Fundacion de san luis

“En la falda misma de la montaña se alzó la primera fundación –escribía Víctor Saá. Y agregaba: “Así nació San Luis de la Punta de los Venados o San Luis de Loyola Nueva Medina del Rioseco, vulgarmente llamada “La Punta”. Y el mismo día de la fundación comenzó la desigual demanda; demanda que llena de admiración a Estanislao Zeballos que la considera gesta no escrita y que hace exclamar al P. Cabrera refiriéndose a San Luis: “urbe heroica, denodada e invicta”. Los ranqueles permanentemente amenazaron destruir la población. Alguna vez lo consiguieron. Los fundadores y cofundadores se mantuvieron a duras penas, a fuerza de corazón, careciendo de lo más elemental para defender sus hogares y cuando no fue posible hacer más, la montaña les dio albergue en la seguridad de sus valles. Por eso hemos afirmado alguna vez que el primer siglo de existencia de San Luis fue más convencional que real. Y por la razón misma de la cruenta lucha y de su desamparo, se explica su estancamiento. El seno fraterno de la montaña, no obstante, en el silencio eglógico de los valles profícuos, preparaba el futuro”. Si estamos por conmemorar o conmemorando los 421 años transcurridos desde que en 1594 el Gral. D. Luis Jofré de Loaiza y Meneses funda la ciudad de San Luis de Loyola Nueva Medina de Rioseco y pese a todas las circunstancias adversas jamás se interrumpió ni fracturo el hilo de oro de nuestra sucesión cuatro veces secular, es porque en la profunda soledad de nuestras sierras se gestaban los días por venir. “Para ser como somos –transcribo conceptos de A. González del Pino debemos buscar nuestro origen y nuestro pasado; la Historia maestra de la vida como decían los antiguos, es la única que puede permitirnos esa visión. Vamos a ella no como especialistas, ni como cronistas de hechos pasados, sino como hombres del presente que necesitan esa luz para construir el futuro. Toda historia es historia contemporánea dice Croce, es con ese sentido que volvemos hacía un pasado para hacerlo presente por que si hay siempre gloria y esplendor en los orígenes, ahora nos toca mantenerlo vivo”. Mantener vivo lo que ya fue, es decir la Historia viva y viviendo en el propio ser, es tanto como reconocer en ella, inexcusablemente, una continuidad, una permanencia, pero también la posibilidad de que, lo recibido, lo trasmitido, lo contado se aumente y se ensanche. Solo así el pasado progresa –par utilizar un vocablo justoavanza y se desarrolla en nosotros y con nosotros de tal manera que la herencia que nos dejaron nuestros mayores no es algo petrificado, anquilosado o momificado, sino una realidad dotada de plenitud existencial, en otras palabras es un patrimonio espiritual. Ese patrimonio, los bienes recibidos, los valores esenciales y permanentes entre los que debemos incluir la Religión Católica, el idioma y la cultura de la hora primera, constituye nuestra Tradición que hace al estilo, al carácter de nuestra nacionalidad,

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