Ensayo Campaña Al Desierto
Enviado por marito70 • 7 de Diciembre de 2014 • 2.375 Palabras (10 Páginas) • 281 Visitas
ENSAYO
LA CAMPAÑA
AL
DESIERTO
CAMPAÑA AL DESIERTO
La Conquista o Campaña al Desierto fue una campaña militar llevada a cabo por el gobierno de la República Argentina contra los pueblos mapuche, tehuelche y ranquel, con el objetivo de obtener el dominio territorial de la Pampa y la Patagonia oriental, hasta entonces bajo control indígena, y que ellos denominan Puel Mapu.
Los pueblos indígenas que se vieron involucrados en la campaña, incluyendo a los aliados del gobierno, fueron los siguientes:
• Ranqueles, surgidos de la mapuchización de un sector de los tehuelches septentrionales, dominaban el sur de las provincias de Mendoza, Córdoba y San Luis y el norte de la de La Pampa.
• Salineros, gobernados desde las Salinas Grandes por la dinastía mapuche de los Curá, dominaban el sudeste de La Pampa y el oeste de Buenos Aires.
• Tribu de Pincén, mapuches, en el noroeste de Buenos Aires.
• Tribu de Coliqueo, eran el resto de los boroganos que se salvaron de la masacre de Masallé, se ubicaban en Los Toldos.
• Tribus de Catriel y de Cachul, tehuelches septentrionales mapuchización que vivían en la zona de Azul y de Tapalqué.
• Manzaneros, tehuelches septentrionales mapuchización ubicados en Río Negro, Neuquén y Chubut.
Campaña de roca:
En 1870 los continuos ataques masivos de indígenas (llamados "malones") desde el oeste dificultaban el progreso de la región hasta que el general Julio A Roca logró, mediante la llamada conquista del desierto, decidió terminar con la independencia de las comunidades indígenas e incorporar la región al gran desarrollo agroexportador que se daba rápidamente, sobre todo en la provincia de Buenos Aires.
Después de que Adolfo Alsina muriera en 1877, el general Julio Argentino Roca fue nombrado nuevo ministro de Guerra y prosiguió su trabajo. Pero, en contraste con Alsina, Roca creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era exterminarlos, subyugarlos o expulsarlos.
La denominada Conquista del Desierto en Argentina, llevada a cabo durante el último tercio del siglo XIX, tuvo como misión eliminar definitivamente la línea fronteriza impuesta como un cordón de seguridad cortando el mapa de la Argentina a la altura del sur de la provincia de Buenos Aires, La Pampa y Neuquén. Ese paralelo imaginario dejaba cautiva, en poder de los indígenas, toda la Patagonia y las zonas más productivas del centro del país (la región Pampeana). Su presencia impedía el desarrollo del ferrocarril, las explotaciones mineras (carbón), forestales (bosques de coníferas), agrícolas y de ganado ovino, sectores sobre los que tenían especial interés las empresas británicas.
Más allá de las grandes civilizaciones de la llamada América Nuclear, que abarcaba todo el territorio encerrado entre los trópicos, al sur de Cáncer vivían numerosas naciones con un grado menor de avance cultural. En el noroeste argentino y chileno y el sur boliviano estaban asentados los atamaqueños, los omaguacas, y los diaguitas, tribus incorporadas al Tahuatinsuyo (Imperio Inca). En la región del Gran Chaco (noreste de Argentina, Paraguay) los guaycurú era la nación más importante dividida en grupos: los mbayá, los caduveo, los guaraníes, los matacos, los payaguá, los mocovíes y fundamentalmente los tobas. Más al sur, en territorios de lo que hoy es Uruguay se asentaban las tribus charrúas. En el centro de Argentina, sanavirones y comechingones se repartían las sierras y los huarpes la precordillera mendocina. La región pampeana estaba habitada por una de las naciones más importantes del subcontinente, los araucanos, dividida a su vez en numerosos grupos étnicos entre los que destacaban los mapuches, los ranqueles, los puelches y los tehuelches. En el extremo sur del continente, al sur de la provincia Argentina de Santa Cruz y en la isla de Tierra del Fuego, ejercían su particular cultura del frío, las tribus ona, alacaluf y yaghan. Este resumen étnico puede ser sorprendente para muchos europeos que creían que la Patagonia era un territorio deshabitado. Todas esas naciones fueron literalmente arrasadas por los ejércitos argentinos durante el siglo XIX.
Durante la década de 1830 a 1840, el caudillo de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas realizó varias incursiones hacia el "desierto" para intentar aislar a las tribus de indios puelches y ranqueles. Tribus nómadas sin localizaciones específicas, inventoras de la "guerra de guerrillas", sus ataques se producían en grupos reducidos, llamados malones, que lograban sembrar el pánico entre las poblaciones fronterizas.
En mayo de 1832 el general Rosas comienza su primera incursión hacia el suroeste, en dirección a las provincias patagónicas de Río Negro y Neuquén. Cuatro meses más tarde el diario de Buenos Aires la "Gaceta Mercantil", daba a conocer los resultados de la breve campaña: "3.200 indios muertos, 1.200 prisioneros de ambos sexos".
A principios de los años 40 la campaña se cierra con más de 8.000 indios muertos y un avance importante sobre sus territorios de la línea de fortines fronterizos.
Los conflictos internos y la lucha de intereses por el poder en la Argentina que recién nacía postergaron el golpe final por el cual abogaban los miembros del Club del Progreso de Buenos Aires, cuyos integrantes formaban las ricas familias oligárquicas descendientes de los españoles. Entre ellos habían militares deseosos de gloria sobre la base de una nueva epopeya; terratenientes avariciosos que habían esculpido la frase "no hay negocio como el de las tierras, en una nación jóven", y financistas y banqueros deseosos de otorgar nuevos créditos a tasas módicas para engrosar sus capitales.
En 1877 asume la presidencia de la Nación Argentina el doctor Nicolás Avellaneda un liberal honrado que cogió a un país con ganas de salir adelante pero con una carga de deuda externa generada durante a presidencia anterior de Domingo Sarmiento (con la banca, empresas y particulares ingleses, preferentemente) que le hizo profetizar: "nuestro país pagará sus compromisos externos hasta la última gota de sangre del último argentino". Desde luego, en la mente de Avellaneda los primeros litros de ese plasma salvador debían recaudarse de venas indias. Inmediatamente nombró ministro de Guerra a un jóven y aristocrático general de 34 años, Julio Argentino Roca, de reconocida militancia antiindia y con un importante antecedente en su hoja de servicio: varias batallas ganadas seis años antes en la Guerra del Paraguay o de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay
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