En Que Momento Se Jodio El Peru
Enviado por handeryta • 10 de Octubre de 2014 • 983 Palabras (4 Páginas) • 360 Visitas
¿En que momento se jodió el Perú?” Pregunta que desde mi candidez creía conocidísima incluso para aquellos que no tienen una remota idea de quién es Zavalita, o del maravilloso y contrariado universo que encierra “Conversación en la catedral” de MVLL. Sin embargo, a raíz de un reciente reportaje a los universitarios por parte del canal Panamericana, tengo dolorosas dudas de que mi primera afirmación sea del todo cierta. Este artículo pretende responder esa interrogante, partiendo de la desilusión vivida al comprobar en contemporáneos míos, que fotografía en mano eran incapaces de reconocer al autor antes referido, y la vergüenza continuaba al tener que dar con los nombres de otros notables como: Vallejo, Palma, Grau, Bolognesi, Paniagua, etc. Comprobar inepcias tales como la del entrevistado que fechó la independencia en 1935 -siendo el que estuvo más cerca-. En fin, decepciones que a uno lo amargan, pero que luego de recordar nuestras deudas, nuestra historia y vacíos comprende con pesar.
Y siendo así, quiero animarme en responderle a Zavalita: Podría decirle que se jodió a partir de la independencia, con la amalgama de pseudoproyectos nacionales inconexos entre sí carentes ante todo de identidad, quizá señalaría también la inestabilidad del primer militarismo, el oportunismo de Castilla, la corrupción de Echenique, luego la miopía civilista. Y en este punto es pertinente evocar un episodio donde se escribieron las mayores grandezas de un lado y nuestras las más trabajadas pellejerías del otro: La guerra con Chile, de señalar capítulos más mezquinos, recuerdo a Miguel Iglesias -“Presidente restaurador del Perú en ese entonces con el auspicio chileno- respaldar al ejército invasor en derrotar a Cáceres que aguantaba tras la cordillera los disparos cañones Krupp chilenos -que entraron en deshuso recién hasta vísperas de la II G.M- con un contigente de indígenas calzando ojotas, armados con hondas, arados y rifles obsoletos de haber algunos oxidados. [...] El mismo Cáceres desacreditaría penosamente su propia labor cívica -irreprochable hasta ese entonces- una vez en el poder. Como dijo Basadre: “A Cáceres sólo le faltó morirse en Huamachuco”.(Manrique: 1995)
De esos capítulos que abundan en ese conflicto; es posible saltar en nuestra historia de jodienda en jodienda: Los subproductos de la doble retórica aprista iniciada por Haya de la Torre; el abuso de los Gildemeister, los Larco y tantas otra familias que han dejado un prolífico legado en la mentalidad peruana. Pasamos también por el pacto casi permanente entre oligarcas y el ejército dispuestos a cerrar todo debate ante el desborde de las clases medias, intelectuales y pequeño burguesas en la arena política -no hace falta imaginar la condición de las clases más relegadas que estas últimas-. Continuando: El fascismo indiscreto de Sánchez Cerro; el oscurantismo de Odría en dúo con Esparza Zañartu; la permisividad de Belaunde con algunos desviados suyos; el descalabro atroz Velasquista, el populismo megalómano e irreflexivo
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