España, su padre don Cristóbal le transmitía su conocimiento al pequeño miguelito sentado en sus piernas , se podían pasar horas platicando y contando historias de sus antepasados .Esa etapa de su vida fue la más bella e importante para él; hasta que en el año de 1756 doña Ana María ( madre de hidalgo) dio a luz al tercero de sus hijos quien fue la causa de su trágica muerte dejando a sus hermanos y a Don Cristóbal desolados.

Pero el alma soñadora de miguel seguía de pie. En 1765, cuando su hermano José Joaquín tiene casi 14 años y él 12, don Cristóbal decide llevarlos a Valladolid para inscribirlos en el Colegio de San Francisco Javier a cargo de los padres jesuitas. En la despedida de los hermanos Hidalgo estaban todos sus amigos y personas queridas que los vieron crecer; entonces el viejo curandero Hilario decidió hacer públicas las predicciones sobre la vida del pequeño Miguel mediante un largo discurso sobre el arduo futuro que le esperaba al niño, lleno de obstáculos que éste podría superar con ayuda de los dioses protectores. Según las visiones, Hidalgo tendría una vida con claras metas que alcanzaría valiéndose de su carácter y destrezas; siempre iba a ser una persona honorable y nunca se alejaría de sus sueños. “Todo lo anterior os lo he dicho hermanos, para que vosotros y vuestros hijos estén pendientes del día en que el amo Miguel habrá de llamarnos para que nuestro pueblo ocupe el lugar que merece como dueño de su propio país y de su propia tierra”[4] 

Antes de irse junto con su hermano a Valladolid Hidalgo hizo prometer a su padre que liberaría a los esclavos trabajadores de la hacienda, lo cual éste cumplió inmediatamente. Esto hizo que las personas que habían escuchado el discurso de Hilario creyeran aún más “niño Miguel, los indios necesitan a alguien como tú para cambiar su terrible suerte, eres el verdadero señor de este reino.”[5]

En el Colegio de San Francisco Javier, Hidalgo aprendió mucho. Cursaba diversas cátedras, pero la que más le atraía era Filosofía, impartida por el criollo Francisco Javier Clavijero, quien era del puerto de Veracruz tenía treinta y cuatro años y con buena personalidad. Era un maestro joven y culto “educado con esmero en los colegios de San Jerónimo y San Ignacio de puebla, y luego en el de San Idelfonso en México, dominaba varias lenguas muertas y vivas del náhuatl como el mixteco y el otomí”[6].Sus clases le creaban emoción a Hidalgo, ya que no se limitaba a hablar sobre la ciencia de la sabiduría, sino que les daba vastas lecciones de Historia de México; poco a poco admiraba más a Clavijero y se hicieron buenos amigos; por las tardes estudiaban lenguas y así la unión entre ellos fue cada vez más fuerte. De igual manera Hidalgo se iba interesando más en el servicio de ser sacerdote, lo cual apoyó Clavijero.

El 25 de junio de 1767 ocurrió algo inesperado: por decreto del rey Carlos III, se expulsaba a los jesuitas de la Nueva España, los cuales tenían que salir para la Madre Patria sin más que la ropa necesaria y el dinero propiedad de cada uno de ellos. Todos los bienes de la Compañía quedaban secuestrados.

El destierro de los padres jesuitas afectaba a muchas personas, motivos de la expulsión eran muchos, pero todos mal fundamentados; más bien lo que quería evitar la Corona era que salieran individuos pensantes de las escuelas, los cuales podrían llegar a ser un peligro para el gobierno. Pero el veracruzano clavijero jamás regresó a Valladolid, su ausencia provocó una gran tristeza  tanto en sus alumnos como compañeros “Miguel Hidalgo lo resintió más que ningún otro de sus discípulos, no solo por sus brillantes lecciones de filosofía y de historia, también por haberle transmitido las enseñanzas de Don Vasco de Quiroga, por las tardes pasadas junto a él estudiando las lenguas mexicanas en las que había hecho muchos progresos y por sus buenos consejos”[7]

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