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Fútbol sala.


Enviado por   •  24 de Marzo de 2017  •  Ensayo  •  1.887 Palabras (8 Páginas)  •  260 Visitas

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Revelando a los marginados del conflicto armado a partir de las imágenes. Casos de estudio:Doris Salcedo, Sillas vacías del Palacio de Justicia y Alejandro Restrepo, Iconomía.

Edmara Elisa Jordan/ Asignatura: Arte Contemporáneo II/ 8vo semestre    

        En la actualidad la multiplicidad ha conquistado el mundo, es decir, las fronteras han desaparecido para movernos en el campo del otro y sus diversas formas de pensamiento. De este hecho no se excluye el arte, el cual muestra variedad de formas y sentidos sin pertenecer a un estilo, categoría o lugar, estallando e irrumpiendo en el mundo y su diverso acontecer, motivo por el cual aparecen los giros; una estrategia interpretativa para ubicar y ordenar de alguna manera la multiplicidad de historias que se nos presentan dentro del arte. No obstante, se debe tener en cuenta que esos “giros” son un pasar por las cosas, es decir, un ir y venir y no una clasificación cerrada (De Irit Rogoff, 2011: 253-266).

Uno de esos giros es el de la memoria, el cual recoge los trabajos artísticos centrados en presentar las ausencias en el presente. En cuanto a esto, un  sinnúmero de artistas inscriben sus trabajos  en el evocar; se interesan en insertar en la actualidad voces significantes olvidadas, esto con el fin de preservar identidades, desenmascarar falsas verdades y hacer una crítica a las diversas verdades institucionalizadas.

Dicho giro toma fuerza cerca de los años 60, cuando los artistas se interesaron en hacer memoria de distintos ámbitos para “salvar historias”, ser  “contraofensa a la muerte” de hechos importantes y “vencer al olvido” (De Guash, 2005: 158). Esta práctica e interés se desarrolló porque como individuos sociales debemos hacer memoria, pues el pasado funciona para reconstruir y encarar identidades (Huyssen, en: Guash, 2005: 159). Al mismo tiempo, se debe  indicar que es consecuencia de los diversos regímenes de verdad que existen en el mundo, los cuales exhiben verdades subjetivas  y a veces irreales. En relación a esto, debemos tener presente que la historia es una construcción, una narración que se elige según las necesidades de ciertos individuos; “…cualquier narración histórica con una secuencia de hechos es en esencia una reconstrucción, es decir, una selección de datos y evidencias que conforman un objeto” (De Navarrete, 2005: en línea), lo que es una prueba de que vivimos en un mundo de ocultamiento, marginación de verdades y verdades fabricadas, motivo por el que se justifica el reivindicar el pasado por parte de los artistas.

Sin embargo, vale la pena mencionar que la tendencia a recordar, no es consecuencia  (únicamente) de los regímenes de verdad y el poder, sino también del mundo actual en el que nos sumergimos, pues este sufre la masificación de las imágenes, su reproductibilidad constante, la  desterritorialización que diluye las historias originarias.

La imagen actualmente es un espectáculo, muestra diversas historias en prensa, en el día a día, razón  por la cual son olvidadas. Pedro A. Cruz, citado por Sergio Martínez Luna, explica que las imágenes no son capaces de afectar, pues existe un flujo constante de ellas, el cual reduce su contenido  a lo efímero, es decir que las historias desaparecen con el llegar de otras (De Martínez, 2017: en línea).

En este sentido, diversos hechos históricos, sociales y culturales quedan ocultos, opacados frente a la institución, las necesidades, intereses o nuevas imágenes.  Son muchas las historias violentas, trágicas, políticas y cotidianas que quedan ausentes, sin ser escuchadas, tal es el caso de la violencia producida en Colombia tras el conflicto armado, en el cual las víctimas quedan marginadas, como si nada hubiese ocurrido, motivo por el cual, artistas, se empeñan en enfrentar esos simulacros de estabilidad, en reivindicar la historia trágica de su país, haciendo memoria.

        Doris Salcedo y Alejandro Restrepo hacen presentes, historias ausentes, reivindican a todas las víctimas del conflicto armado de su país (Colombia). Asimismo hacen valer al arte contemporáneo, el cual no va hacia el futuro como el modernismo,  sino que expone su mundo, “se está presente en el presente”, exhibe su realidad sin olvidar las formas del pasado, lo que quiere decir que retoma formas ya hechas, las reproduce para crear algo nuevo (De Boris, Groys, 2009: 01-02). Así pues, ambos artistas recrean los hechos que no son presentados y que forman parte de su realidad, no obstante,  no reviven el dolor de las víctimas y sus familiares. El objetivo no es causar suplicio, sino mostrar los residuos de la violencia que se oculta en el país, hacer memoria de ello.

Para reflejar lo apuntado, primeramente situaremos como ejemplo a Doris Salcedo (Bogotá, 1958), quien rompe con el silencio de las victimas colombianas, fracturando el poder y su aparente estabilidad. Se encarga de “…difundir al exterior de manera irreverente, el estado cultural de la violencia en Colombia” (De Ponce, en: Wenger, 2012: en línea). Sin embargo, debemos comentar, expresa sus preocupaciones políticas y sociales a través de la belleza. Una de las obras que se inserta en esto y en reivindicar hechos pasados, es la intervención: Sillas vacías del Palacio de Justicia (2002). Dicha obra surge del recuerdo de 1985,  año en el cual, el Palacio de Justicia de Bogotá fue tomado por una guerrilla, provocando así un incendio y una cantidad de muertos.  

        En ese tributo a los desaparecidos de aquel trágico episodio, se observa una confrontación con la violencia a través de la intervención de sillas colgantes en el palacio (imagen 1). Estos objetos están cargados de recuerdos del ausente, es decir, hacen presente el vacío que dejó la violencia, reclama al conflicto, pero sin revivir el dolor o el hecho, sino más bien  la experiencia de la ausencia, creando imágenes que “…humanizan (…) actos inhumanos” (Salcedo, en Razón Pública: Entrevista YouTube).    

[pic 1]

Imagen 1,  Doris Salcedo, Intervención Sillas vacías del Palacio de Justicia (2002)

        Salcedo se caracteriza por crear imágenes que refieren a la violencia política, pero no se centra en un hecho en particular, sino en las experiencias de vacío de las personas, es decir, las ausencias, las cuales deben sufrir las personas que quedan. Reivindica el sufrir y a esos desaparecidos marginados por  políticas que ocultan las realidades del conflicto armado.   Esto lo hace tomando el olvido de la sociedad e inscribiendo allí precisamente, una imagen pública y monumental del ausente y su experiencia; esto con el fin de contar la experiencia al espectador (Salcedo, en Razón Publica: Entrevista YouTube). Con la intervención de las sillas en el palacio, la artista hace presente la ausencia en el lugar del olvido, de manera que aquella sea capaz de mostrar lo que dejó el conflicto y así reivindicar la vida de esas personas desparecidas, las cuales aparentan no haber existido nunca en medio de los poderes que reeditan la verdad de los hechos.  

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