Elizabeth La Edad De Oro

Elizabeth La Edad de Oro

En la película la reina Isabel I debe enfrentarse a la traición en su familia y a ambiciosas tentativas de apoderarse de su trono. Isabel es consciente del cambio religioso iniciado en el siglo XVI en Europa, y el rey español Felipe II está decidido a restaurar el catolicismo en Inglaterra con la ayuda de su ejército y su invicta armada. Mientras Isabel se preparaba para ir a la guerra, intentaba equilibrar antiguas lealtades con el amor que siente por Raleigh. Pero es un objeto prohibido para una reina que ha jurado entregarse en cuerpo y alma a su país. Ante la imposibilidad de dar rienda suelta a su amor, Isabel alenta a Bess, su dama de compañía favorita, a que trabe amistad con Raleigh para que este se quede cerca. Pero esta estrategia le obliga a ser testigo de la creciente intimidad de la pareja. Mientras la Reina estudia cuál es su mejor opción en el extranjero, su consejero de confianza, sir Francis Walsingham sigue manipulando a la Corte con maestría y trabajando para consolidar la monarquía absoluta. Gracias a su complicada red de espías, Walsingham descubre un complot de asesinato para hacerse con el trono. Al desenmascarar a los traidores, entre los que quizá se encuentre María Estuardo, la prima de Isabel, el fiel consejero no sabe que acaba de dar comienzo al declive de Inglaterra

En Elizabeth, la trama se concentraba en los primeros años de la reina. La joven reina se enfrentó a muchos obstáculos para mantener su corona, superando constantemente en astucia a conspiradores y mentirosos. Nunca segura cuáles miembros de su corte o sus consejeros era leal, la testaruda y astuta Elizabeth emerge al final de la película como una Reina totalmente en control de su destino.

Elizabeth: La Edad de Oro comienza una década después del período cubierto en Elizabeth y examina los años de la mitad de su reinado. En el aspecto político, la cinta explora el conflicto de Elizabeth con Felipe II de España, quien como gobernante de su propio imperio católico con el considerable apoyo de la Iglesia de Roma, sin mencionar el poder de la implacable Inquisición, era considerado el hombre más poderoso del mundo. Religiosamente devoto, había jurado envolver el mundo dentro del catolicismo, sin importar su costo.

Cuando Elizabeth heredó el trono como protestante en 1558, casi la mitad de la población de Inglaterra era católica pero, en una de muchas decisiones astutas, ella decidió ver a su pueblo como sus súbditos, sin importar sus creencias. Razonó que ellos la amaban, fueran protestantes o católicos. A lo largo de su reino, Elizabeth I demostró gran tolerancia con sus súbditos católicos y constantemente los protegió de protestas virulentas y clamores de persecución

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