Ensayo De Historia De Oriente

El Orientalismo, ¿una manera válida de aproximarse al mundo oriental?

No debería de extrañarnos que hoy, en pleno siglo XXI, todo lo que tenga que ver con el continente asiático nos parezca exótico y atrayente. Porque aunque la globalización sea un fenómeno concreto en nuestros días, Asia nos sigue pareciendo algo lejano, distinto y particular. Si bien hoy existen más posibilidades de visitar aquellas lejanas culturas, es un viaje costoso de realizar; por lo que si queremos aprender de aquella fascinante historia debemos hacerlo desde acá, al otro lado de ese mundo: Occidente. Pero ¿qué pasa cuando una cultura milenaria, como lo es la asiática, es investigada desde otra perspectiva y contexto completamente distinto? Una posible respuesta a esta interrogante tiene que ver con la emergencia del concepto Orientalismo, que como bien lo explica el erudito en el tema Edward Said, se refiere a un sistema para conocer y relacionarse con Oriente, que sirve como una especie de filtro aprobado por el cual el continente asiático traspasa para poder inmiscuirse en la conciencia de los occidentales.

En el presente ensayo, intentaremos comprender a cabalidad el término de Orientalismo relacionándolo con el trabajo y la investigación histórica, para lo cual deberemos abarcar temas que sobre el quehacer histórico, y cómo este se ve influenciado según la época y el lugar donde se viva. De esta manera podremos llegar a una conclusión sobre qué resultó de esta manera de aproximarse a este otro lado del mundo, opuesto a occidente y que conocemos como Oriente.

El ser humano, desde sus raíces, ha sentido la necesidad de diferenciarse de lo que lo rodea para poder, de esta manera, identificarse como un ser superior ante los animales, vegetales y objetos que en el ambiente coexisten. Pero de una manera más compleja, el hombre necesita también buscar una manera de adquirir la conciencia de sí mismo, esto es, ser capaz de establecer una diferenciación con el otro, y al mismo tiempo sentirse parte de una red de intereses comunes que lo engloben en un marco de similitud entre sus pares.

Esta idea de fortalecer nuestra identidad es entonces un trabajo que tiene un doble propósito, por una lado encontrar un sentimiento interno de unidad, y por otro desde nuestras relaciones con el mundo el de singularizarnos, esto es, diferenciarnos del otro desde alguna perspectiva. De esta manera podríamos decir que cuando tratamos de conocernos a nosotros mismos, lo hacemos diferenciándonos y comparándonos con otro; y en el caso de Occidente esta comparación se ha concretizado con otra culturas como son las asiáticas. Occidente, o mejor dicho en este caso Europa, se ha sentido como la cuna de la civilización y por ende superior a otras culturas; este hecho no fue la excepción durante los siglos XVIII y XIX, donde las principales potencias europeas se introducen en el mundo asiático con fines imperialistas. Así “la estrategia del orientalismo ha dependido de su superioridad de posición flexible que sitúa a Occidente ante una serie completa de posibles relaciones con Oriente sin que Occidente pierda nunca la ventaja.” A raíz de esta posición surgió la idea o el concepto del mundo oriental, y es precisamente aquí donde surgen dificultades a la hora de interpretar los estudios e investigaciones hechas de Oriente por parte de Occidente, ya que al existir una predisposición o un prejuicio ante el tema estudiado se deja de lado la objetividad con que se investiga sobre el tema. Si bien la objetividad es la meta primordial en un buen trabajo histórico, es difícil lograrla, ya que separar la vida, el contexto y las circunstancias del investigador no es tarea fácil, sobretodo en la época en cuestión donde la manera de hacer historia no es la misma de ahora. Además en los siglos mencionados Europa contaba con la necesidad de justificar la dominación imperial, y la mejor manera de lograrlo era retratar a este mundo oriental como retrasado e

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