Europa y Estado de bienestar.
Enviado por MauMD22 • 6 de Abril de 2016 • Resumen • 1.224 Palabras (5 Páginas) • 304 Visitas
UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTÓNOMA DE MÉXICO
Alumno: Mauricio Marmolejo Dorantes
Las naciones europeas de occidente, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial (SGM) poco a poco fueron adoptando sistemas políticos democráticos debido a que el socialismo y el comunismo, en su práctica económica, no contaban con suficientes herramientas, para solventar los gastos de las naciones que habían optado por aunarse a la Unión Soviética y que además tenían que reconstruirse a sí mismas por los daños ocasionados por la guerra: el socialismo no supo valorar la capacidad del capitalismo para generar innovaciones productivas suficientes, así como no supo crecer al mismo ritmo de la globalización para hacerle frente y solventar su sobrevivencia como sistema político alterno.
Una vez adoptado el sistema democrático, la recuperación veloz que tuvieron las naciones de Europa al terminar la SGM dio paso a que la economía mundial tuviera uno de sus mayores auges de penetración y expansión, solidificando métodos masivos de producción y relaciones, que se vieron alimentadas por una economía funcional y una política fuerte y persuasiva. Del lado oriental se encontraban aquellas naciones que fueron mayormente influenciadas por la esfera socialista, y del lado occidente las naciones quienes el líder de la esfera de influencia era Estados Unidos (EE.UU) con el sistema capitalista; la carrera tecnológica, la de invasión del espacio, la nuclear, económica, etc., de inmediatamente terminada la SGM y los equipos, por decirles de alguna forma, que se crearon y los sistemas que anteriormente se habían tenido, fundaron las bases para las futuras democracias que se habrían de adoptar en el occidente del continente.
Las democracias comienzan a tener un carácter sociológico, acreditado al mismo tiempo por la moralidad que pregonaban como por la comparación que se hacía con las democracias intentadas en el periodo de entreguerras, las cuáles terminaron en nacionalismos de ultra derecha. La guerra, en este aspecto práctico, fungió como patente de una manera innovadora de hacer política, pues el fascismo dejó claro cómo no había que organizar a la milicia, la política o incluso como no inculcar moral en la sociedad de una nación, menospreciando el papel que futuras derechas extremas podrían desempeñar, y dejando florecer a las democracias cristianas, a los partidos comunistas y otras corrientes demócratas de resistencia en los países más afectados por la guerra.
El paradigma por excelencia por el cual terminarían por triunfar las democracias en el continente sería la Sociedad de Naciones, puesto que al terminar la SGM se tomaron medidas distintas a las que caracterizaron el periodo de entreguerras, por ejemplo, “no se plantearon […] indemnizaciones o reparaciones de guerra, […] tampoco se crearon [nuevas] fronteras de nuevos estados.”[1] En este caso, Alemania debía pagar las reparaciones de la guerra, ‘naciones’ que fueron incluidas, Alemania Federal como Alemania Democrática, en el Plan Marshall para la recuperación de la nación.
Finalmente, lo que cerraría el trato de la democracia con las naciones europeas, fue la nueva política estadounidense hacía la Europa en reconstrucción, con sus nuevas técnicas de libre mercado y la política de Estado de bienestar lo que permitió fidedignamente “asentar los regímenes democráticos, tanto en Europa como en otros países”[2].
El proceso de democratización de España y Portugal, a principios de los años setenta, se encuadra dentro de la “tercera oleada”[3] según Samuel Huntington, éstos primero atravesaron una época de dictaduras antes de adentrarse en el camino del Estado de Bienestar en el cual países de Europa ya tenían una experiencia de 10 años[4]. Portugal en dictadura desde 1926 con Antonio de Oliveira Salazar a la cabeza y España desde 1933 con Francisco Franco, terminaron de instaurar un régimen democrático hasta principios de los ochentas con la Revolución de los claveles y la aprobación de la Constitución de 1978, respectivamente. En ambas naciones influyó la oleada de descolonización del África; a Portugal le afectó las guerras en Angola y Mozambique, y a España los movimientos en Marruecos y en el Sahara, así como el desempeño del Partido Comunista y de la monarquía del Rey Juan Carlos I para iniciar una transición hacia la democracia[5]. Estos periodos, franquista y salazarista, demoraron la entrada de ambos países a la Unión Europea y de España a la OTAN, así como la instauración de las políticas socialdemócratas o de Estado de bienestar que caracterizarían a las naciones de Europa años después de terminada la SGM.
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