Filosofia
Enviado por audreybueno • 30 de Mayo de 2014 • 2.052 Palabras (9 Páginas) • 192 Visitas
LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA TEOLOGÍA.
1. Hacia una nueva unidad fe-razón. El desafío constituye también la puerta hacia una nueva reconstitución. Su misma radicalidad indica que no se trata de un avatar de superficie o de determinadas modas teóricas, sino de una urgencia puesta al descubierto por el trabajo de la historia. La excesiva y creciente distancia entre fe y razón, entre revelación y trabajo cultural había distanciado a la religión de la vida real, haciéndola aparecer, literalmente, como algo caído del cielo y, por lo mismo, sin enganche vivo con los problemas humanos. La crítica bíblica, primero, al hacer ver que la palabra de Dios aparece sólo como palabra humana dentro del esfuerzo de los hombres y mujeres por encontrar un sentido a sus vidas, demostró el enraizamiento de la revelación. Esta no es ajena a la razón, sino su modo religioso de ejercerse; modo especificado por el descubrimiento de que es Dios quien determina toda la realidad y, por tanto, también a ella misma. Las consecuencias son decisivas. Ante todo, de ese modo —como ya lo había diagnosticado Hegel— se reconstruye a un nuevo nivel la unidad entre fe y razón: esta ya no se encuentra ante la /revelación como ante algo ajeno, que deba aceptar porque sí, sino ante otra forma o uso de sí misma, que a su debido nivel puede y debe verificar en su verdad o falsedad. La palabra de la revelación constituye una auténticamayéutica histórica, en el sentido que no remite la persona a fuera de sí misma, sino a su propia y definitiva realidad, invitándola a reconocerse en esa interpretación que la muestra constituida y habitada por la presencia divina. La teología trascendental, tal como la ha propugnado sobre todo K. Rahner, constituye la muestra más original, fecunda y significativa. Por otro lado, se comprende mejor que la revelación no es patrimonio exclusivo del cristianismo: toda religión es revelada, en cuanto supone un modo específico de captar y articular la presencia salvadora de Dios dentro de una cultura determinada. Esto no significa una nivelación de todas las religiones, pues cada modo puede ser más o menos perfecto, con deformaciones mayores o menores, y estar en un estadio más o menos evolucionado. Pero sí abre la posibilidad, y aun la necesidad, de un diálogo real y efectivo entre las religiones, que hoy constituye justamente una de las grandes tareas de la teología. Finalmente, el proceso mismo ha obligado a que la fe se encarne, es decir, se confronte con las diferentes dimensiones de la realidad en que se mueven los creyentes. Esta confrontación, que empezó con la ciencia (astronomía con Galileo y biología con Darwin) y la historia (el proceso de la crítica bíblica), tiene que prolongarse con las distintas ramas del saber. Importancia especial reviste al respecto todo lo referente al lenguaje, tanto en las cuestiones críticas del análisis lingüístico, como en las de /hermenéutica (de algún modo toda la teología consiste en una hermenéutica que intenta comprender y actualizar lo que está expresado en los textos de la Biblia y en los monumentos de la tradición). Las teologías narrativas encuentran por este costado sus mejores ejemplos y su legitimación definitiva.
2. Las nuevas teologías. Esta profunda renovación que el cambio cultural ha inducido en la teología, tenía que traducirse, por fuerza, en nuevos modos de realizarla en concreto: es lo que normalmente se expresa al hablar de nuevas teologías, que caracterizan los intentos de renovación en el siglo XX.
a) Al principio, revistieron un carácter más sectorial, señalando, o bien nuevos frentes temáticos, como la teología patrística o la bíblica, o bien nuevos estilos que intentaban aproximarla a la vivencia espiritual o práctica: tal fue el caso de la teología kerygmática, hacia los años treinta, la cual, frente a la teología científica o universitaria, quería servir de manera más inmediata para la predicación y para la orientación de la vivencia religiosa. De todos modos, la renovación se dejó sentir, en su verdadera consecuencia, cuando la teología decidió habitar los nuevos continentes descubiertos por la modernidad: el sociológico, ante todo, y más tarde el psicológico; a ellos hay que unir, con características especiales, el nuevo protagonismo de la mujer.
b) Las teologías políticas, de la esperanza y de la liberación constituyen, sin lugar a dudas, el fenómeno más renovador e influyente. Fue inducido históricamente por la nueva conciencia sociológica que Hegel diagnostica ya en la Revolución Francesa, y que encuentra su expresión más influyente en K. Marx. Empezó a manifestarse en los intentos parciales de las teologías de las realidades terrenas y del trabajo (las llamadas teologías de genitivo), para acceder luego a un planteamiento totalizante, en cuanto que quiere afectar al entero trabajo teológico: quiere reformular toda la teología considerando la fe desde su carácter práxico. Apoyado sobre todo en las narraciones liberadoras del Exodo, en la predicación de los profetas y en la praxis concreta de Jesús de Nazaret, este planteamiento lucha contra laprivatización de la fe, para insistir en su aspecto social, en las consecuencias sociocríticas y liberadoras de su propuesta. Ha asumido distintos estilos, de acuerdo con el lugar desde donde se ejerce. Sus dos modalidades principales son la europea y la latinoamericana. La primera cuenta con dos grandes iniciadores: el evangélico J. Moltmann, con su teología de la esperanza, y el católico J. B. Metz, con su teología política. Muy en contacto con el marxismo caliente (E. Bloch) y con la teoría de la acción comunicativa (J. Habermas), cuida mucho el aspecto metodológico y, consciente de su contradicción de estar situada en el continente rico y explotador, trata de universalizar la conciencia cristiana hacia su responsabilidad solidaria con el Tercer Mundo. La otra modalidad, la teología de la /liberación latinoamericana, es la que ha desplegado con más vigor las nuevas potencialidades, con autores tan influyentes como G. Gutiérrez, J. L. Segundo, L. Boff, I. Ellacuría, J. Sobrino... Influida y fecundada a nivel científico por la europea, vive en la plena coherencia de hacerse, formal y físicamente, desde el lugar del /pobre. Esto la hace motor consciente del /compromiso liberador con los desheredados, apoyando su protagonismo y rescatando los valores de la religiosidad popular. De ahí su enorme impacto, tanto en la conciencia
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