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Evolución del comercio SEGUNDA ACTIVIDAD


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  3.206 Palabras (13 Páginas)  •  110 Visitas

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 Evolución del comercio

SEGUNDA ACTIVIDAD

      1.2.1 Prehistoria

    En una visión retrospectiva, el comercio o la actividad comercial es tan antigua como la humanidad misma y nació de una necesidad imperiosa del hombre. Conforme este perdió su aislamiento y se aunó en familias y tribus al objeto de mejor luchar contra los elementos, conoció la vital necesidad de intercambiar objetos. Esto se comprende fácilmente teniendo en cuenta que existían tribus pastoriles, agrícolas, nómadas y sedentarias, entre otras.

   Al contactar una tribu pastoril, que disponía de gran abundancia de carne, con una tribu agrícola abundante en grano se originaba la necesidad de un cambio complementario, dando lugar al origen de la permuta o trueque, primera formula de la actividad comercial denominada comercio.

   Debido a esa creciente necesidad, en el devenir de los siglos, esa concepción llamada comercio siguió desarrollándose a medida que los primeros medios de comunicación iban surgiendo y perfeccionándose, dando lugar a nuevas formas de intercambio para evitar los inconvenientes del traslado material de cosas, mercancías, resultando de ello el dinero (oro y otros materiales preciosos) y posteriormente los medios de pago (letras de cambio pagarés, etc.) con lo cual nació el concepto mundialmente conocido hoy en día como la compraventa.  Figura 1

   Imaginemos una economía primitiva formada por cuatro personas nada más: un pescador, un cazador, un alfarero y un agricultor, economía en la cual existen tres diferentes formas en las que los protagonistas mencionados pueden satisfacer sus necesidades en el primer caso, el de la autosuficiencia, cada uno recolecta los productos que necesita para subsistir. El cazador se ocupa sobre todo de cazar, pero también se da tiempo para pescar, hacer alfarería y cultivar para conseguir los demás productos necesarios para la subsistencia. Al hacerlo, el cazador es menos eficiente en su oficio, y lo mismo ocurre con los otros.

   En el segundo caso, el del intercambio descentralizado, cada uno ve a los otros tres como “compradores” potenciales que constituyen un rudimentario concepto de mercado. Así, puede ser que el cazador haga viajes particulares para intercambiar carne por artículos del pescador, el alfarero y el agricultor.

   En el tercer caso, el intercambio centralizado, aparece un nuevo personaje llamado mercader que se situaba en un núcleo o área central de población a la que llamaremos “plaza de mercaderías”. Cada uno de los protagonistas de esta economía primitiva, lleva sus bienes al mercader y los cambia por otros que (el) necesita. Así, en lugar de negociar con los demás proveedores, el cazador sólo lo hace con un “mercader”. Los mercaderes y las plazas de mercaderías centrales reducen enormemente el número total de transacciones necesarias para realizar un volumen determinado de intercambios.

   A medida que aumento el número de personas y transacciones en la sociedad, también aumento el número de mercaderes y de plazas, dando lugar al concepto de mercado. (Figura 2)

            1.2.2 Edad Antigua

  Mientras que en tiempos prehistóricos el comercio solía apoyarse principalmente en la rudimentaria permuta o trueque, las culturas antiguas por su parte en siglos adelante, venían desarrollando una gran actividad comercial con otras culturas florecientes en esa época. La civilización fenicia se asentaba sobre la base del quehacer de sus comerciantes y contaba con puertos mercantiles. De igual florecimiento puede decirse de las culturas cretenses y cartagineses. Es importante destacar que la estabilidad del imperio romano favoreció notablemente los intercambios comerciales y la creación de las primeras rutas y mercados comerciales. 

            1.2.3 Edad Media

   

   La estabilidad de Europa auspiciada por el imperio romano, se vio truncada por las sucesivas invasiones de las hordas germánicas y árabes, acaecidas entre los siglos V y IX, con lo que el comercio experimentó retroceso motivado por la inestabilidad, que impedía el normal desarrollo de las prácticas comerciales y de la civilización artístico-espiritual. Occidente y Oriente estaban enfrentados y el Mediterráneo quedaba bajo la influencia de los árabes.

   Hasta finales del siglo IX  el comercio se desarrolló de forma local dentro de los reinos o condados. Los intercambios se  efectuaban principalmente por medio de la permuta, lo que motivó un notable estancamiento en el empleo del dinero. Como consecuencia de las dificultades de comunicación de las sociedades feudales y a que los transportes se llevaban a cabo penosamente entre los distintos enclaves, el comercio revestía un marcado carácter típicamente localista.

   Las monarquías medievales se caracterizaron por el feudalismo, reservando los medios de adquisición en manos de unos pocos, por lo que difícilmente podía floreces el comercio en aquellos tiempos, agravado por el hecho de eran pueblos generalmente en pie de guerra y en luchas de reconquista. Se atravesaban épocas de austeridad y miseria para las clases subordinadas (pueblo llano. Menestrales, siervos, etc.)

   Durante el periodo feudal los mercados eran cotos cerrados tras las murallas urbanas; la economía continuaba  basándose en la autosuficiencia y el trueque o permuta. La fuente principal de abastecimiento de la concentraciones poblacionales estaba en el campo, de donde extraía su necesario sustento, materias primas, minerales y madera, todavía permutándolos con éste por los objetos de la industria artesanal.

   Un notable cambio tuvo lugar gracias al asentamiento del feudalismo (siglo IX) y a la acción llevada a cabo por los cruzados (siglo XI en adelante) en su lucha contra el Islam, con lo que quedó abierto de nuevo el Mediterráneo a la actividad comercial, desarrollándose una vez mas el trafico marítimo entre los pueblos y volviendo a su antiguo esplendor los puertos. Tras el telón de ciudades reconquistadas fueron surgiendo grandes núcleos cortesanos, adonde acudían presurosos pequeños artesanos y comerciantes, ampliando así los intercambios entre los núcleos poblacionales. Aparecieron de nuevo los cambistas y con ellos la implantación de la pequeña industria artesanal: ropera, sedera, metalúrgica y la imprenta.

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