GUERRA FRIA

LA ÚLTIMA ETAPA DE LA GUERRA FRIA

Pese a que el decenio de los sesenta se abrió con inmejorable perspectivas en el camino hacia un mundo solidario y en paz, no iba a tardar en renacer la atmosfera de la guerra fría , incluso con mayor virulencia que en los momentos mas agudos de la década anterior.

La llegada de Fidel Castro al poder, tras el derrocamiento del dictador Batista, y la reapertura de la problemática berlinesa, alimentaron el conflicto en los dos focos de mayor potencia bélico, debido, en particular , a su crucial posición estratégica.

LA CUBA DE CASTRO Y LA CRISIS DE BERLIN

Favoreciendo en un primer momento por la misma administración Eisenhower, Fidel Castro pronto descubrió sus simpatías hacia la Unión Soviética, encauzando su régimen por las pautas del modelo marxista leninista.

El hecho suponía un desafío a todas las tradiciones americanas y colisionaba frontalmente con los postulados primarios de Yalta. Así pues, la nueva administración Kenndy dio luz verde a la invasión de la isla por unos dos mil exiliados, a los que se les negó en cambio, cualquier apoyo aéreo . Sin eco en el interior, el desembarco en Bahía de los Cochinos abril de 1961 termino en un desastre para las fuerzas anticastristas, dando alas a Fidel Castro para que proclamase sin tardanza la naturaleza “socialista” de su gobierno.

Remansado transitoriamente el tema cubano, la reaparición del problema berlinés en el verano del mismo año lo relego definitivamente a un segundo plano de la realidad política .La entrevista celebrada en Viena en junio, entre Kennedy y Jruschov no fue muy provechosa, aunque al menos se acordó una nueva visita del líder soviético a Estados Unidos y la neutralización de Laos.

Probablemente para llegar a Estados Unidos con bazas negociadoras el líder soviético pretendió arreglar definitivamente la siempre espinosa cuestión berlinesa. Ante ella el pronunciamiento de Kennedy fue, si cabe, aún más rotundo que el de Truman al encarnar en Berlín el destino de todo el mundo libre, sin dejar de preparar, incluso a su pueblo para una llamada a las armas. Pese a ello los soviéticos establecieron a mediados de agosto “el muro de Berlín” para impedir la continua sangría experimentada por la República Democrática Alemana con un éxodo de tres Millones de habitantes a la Alemania Federal. La protesta estadounidense fue firme, aunque finalmente se aceptó el hecho consumado, la crisis remitió con tanta rapidez como su gestación, aunque se había vuelto a abrir4 el foso que separaba a las dos súper potencias en los días más álgidos de los años cincuenta.

LA “CRISIS DE LOS MISILES” Y EL FIN DEL ESPIRITU DE LA GUERRA FRIA

En duelo entre la producción armamentista de los dos colosos se reanudo con inusitado frenesí, volviéndose a efectuar pruebas nucleares en tierra y aire por los soviéticos y únicamente en el segundo elemento el año 1962 trajo consigo el agravamiento de la tensión cubano estadounidense. A comienzos del verano, técnicos y material de la Union Sovietica en cantidades muy considerables establecieron en la isla bases de misiles que, una vez descubiertos por los aviones de reconocimiento de Estados Unidos , fueron catalogados por los soviéticos como simples emplazamientos defensivos, la casa blanca rechazo el argumento y, después de asegurarse el apoyo de la Organización de Estados Americanos y de la OTAN declaro a finales de Octubre una cuarentena sobre todas las armas ofensivas con destino a Cuba . Los preparativos de Guerra alcanzaron por parte estadounidense un volumen espectacular, con movilización de numerosas unidades y una cifra ingente de aviones y navíos. Tal decisión determino que Jruschov buscase una salida airosa a la crisis aceptando Estados Unidos el levantamiento del bloqueo como contrapartida al desmantelamiento de las instalaciones.

Con el relevo de la cúpula de poder en las dos superpotencias llego a su término la situación de guerra fría. A pesar de la escala del conflicto de Vietnam, en el que la administración Kennedy erró en sus planteamientos iniciales, la guerra del Yom Kippur la invasión de Checoslovaquia y otras crisis posteriores no implicaron una vuelta al espíritu de la guerra fría. La razón estriba en que tanto el Kremlin como la Casa Blanca, unidos ya por el famoso “teléfono rojo” establecieron el pacto tácito pero más consistente que ninguno de los firmados entre ellos por el que ambos se erigían en gendarmes internacionales para impedir un holocausto mundial. La coexistencia reemplazaba ya para siempre a la rivalidad belicosa.

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