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Era sábado, no había casi nadie, pero allí nacía uno de los movimientos sociales más importantes de nuestra historia;


Enviado por   •  20 de Octubre de 2016  •  Monografía  •  1.869 Palabras (8 Páginas)  •  167 Visitas

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Era sábado, no había casi nadie, pero allí nacía uno de los movimientos sociales más importantes de nuestra historia; a fines de abril del setenta y siete, un grupo de mujeres, catorce para ser exacta, frente al horror como fue la desaparición de sus hijos, lograron transformar ese dolor en lucha. Ellas no tenían un oficio, solamente eran madres y amas de casa, no eran políticas, no pertenecían a ninguna organización, el único oficio era el de ser madres y amas de casa. La noche del veinticuatro de mayo de mil novecientos setenta y siete, muchas personas, entre ellas, madres y padres salieron a buscar a sus hijos y familiares desaparecidos. Los acompañaban el dolor enterrado en el alma en carne viva y a partir de ahí les nació el coraje. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a las comisarías y a los cuarteles. Buscaron en las morgues. Nadie sabía nada. Vivían cada día con la esperanza de una noticia. Cada noche era la frustración del silencio. Los padres varones volvieron a sus trabajos. Las madres, eran amas de casa, estaban solas, yendo de un lado a otro, averiguando sin obtener ningún tipo de respuesta. Les invadía la impotencia del no saber, de ¿quién les explicaría? ¿Quién les daría algún tipo de información? De a poco, empezaron a cruzarse por los mismos laberintos, a reconocerse y a descubrir que había otras que compartían ese dolor y ese esfuerzo a la lucha. Al menos no se sentían solas se acompañaban mutuamente, no era sólo una a la que le estaba ocurriendo esto eran varias, eso hizo que pensaran en unir sus luchas y Azucena Villaflor, propuso reunirse en la Plaza de Mayo para “hacerse oír”. Ese grupo de mujeres les dieron la razón, su lugar seria la Plaza de Mayo. Justo frente a la casa rosada, así podrían hacerse ver, necesitaban que el gobierno las viera, las escuchara, tenían que estar allí frente a ellos, hacerse notar, que vieran esas mujeres con el pañuelo en la cabeza. Mientras estaban en la plaza, tramaban cómo hacer para seguir en esta búsqueda infinita, se pasaban papelitos, informes, o futuros puntos de encuentro, ocultaban esos mensajes en ovillos de lana, por si la policía o los militares se les cruzaban en el camino. No querían que las descubrieran. Ya que tenían los ovillos, llevaban agujas y tejían en la plaza, mientras iban pasándose información, inventando qué hacer, cómo buscar, cómo evitar la impotencia de no hacer nada. Tejían las acciones para buscar a sus hijos y denunciar lo que estaba pasando. La primera vez fue el sábado 30 de abril de 1977. Eran sólo 14 en la Plaza de Mayo. Como no había casi nadie, decidieron volver el viernes siguiente. Para atajarse de malos augurios porque los “Viernes es día de brujas”, empezaron a encontrarse los jueves, el día que nunca más abandonarían. El diez de diciembre del mismo año se desató un hecho que aterrorizarían a las madres, la desaparición de Azucena Villaflor, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga, fueron secuestradas en la Parroquia Santa Cruz por un grupo de tareas de la Marina, estas madres fueron torturadas y arrojadas vivas al mar, más tarde sus cuerpos aparecerían en las costas de Santa Teresita. Esto fue totalmente desalentador para muchas madres que dudaron volver a la plaza, había que elegir, seguir, esconderse o volverse a casa sin embargo las que se encontraban siempre alrededor de Azucena no dudaron en volver, ella había dejado muy claro como había que seguir luchando, desde la plaza, y así lo seguirían haciendo, sin bajar los brazos. Fue muy duro para Hebe volver a la plaza después de ese diez de diciembre. Como dice Gorini en el libro La Revolución de la Madres “Volver a la plaza después de ese diez de diciembre fue para Hebe el mayor esfuerzo de su vida. Se sentía destrozada, partida en mil pedazos que debía volver a juntar si pretendía continuar la lucha. Sabía que Azucena ya no estaría allí para alentarla y darle valor”. Hebe decía que había que hacer todo a la luz del día, que había que aprender de lo ocurrido y no había que transgredir los límites. Había que cuidarse mucho de los contactos porque decían que el secuestro de Azucena se debía a que ella tenía contactos con militantes montoneros. Valientemente unas treinta madres volvieron a estar en la plaza, aunque aterrorizadas y sin poder respirar ellas seguirían en la plaza cada jueves. Las tareas fundamentales eran mantener la presencia en las plazas y conservar el vínculo con el conjunto de madres que el año anterior se habían acercado. Ahora el objetivo principal era ser reconocidas mundialmente, su esperanza era que se acercaba el mundial y vendrían corresponsales de todas partes del mundo, entonces el mundo las reconocerían, al menos si ellas también fueran secuestradas, no sería en vano su lucha, traspasarían las fronteras. En mayo de 1978 el ministro del interior, Albano Eduardo Arguindeguy  mando llamar a todos los directores de los diarios importantes para asegurarse que información iban a difundir durante el mundial porque no quería que se desprestigie ni el gobierno y