Ensayo Dedicado A Ignacio De Veintimilla

Ensayo dedicado a Ignacio de Veintimilla

Soberbio. Si un animal pudiera rebelarse contra el Altísimo, él se rebelara, y fuera a servir de rufián a Lucifer. ³Yo y Pío IX´, ³yo y Napoleón´, éste es su modo de hablar.

(Catilinarias, p. 24) 

Avaricia: Dicen que ésta es pasión de los viejos, pasión ciega, arrugada, achacosa: excrecencia de la edad, sedimento de la vida, sarro ignorable que cría en las paredes de esa vasija rota y sucia que se llama vejez. Y este sarro pasa al alma, se aferra sobre ella y le sirve de lepra. Ignacio Veintimilla no es viejo todavía; pero ni amor ni ambición en sus cincuenta y siete años de cochino: todo en él es codicia; codicia tan propasada, tan madura, que es avaricia, yél, su augusta persona, el vaso cubierto por el sarro de las almas puercas.

(Catilinarias, p. 25)

Lujuria: El sueño, suyo es; no hay sol ni luz para este desdichado: aurora, mañana, mediodía, todo se lo duerme. Si se despierta y levanta a las dos de la tarde, es para dar rienda floja a los otros abusos de la vida, para lo único que necesita claridad, pues su timbre es ofender con ellos a los que lo rodean. Da bailes con mujeres públicas, y se le ha visto al infame introducir rameras a su alcoba, rompiendo por la concurrencia de la sala.

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