Fin Del Milenio
Enviado por spasmo • 16 de Marzo de 2015 • 2.066 Palabras (9 Páginas) • 346 Visitas
Estamos en el principio de una nueva era, que se caracteriza por
una gran inseguridad, por una crisis permanente y por la ausencia de
cualquier tipo de statu quo..
Ésta no es menos importante que la que
se produjo después de 1945, aun cuando ahora las condiciones para
remontarla parecen mejores, porque no hay potencias vencedoras ni
vencidas, ni siquiera en la Europa oriental
Aunque el ideal terrenal del socialismo y el comunismo se haya
derrumbado, los problemas que este ideal intentaba resolver
permanecen: se trata de la descarada utilización social del desme-
surado poder del dinero, que muchas veces dirige el curso de los
acontecimientos.
Aunque el ideal terrenal del socialismo y el comunismo se haya
derrumbado, los problemas que este ideal intentaba resolver
permanecen: se trata de la descarada utilización social del desme-
surado poder del dinero, que muchas veces dirige el curso de los
acontecimientos.
El siglo XX corto acabó con problemas para los cuales nadie tenía, ni pretendía
tener, una solución lo único que sabían con certeza era que una era de la historia llegaba a su fin
Así, por primera vez en dos siglos, el mundo de los años noventa carecía de
cualquier sistema o estructura internacional
¿Dónde estaban las potencias internacionales, nuevas o viejas, al fin del milenio?
El único estado que se podía calificar de gran potencia, en el sentido en que el
término se empleaba en 1914, era los Estados Unidos
Si la naturaleza de los actores de la escena internacional no estaba clara, tampoco
lo estaba la naturaleza de los peligros a que se enfrentaba el mundo. El siglo XX
había sido un siglo de guerras mundiales, calientes o frías, protagonizadas por las
grandes potencias y por sus aliados, con unos escenarios cada vez más apocalípticos
de destrucción en masa, que culminaron con la perspectiva, que afortunadamente
pudo evitarse, de un holocausto nuclear provocado por las superpotencias. Este
peligro ya no existía Esto no quería decir, evidentemente, que la era de las guerras hubiese llegado a su fin.
la confrontación entre las superpotencias mundiales eran posibles en cualquier momento
En resumen, el peligro global de guerra no había desaparecido; sólo había cambiado
No cabe duda de que los habitantes de estados fuertes, estables y privilegiados
podían creer que eran inmunes a la inseguridad y violencia que aquejaba a las zonas más desfavorecidas del tercer mundo y del antiguo mundo socialista
; pero estaban equivocados. La crisis de los estados-nación tradicionales basta para ponerlo en duda
Ahora resultaba posible que pequeños grupos de disidentes, políticos o de
cualquier tipo, pudieran crear problemas y destrucción en cualquier lugar del mundo
como lo demostraron las actividades del IRA en Gran Bretaña y el intento de volar el
World Trade Center de Nueva York (1993)
la creciente separación entre las zonas ricas y
pobres del mundo. Cada una de ellas tenía resentimientos hacia la otra. El auge del
fundamentalismo islámico no era sólo un movimiento contra la ideología de una
modernización occidentalizadora, sino contra el propio «Occidente».
Por el contrario, en los países ricos la amenaza de la xenofobia
popular se dirigía contra los extranjeros del tercer mundo
, y la Unión Europea estaba
amurallando sus fronteras contra la invasión de los pobres del tercer mundo en busca
de trabajo. Incluso en los Estados Unidos se empezaron a notar graves síntomas de
oposición a la tolerancia de facto de la inmigración ilimitada
En términos políticos y militares, sin embargo, ninguno de los bandos podía
imponerse al otro
En términos políticos y militares, sin embargo, ninguno de los bandos podía
imponerse al otro Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX cada vez quedó más claro que el primer mundo podía ganar batallas pero no guerras contra el tercer mundo o, más bien,
que incluso vencer en las guerras, si hubiera sido posible, no le garantizaría controlar los
territorios
En suma, el siglo finalizó con un desorden global de naturaleza poco clara, y sin
ningún mecanismo para poner fin al desorden o mantenerlo controlado.
El siglo XX corto ha sido una era de guerras religiosas, aunque las más
El fracaso del modelo soviético confirmó a los partidarios del capitalismo en su
convicción de que ninguna economía podía operar sin un mercado de valores. A su vez, el
fracaso del modelo ultraliberal confirmó a los socialistas en la más razonable creencia de
que los asuntos humanos, entre los que se incluye la economía, son demasiado importantes
para dejarlos al juego del mercado
Puede ser que las generaciones futuras consideren que el debate que enfrentaba al capitalismo y al socialismo como ideologías mutuamente excluyentes y totalmente opuestas no era más
que un vestigio de las «guerras frías de religión» ideológicas del siglo XX
Las décadas de crisis habían demostrado las limitaciones de las diversas políticas de la
edad de oro, pero sin generar ninguna alternativa convincente. Revelaron también las
imprevistas pero espectaculares consecuencias sociales y culturales de la era de la
revolución económica mundial iniciada en 1945
Si las ideologías programáticas nacidas en la era de las revoluciones y en el siglo
XIX comenzaron a decaer al final del siglo XX, las más antiguas guías para perplejos
de este mundo, las religiones tradicionales, no ofrecían una alternativa plausible.
El declive y caída de las religiones tradicionales no se vio compensado, al menos
en la sociedad urbana del mundo desarrollado, por el crecimiento de una religiosidad
sectaria militante, o por el auge de nuevos cultos y comunidades de culto, y aún
menos por el deseo de muchos hombres y mujeres de escapar de un mundo que no comprendían ni podían controlar, refugiándose en una diversidad de creencias cuya
fuerza residía en su propia irracionalidad
La situación era diferente en el tercer mundo y en las zonas adyacentes,
exceptuando la vasta población del Extremo Oriente, que la tradición confuciana
mantuvo inmune durante milenios a la religión oficial
lo que ocurrió en las últimas
décadas del siglo, cuando la elite minoritaria y secular que llevaba a sus países a la
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