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Ensayo De Vasconcelos


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2011  •  2.028 Palabras (9 Páginas)  •  782 Visitas

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El proconsulado

José Vasconcelos.

Introducción

En su libro El proconsulado, publicado en 1939, José Vasconcelos ataca de manera severa a los gobiernos de Álvaro Obregón y de Plutarco Elias Calles, especialmente a este último, por su someterse bajo al gobierno de Washington, por la influencia y preponderancia del embajador Dwight W. Morrow quien, como revela el autor, actuaba como procónsul de su gobierno imperial.

Desarrollo

Durante su campaña electoral por la Presidencia de la República, recibió a dos jóvenes que le pidieron hablar en privado, sin ningún testigo de por medio. Le mostraron un pliego de papel de seda en el que se les acreditaba como representantes personales del general Enrique Gorostieta, militar de carrera que fungía como jefe máximo del movimiento armado de los cristeros en Jalisco, Michoacán y Guanajuato. Los enviados le comunicaron al candidato presidencial, por indicaciones de su jefe, que si al terminar las elecciones de noviembre de ese año consideraba necesario permanecer en el país bajo la protección de la rebelión armada, podría contar con ella en los territorios controlados por la Guardia Nacional, como se le llamaba al movimiento armado rebelde. Vasconcelos les contestó que aceptaba el ofrecimiento y sólo les pedía le preguntaran a su general si el ejército cristero podría resistir más allá de noviembre. Los jóvenes le respondieron que no hacía falta preguntar eso. Ellos mismos estaban en condiciones de responderle de inmediato: el movimiento armado podría resistir por lo menos dos años más.

Vasconcelos vio en lo anterior la posibilidad de coronar sus planes. Como él señala, la campaña electoral era una oportunidad para movilizar al pueblo de México en torno a la democracia, pero estaba convencido de que el voto no sería respetado, jamás permitirían su triunfo los caudillos revolucionarios, por lo que iba a ser necesario convocar a la rebelión armada tras el fraude, como lo hizo Madero en 1910. Ese era su programa. Sin embargo, según lo refiere el propio Vasconcelos, el “procónsul” (el embajador de los Estados Unidos en México, Mr. Dwight Morrow) también previó dicho escenario, paso por paso, y actuó en consecuencia.

Encontré en el relato una especie de clave para entender el conjunto de la situación y derivar de ella las lecciones que podríamos aplicar en la actualidad, a pesar de los cambios que se produjeron en la concepción geopolítica norteamericana, como luego veremos.

Primero veamos el contexto. Tras el asesinato de Obregón, el general Calles declaró en su célebre discurso ante el Congreso en septiembre de 1928, que era el momento de terminar con la era de los caudillos para iniciar la etapa de las instituciones, y que, por lo mismo, él se retiraba de la vida pública; sería designado un presidente provisional que tendría la misión de convocar a nuevas elecciones cuyo resultado sería respetado escrupulosamente. El presidente provisional fue Emilio Portes Gil.

José Vasconcelos, el fundador de la Secretaría de Educación Pública, estaba fuera del país en una especie de exilio voluntario. Cuando se enteró del discurso de Calles, decidió tomarle la palabra para salvar al país del pretorianismo que no terminaba por ser erradicado desde la consumación de la independencia, aunque fuera necesario convocar a las armas si el voto no era respetado. Cruzó la frontera por Nogales en noviembre de 1928 para iniciar su campaña electoral.

Este era a grandes rasgos el contexto político nacional. El internacional era aún más difícil. Como se recordará, en 1823 el entonces presidente de los Estados Unidos, James Monroe, pronunció la famosa frase que algunos atribuyen a John Quincy Adams: “América [es] para los americanos”. Esto dio origen a la llamada “doctrina Monroe”. Los dirigentes de la Unión Americana, para no herir susceptibilidades en Hispanoamérica, trataron de enmendar la plana señalando que se trataba de una advertencia a las potencias europeas para que se abstuvieran de cualquier intento de intervenir en los asuntos de América. Pero la verdad es que desde el momento en que comenzaron a consolidar su poderío, los norteamericanos pensaron que América Latina era un espacio propio en términos del crecimiento de sus mercados y de suministro de materias primas, con lo que esto implica respecto al control político del área. Tal vez no pensaban en una forma de expansión territorial al modo en que después se pensó en la Alemania nazi (el “espacio vital” del que hablaba Hitler para justificar la invasión de Europa oriental y de la Unión Soviética). Pero sí les pasaba por la mente un ámbito de dominación económica y política ajeno a las ambiciones de las potencias europeas.

Después de la Primera Guerra Mundial, a pesar del papel protagónico que habían desempeñado en ella los Estados Unidos, Inglaterra seguía siendo la primera potencia del mundo. Conservaba la mayor parte de su imperio colonial y su dominio marítimo seguía siendo clave en todos los continentes. Fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando Estados Unidos se convierte en la gran potencia internacional (económica, política y militar) sin rival alguno, deshechos los imperios coloniales de Gran Bretaña y Francia y antes del poderío militar que alcanzó la Unión Soviética. Pero esto era imprevisible en 1929. Para entonces, los dirigentes norteamericanos seguían pensando en la “doctrina Monroe” y desde esta perspectiva les era indispensable un gobierno consolidado y a modo al sur de su frontera, por antidemocrático que fuese. Esta era la visión del embajador Morrow, un hombre sin duda inteligente que podía darse el lujo de contar con una visión estratégica de conjunto… imperial, finalmente.

Ahora bien, ¿por qué Vasconcelos le llamaba “procónsul” al embajador? Por el modelo del imperio romano, cuyos dominios eran básicamente provincias y proconsulados. Las primeras eran los territorios conquistados que dejaban bajo la administración relativamente autónoma de los vencidos (“pro victis”, de ahí el nombre). Los segundos eran los espacios estratégicos que los emperadores se reservaban para el gobierno directo de Roma mediante la figura de un procónsul, una especie de virrey.

José Vasconcelos tenía un conocimiento profundo del país. Contra el jacobinismo imperante desde los primeros años de la consumación de la independencia, acentuado con los liberales

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