Evolución de la Artillería

Evolución de la Artillería:

• Materia: A.M.G
• Cabo Hnrio. Rafael Oyenard

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• Bibliografía: “Grandes Batallas del mundo” de John Mcdonald

                         RC-6-40

                         “De Re Militari”

                        “Wars of the 20th century”

Introducción:

La Artillería permite hacer fuego a grandes distancias apoyando a las tropas desplegadas en el frente de batalla.

La Artillería apoya y protege mediante el fuego a las fuerzas de combate en acciones terrestres, destruyendo o neutralizando al enemigo e impidiendo que emplee sus fuegos con eficacia.

Da profundidad al combate actuando en las zonas de retaguardia, restringiendo movimientos, desarticulando reservas, órganos de comando e instalaciones de servicio del enemigo.

Asiste al mando para obtener la integración de todos los medios de apoyo de fuego en las maniobras a ser ejecutadas.

La Artillería está organizada para batir objetivos terrestres y aéreos (en el caso de la Artillería antiaérea).

Sus fuegos se caracterizan por: POTENCIA, PROFUNDIDAD Y PRECISIÓN.

Artillería:

La Artillería nace con la invención de la pólvora en el siglo XV, una de las primeras armas de Artillería que se conoce es la bombarda creada en el comienzo del siglo XVI, la cual fue implementada como arma de asedio como podemos apreciar en la imagen que se muestra a continuación:

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Hacia el siglo XVII se dio invención a la Culebrina, la cual era una pieza de Artillería de gran tamaño,  se usaba tanto como para abatir objetivos en tierra como para artillar navíos. Esta potente arma de fuego que rondaba entre las 16 y 24 libras se seguía usando como arma de asedio. Esta potente

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También se dio invención al cañón de ánima lisa y al mortero, todas estas piezas eran fabricadas en bronce.

Hacia fin del siglo XVIII y Siglo XIX, la Artillería sufrió sus cambios más importantes dentro de grandes guerras como las napoleónicas o la guerra franco-prusiana por ejemplo. Son piezas lisas y de ava ncarga fabricadas en bronce y hierro, se emplean cañones, morteros y hace su aparición el obús.

En las guerras napoleónicas la pieza de a 4 era el cañón más ligero de la potente artillería francesa, de la que Napoleón, antiguo oficial de artillería, estaba especialmente orgulloso.

Esta pieza de 85mm de calibre, tenía una escuadra de seis artilleros.

Los servidores seguían un proceso exacto para cargar, apuntar y disparar.

Por esas fechas los cañones no tenían sistemas de amortiguación y era necesario emplazarlos de nuevo en batería después de cada disparo mediante cuerdas como lo muestra la imagen a continuación: 

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Inmediatamente, un servidor introducía una baqueta mojada en el ánima para apagar las partículas incandescentes dejadas por el último disparo. Después, se colocaba una nueva carga con el atacador, se introducía el saquete de pólvora, se cebaba, se verificaba la puntería, se acercaba el botaguego al oído del cañón y se disparaba.

Napoleón también contaba con 24 piezas de a 12 entre sus 80 cañones. Estos eran menos manejables en comparación con los cañones aliados en aquel entonces. Cada pieza tenía tres armones para el transporte de la munición. Estas se colocaron unos 25 mts. Detrás de las piezas y contenían 48 balas macizas y 20 botes de metralla. Además, en el avantrén había otras 9 balas de forma que cada pieza disponía de 213 proyectiles.

Existían tres grandes tipos de proyectiles: los botes de metralla, las balas y los rompedores; estos últimos solo podían ser disparados por los obuses. Para ser eficaz, la  bala debía ser rápida. Por ello era frecuente emplearla con piezas de caña larga, que le aseguraban una gran velocidad. El bote de metralla, que consistía en un cilindro cargado con bolas metálicas, solo se utilizaba a corta distancia. El cilindro se rompía y diseminaba las bolas.

Era esencial que la posición de las tropas en combate fuera correcta, pues el ángulo de elevación debía calcularse de forma que los proyectiles pasaran por encima de sus cabezas.

Las balas se disparaban en trayectoria casi paralela al suelo para diezmar las filas enemigas. Las balas de hierro perdían velocidad después de rebotar una o dos veces en el suelo pero incluso aunque fuera tan lenta que pudiera ser vista, todavía podía decapitar a un hombre.

En 1859 Napoleón III dota su ejército de los nuevos cañones de avancarga de ánima rayada, una pieza de a 4 en bronce, capaz de enviar proyectiles cónicos con precisión a una distancia de 3200 mts.

En la segunda mitad del siglo XIX los distintos tipos de piezas fueron mejorando a través de conflictos bélicos importantes que requerían un desarrollo armamentístico de gran escala como lo fue por ejemplo la guerra civil estadounidense.

El 1 de Julio de 1863 en Gettysburg se libró una de las batallas más importantes de la mencionada guerra. El Norte, que disponía una considerable industria de armamentos, empleó baterías de seis piezas, casi todas del mismo calibre para simplificar el problema de las municiones. El sur,  sin grandes recursos en este campo, tenía baterías de cuatro piezas, las que pudo encontrar.

En los dos bandos, era muy apreciado el “Napoleón”, pieza de 12 de ánima lisa, en bronce, que disparaba a 1500 mts. Concebido por Napoleón III en 1853, era de avancarga y podía disparar balas, botes de metralla o granadas.

Numerosas baterías nordistas estaban equipadas con el Parrot, una pieza de 10 y ánima rayada, de avancarga, más precisa que el “Napoleón” y de un alcance un poco superior. Este cañón de fundición, reforzado por un zuncho de hierro forjado alrededor del fogón, no era más caro de fabricar pero presentaban riesgos de explosión a causa de una fundición imperfecta. En el curso del mayor duelo artillero de la guerra, el ejército nordista del Potomac disparó 32000 proyectiles, mientras tanto que el ejército sudista de Virginia del Norte disparó tan solo 20000.

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