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Epilegomenos


Enviado por   •  22 de Julio de 2015  •  Resumen  •  3.857 Palabras (16 Páginas)  •  720 Visitas

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UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER.

Facultad de Ciencias Humanas.

Escuela de Historia.

Teoría de la historia.

Santiago Quintero Cortes

2140090

Resumen

Epilegómenos

  1. La naturaleza humana y la historia humana

  1. La ciencia de la naturaleza humana

El auto-conocimiento es deseable e importante para el hombre, no solo por mor del conocimiento mismo, sino como condición sin la cual ningún otro conocimiento puede justificarse críticamente o fundamentarse con seguridad. El auto-conocimiento es un conocimiento de sus facultades cognoscitivas, su pensamiento o comprensión o razón.  Pero ¿Cómo ha de alcanzarse tal conocimiento?  Para responder a esta pregunta parece razonable proponer que para comprender la naturaleza de nuestra propia mente, procedamos de la misma manera que cuando tratamos de comprender el mundo que nos rodea.

He aquí una proposición para una “ciencia de la naturaleza humana” cuyos principios y métodos están concebidos en analogía de los utilizados en las ciencias naturales. Es una vieja proposición, expuesta en los siglos XVII y XVIII cuando los principios y métodos de las ciencias naturales se aplicaban triunfalmente a la investigación del mundo físico. Allí surgieron los precursores de los que se derivó la tradición inglesa y escocesa de la “filosofía de la mente humana”, los cuales fueron Locke, Hume y Reid.  Kant no adoptó una posición esencialmente diferente.

Es evidente que tal ciencia de la naturaleza humana, si pudiera lograr siquiera una aproximación a la verdad, tendría resultados extremadamente importantes. Sin embargo, la ciencia de la naturaleza humana, desde Locke hasta nuestros días, no ha logrado resolver el problema de entender lo que es el entendimiento, dando así a la mente del hombre el conocimiento de sí misma. Para el autor, la explicación de este fracaso es que la “ciencia de la naturaleza humana” fracasó porque su método fue deformado por la analogía con las ciencias naturales.

La historia es una forma especial y autónoma de pensamiento, establecida hasta hace poco, cuyas posibilidades no se exploran todavía por completo. Y así como en los siglos XVII y XVIII había materialistas que alegaban que toda realidad era física, así entre nosotros el éxito de la historia ha llevado a algunos a sugerir que sus métodos son aplicables a todos los problemas del conocimiento, es decir, que toda realidad es histórica.

Para el autor lo anterior es un error. Sin embargo, cree y se propone el reto de demostrar que hay cuando menos un importante elemento de verdad en lo que dicen, planteando y sosteniendo la tesis de que la ciencia de la naturaleza humana fue un paso en falso hacia la comprensión de la mente en sí, y que, mientras la manera correcta de investigar la naturaleza es mediante los métodos denominados científicos, la manera correcta de investigar la mente es mediante los métodos de la historia.  Nos dice también que la tarea que pretendía realizar la ciencia de la naturaleza humana se realiza por la historia.

  1. El campo del pensamiento histórico

Aquí, el autor empieza un intento por delimitar la esfera propia del conocimiento histórico, contra aquellos que resolverían todo conocimiento en conocimiento histórico. Para esto, nos dice que cambio e historia no son lo mismo. Las cosas específicas de las cosas naturales constituyen un repertorio inmutable de tipos fijos y en los asuntos humanos no hay tal repertorio de cosas fijas. De acuerdo con las ideas modernas no hay un ideal eterno y la historia humana muestra un cambio no solamente en los casos individuales en que se realizan totalmente estos ideales, sino en los ideales mismos.

Al principio se pensaba que esta transitoriedad de las formas especificas era peculiar de la vida humana, pues mientras las formas específicas de organización humana cambian a medida que transcurre el tiempo, las formas de la organización natural no cambian y tienen un desarrollo que es solamente lógico y no temporal. Pero esta posición ante la naturaleza ha sido destruida por la doctrina de la evolución, la cual nos dice que la constitución química de nuestro mundo actual es solo una fase de un proceso que viene de un pasado muy diferente y va a un futuro muy diferente.   Esta concepción evolucionaría parecería haber abolido la diferencia entre proceso natural y proceso histórico, y haber reducido la naturaleza en historia. Cosa que se fortalece con el aporte de Whitehead de que una cosa natural toma tiempo.

Estas modernas perspectivas de la naturaleza “toman el tiempo muy en serio”. Pero así como la historia no es lo mismo que cambio, así tampoco es lo mismo que “temporaridad”. Tales perspectivas parecen haber estrechado el abismo entre la naturaleza y la historia. Sin embargo, para los historiadores esto no es así, pues la historia propiamente dicha es la historia de los asuntos humanos y su técnica no puede aplicarse tal como está al estudio de los procesos naturales; y mientras más se elabora esta técnica, más se aparta de la posibilidad de ser aplicable en tal sentido.

Los mantenedores de la doctrina que estamos analizando dirían que aquí hace el historiador un distinción arbitraria entre cosas que son realmente las mismas, razón que lleva al autor a plantear la pregunta de ¿por qué los historiadores identifican habitualmente la historia con la historia de los asuntos humanos? Para responderla no basta considerar las características del método histórico, debemos preguntar cuál es la naturaleza general de los problemas para cuya solución se ha urdido este método. Cuando lo hayamos hecho, se verá que el problema especial del historiador es distinto a los problemas propios a las ciencias naturales.

Nos encontramos entonces con que el historiador, al investigar cualquier acontecimiento del pasado, hace una distinción entre el exterior y el interior de dicho acontecimiento. Por exterior del acontecimiento se entiende todo lo que le pertenece y que se puede describir en términos de cuerpos y sus acontecimientos. Por interior, lo que de él sólo puede describirse en términos de pensamiento. El historiador no se queda jamás con sólo uno de estos aspectos. En efecto, lo que investiga no son meros acontecimientos, sino acciones, y una acción es la unidad del exterior y el interior de un acontecimiento. Tiene que recordar siempre que acontecimiento fue una acción y que su tarea principal es adentrarse en el pensamiento en esa acción.

En el caso de la naturaleza no se presenta esta distinción entre el exterior y el interior de un acontecimiento, pues estos son meros acontecimientos y no los actos de agentes cuyo pensamiento se esfuerza por rastrear el hombre de ciencia. Se hace evidente entonces que el historiador no necesita y no puede emular al hombre de ciencia en la búsqueda de las causas o leyes de los acontecimientos, ya que para la ciencia, el acontecimiento se descubre percibiéndolo, y la búsqueda ulterior de su causa se lleva a cabo asignándolo a su clase y determinando la relación entre esa clase y otras. Para la historia, el objeto por descubrir no es el mero acontecimiento sino el pensamiento que expresa. Por tanto, los procesos de la naturaleza se pueden describir como secuencias de meros acontecimientos, pero los de la historia no. Los de la historia son procesos de acciones, que tiene un interior que consiste en procesos de pensamiento, y lo que el historiador busca es estos procesos de pensamiento, es decir, toda historia es la historia del pensamiento.

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