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Ezequiel Zamora


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2013  •  1.698 Palabras (7 Páginas)  •  343 Visitas

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EL FEDERALISMO COMO IDEARIO POLITICO.

La organización política que asumimos los venezolanos a partir de la década de 1945, interrumpida durante diez años de dictadura militar, está hoy en crisis. Es un sistema democrático, centralizado y de partidos, que se estructuró sobre dos pilares fundamentales:

El primero de estos pilares es nuestra democracia de partidos, por cuanto ellos asumieron el monopolio de la representatividad política. Sobre esta base fue configurado nuestro sistema electoral, que sólo en los últimos años se ha venido modificando. Sin embargo, los partidos políticos poseen un dominio tan férreo sobre dicho sistema que las reformas introducidas desde 1989 no han podido dar los resultados que se buscaban. Más aún, la orientación en este momento es volver atrás porque las reformas electorales no han funcionado. Pero no lo han hecho porque no se ha querido que funcionen. Ciertamente, se produjeron algunos cambios para que no pasara nada, ya que los partidos políticos detentan el monopolio de la representatividad y de la participación de la sociedad civil.

El segundo pilar de nuestro sistema político ha sido la organización centralista del Estado, bajo cuyo dominio el poder local fue minimizado hasta convertirlo en un poder prácticamente inexistente durante las primeras décadas de este ciclo histórico. Debemos recordar que el municipio de la Constitución venezolana de 1961, que estatuye un municipio casi ideal, sólo comenzó a tener alguna realidad en la vida cotidiana del país a partir de 1989. Todo ese lapso, incluyendo el correspondiente al de la vigencia de la Ley Orgánica de Régimen Municipal de 1978, corresponde a un período de transición del municipio anterior, construido en la autocracia, pero sin ninguna relación con la democracia.

Zamora, Guzman y La Lucha Hacia La Victoria Electoral

Movimiento insurreccional de carácter popular y social que estalló en varias zonas agropecuarias de Venezuela en septiembre de 1846 y que se extendió hasta mayo de 1847. En términos generales, dicha insurrección no fue más que la expresión de una situación que tenía sus raíces en la grave crisis económica que sufría el país desde 1842; en el descontento de diversos sectores del agro (hacendados, arrendatarios, arrieros, peones, esclavos entre otros) con respecto a las medidas económicas y fiscales aplicadas por el gobierno presidido desde 1843 por Carlos Soublette; en las campañas oposicionistas del Partido Liberal, cuyo máximo líder, Antonio Leocadio Guzmán, acusaba de oligarca a Soublette, al ex presidente José Antonio Páez, quien seguía siendo el hombre fuerte del régimen, y a sus partidarios que controlaban el comercio y las finanzas de Caracas. En relación a los antecedentes más cercanos al movimiento de 1846, se pueden citar la insurrección de Villa de Cura en junio de 1844, acaudillada por Juan Silva; la de Orituco en septiembre del mismo año, encabezada por Juan Celestino Centeno y el asalto a la cárcel de Calabozo, en diciembre de 1845, por los hermanos Juan y José Gabriel Rodríguez. A pesar de que todos estos alzamientos fueron sofocados por las fuerzas del gobierno, evidenciaban el alto grado de descontento social existente. En tal sentido, todas estas revueltas estuvieron signadas por la necesidad de conseguir mayores reivindicaciones sociales, sobretodo para las clases sociales bajas involucradas en la mismas.

A mediados de 1846, las condiciones económicas y sociales se habían agudizado, a lo que se sumaba el clima de turbulencia política provocado por la campaña para elegir al próximo presidente de la República. Los principales candidatos para lo comicios a celebrarse en agosto de 1846, eran José Tadeo Monagas, Antonio Leocadio Blanco, Bartolomé Salom, José Félix Blanco y Gregorio Monagas

Ezequiel Zamora y las luchas populares por una revolución democrática

La prematura muerte de Zamora, el 10 de enero de 1860, favoreció que finalmente prevalecieran quienes deseaban un cambio puramente formal, el cual se concretó con la firma del Tratado de Coche, el 24 de abril de 1863. Con este tratado se concretó un simple cambio de opresores en el gobierno, sólo que en lugar de conservadores y constitucionalistas, se proclamaron liberales y federales. Pero la estructura económica, la que constituía el fundamento material de la oligarquía, continuó intacta, y al lado de los viejos apellidos que controlaban la riqueza territorial agraria, monopolizaban el comercio y la usura, comenzaron a figurar apellidos de origen "oscuro" (Brito Figueroa, ob.cit., p.478).

Al igual que en 1814, la muerte del líder que guiaba el movimiento revolucionario de las masas, Ezequiel Zamora, dejó inconclusas las aspiraciones del campesinado. La Federación bajo la conducción de Falcón y Guzmán Blanco terminó siendo una caricatura de lo que originalmente había delineado Zamora. Nuevamente, la ausencia de un sólido liderazgo colectivo que continuara la lucha cercenó las posibilidades de triunfo de los desposeídos. Sobre la personalidad de Zamora[19], mencionemos aquí la opinión de uno de sus lugartenientes, Emilio Navarro, y hagamos de paso la comparación con los "líderes" actuales de nuestra democracia, en los cuales pareciera cosa común la ausencia total de principios y de ideales de justicia social:

"El General Ezequiel Zamora era un soldado verdadero, valiente, ... incapaz de cometer ningún atentado... Era Zamora por lo natural agradable de trato, afable con las familias sin que aspirase

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