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Ensayo Sobre El Oficio De Payaso


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  1.104 Palabras (5 Páginas)  •  749 Visitas

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Ensayo sobre el oficio de payaso en occidente

Bufones, cómicos, caricatos, saltimbanquis, jongleurs, llámeseles como se les llame, son payasos.

Podríamos decir que un payaso se mueve entre tres parámetros:

La olla, la libertad y el oficio. El orden puede ser alterado según el payaso.

La olla es una necesidad, y yo diría, la necesidad primera de cualquier ser inteligente como el payaso. Comer, yantar, disfrutar de la comida o, simplemente, comer por necesidad. Actuar, cobrar, comer y viajar. Moverse para volver a actuar, cobrar, comer, y volver a viajar.

La libertad, imprescindible para muchos, aunque vivan presos, en fin, el humor del que se está jugando la vida.

Y el oficio… Otros lo llaman sinceridad, honestidad. La necesidad de hacer bien su trabajo. Un ejercicio espiritual casi siempre disciplinado.

No se sabe cuándo empezó este oficio, ni dónde. Pero conservamos en la Ilíada de Homero al bufón Tersites, quien en los banquetes de los griegos, durante los descansos de la guerra de Troya, al decir las verdades, hacía enfadar siempre a Agamenón y a todos los reyes. (El humor es un arma más poderosa que la ira). Es Ulises, “el de los 1.000 ardides” el que reconoce este poder y el que lo acalla. Posiblemente es el primer estacazo a un payaso.

En la cultura greco-latina los payasos aparecían en los intermedios o al final de las obras teatrales, parodiándolas. O en las casas de los patricios y nobles, amenizando con sus chanzas y filosofías los banquetes. No cobraban un sueldo, pero comían. Llegaron a haber tantos y con tan buen hacer, que a este nuevo oficio se le adjudica un nuevo nombre: “Parásitos”, de donde procede la otra acepción tan conocida y divulgada.

Cuando el emperador romano se convierte al cristianismo y hace de éste la religión oficial (no será la única vez que el cristianismo marque un rumbo en los payasos), se prohíben los teatros y las Atelanas que se celebraban en calles y plazas. La necesidad obligó a los payasos a convertirse en nómadas.

Y llegó la Edad Media. En aquel entonces había un espacio importantísimo: la feria. Se celebraban en los primeros lugares y podían durar semanas. Las gentes vendían y compraban, y sobre todo, había comida. Y en este ámbito (alrededor del fogón) aparecen los que serían conocidos como “gleemen” en Alemania, “jongleurs” en Francia, ”clowns” en Inglaterra. Todos ellos conocidos como bufones. Eran hombres fuertes, atléticos. Podían ser acróbatas, músicos, magos, domadores. Y les encantaba su libertad y los huevos fritos con chorizo. Hay constancia de ello.

Otro tipo de bufón se da en las cortes de la Edad Media. Aunque la mayoría se limitaba a la fiesta, a la holganza y la pitanza, había quien alcanzaba la categoría de consejero. Son ejemplo de ello: Jeffery Hudson, bufón de Carlos I de Inglaterra; el bufón Pierna Barbarroja de la corte española, pintado por Velázquez; o Triboulet, bufón de Francisco I de Francia. En una ocasión, Triboulet fue amenazado de muerte. Al decírselo al rey, éste le contestó que no se preocupara, que si alguien osara matarlo, sería ahorcado media hora después. Entonces Triboulet, preocupado, respondió: “¿No podríais colgarlo media hora antes?”

En el siglo XVI existían compañías de actores que iban de corte en corte, cobrando por las representaciones, danzas y comedias cómicas. Las farsas principales eran los conflictos entre amos y siervos (tal vez el comienzo de la

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