las fuerzas armadas. Lo que le molestaba al gobierno era la presencia regular de las Locas de Plaza de Mayo, eran una piedra en el zapato. Sabiendo que el mundo entero estaría mirando Argentina y que Buenos Aires sería el escenario de la Copa del Mundo. La imagen más importante de todo este espectáculo sería La Plaza de Mayo pero allí estaban ellas, Las Madres, que serían entrevistadas por todos los reporteros de distintos lugares y finalmente su triste historia daría vueltas el planeta. Videla se encontraba con ese cartel en todos los países que iba de visita y su defensa era que se trataba de una campaña Antiargentina que se desencadena antes del mundial de Fútbol, el gran problema era que Las Madres no parecían gente subversiva ni terroristas. Para los militares la seguridad estaba totalmente garantizada. El triunfo sobre los subversivos era contundente, a dos años de la iniciación del Proceso de Reorganización Nacional queda claramente definida la victoria sobre el oponente. Esto se media en las cifras de los desaparecidos, asesinados, presos, exiliados y desmovilizados militantes y en la total desarticulación de los diversos grupos. Anderson decía que agentes de publicidad de la avenida Madison estaban intentando mejorar la imagen de la dictadura Militar de Argentina con la misma habilidad que ellos emplean para vender desodorantes y cigarrillos. En pasados artículos decía: hemos informado como la Argentina se ha vuelto uno de los más peligrosos y caóticos países de la tierra. Secuestros, muertes y torturas se han convertido en hechos diarios.”Mas gente muere en la Argentina en un año, nos dijo una fuente del departamento de Estado, que en cinco años en Irlanda del Norte”. “Un estudio elaborado por muchos periodistas consideraba opresor y represivo el gobierno argentino, una dictadura institucional lo cual merece poco menos que una condena.” Videla necesitaba cambiar esa imagen no le gustaba para nada figurar de esa manera a través del mundo. Entonces tenía que hablar con gente que sabia del tema, y así lo hizo, habló con expertos y le aconsejaron un altamente controlado programa de comunicaciones. Durante el mes de mayo el gobierno lanzó una campaña televisiva con la pregunta ¿Sabe usted dónde está su hijo ahora? Como réplica las madres confeccionaron una respuesta tipo e irónica. El tema de Las Madres fue uno de los más controvertidos, ¿Cómo educó usted a su hijo?, ¿Sabe usted que está haciendo su hijo en este momento? allí se hizo un trabajo más bien psicológico culpabilizándolas y  responsabilizándolas del destino que habrían sufrido sus hijos de no haber cumplido con su rol de madres. Serían los padres de los desaparecidos, los responsables de esa situación. La acción psicológica de la dictadura revela la ardua polémica ideológica que se ve obligada a librar con las madres porque debía decirles a la sociedad que esas madres no cumplieron con el papel de tales y ¿con que autoridad reclamaban hoy a sus hijos? “Se nos iban a venir encima – sostiene Bonafini- Estábamos seguras de que si lo que habíamos pasado hasta entonces era muy difícil, mucho más difícil iba a ser lo que nos esperaban. Iba a ser una lucha, ¿Cómo iban a permitir que nos quedemos en la plaza a la vista de todos los periodistas? ¿Cómo iban a dejarnos hablar con la prensa? Si ya nos habían secuestrado a tres madres y nos acosaban y nos montaban provocaciones a cada rato, ¿Qué no iban a ser a escasos días del mundial? No habían invertido tanto dinero ganado y gastado tantos esfuerzos para que nosotras les arruináramos el espectáculo. Pero la verdad es que nosotras estábamos dispuestas a aguantar la que se nos viniera. No importaba qué. Ni nos parábamos a pensar. Lo único que pensábamos era cómo lo íbamos a hacer. O ni lo pensábamos tampoco. Sólo íbamos a la plaza y que pasara lo que pasara”. Ellas estaban totalmente convencidas y ése era su objetivo principal, a parte no pensaban abandonar la plaza ese espacio lo habían tomado como propio y les habían costado la desaparición de tres madres. Les costaba mucho llegar al centro, porque la plaza estaba vallada y los policías cuando veían que venían las paraba y les decían que no podían estar ahí, así que ellas se iban e intentaban entrar por otro lado, al final eran tantos los grupitos que intentaban entrar por todos lados que terminaban mareando a los policías y al final se llenaban de alegría si lograban llegar al centro. El país estaba de celebración, todos los argentinos entusiasmados porque al fin el mundial llegó a la Argentina, el gobierno pensaba utilizar ese escenario para promocionar una imagen pacífica y respetuosa de los derechos humanos. Y por fín Las Madres pudieron salirse con la suya, mientras todo el mundo miraba el espectáculo por televisión, en ese mismo momento Holanda transmitía a millones de personas la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Las madres habían logrado su mayor objetivo, ya no sería tan fácil librarse de ellas y hacerlas desaparecer como lo habían hecho con sus compañeras. Ahora todos los corresponsales del mundo querían tener una entrevista con ellas, querían saber lo que en realidad sucedía en ese país, querían saber que eran esas mujeres que llevaban ese pañuelo blanco en la cabeza y finalmente Las Madres de Plaza de Mayo serían reconocidas mundialmente.  

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