Grado de alineación de la frustración y de la sociedad Сubana

Un pueblo alienado es aquella sociedad en que sus integrantes, o una alta proporción de los mismos, han internalizado que no tienen otra alternativa que obedecer las decisiones que emanan del poder, al cual ellos no tienen acceso. Aceptar por inercia las normas de juego por otros establecidas es mucho más grave que un pueblo frustrado o enajenado, cuyas únicas alternativas son el escapismo, añorando sueños que alguna vez concibieron, o la subordinación a otra sociedad idealizada que les permitiría una vida más placentera.

Hoy, la sociedad cubana, en considerable proporción alienada, frustrada y enajenada, padece un gobierno permeado por los valores del capitalismo de estado, que ejerce un paternalismo primitivo de irrespeto a la persona humana y a su memoria histórica. No se respeta la individualidad y se contempla a la persona como a quien debe ofrecérsele prioritariamente educación dirigida (adiestramiento), alimentación y asistencia médica para que pueda ser más eficiente en el conglomerado social.

Podemos afirmar que el grado de alineación y frustración de una sociedad es señal inequívoca del grado en que esa sociedad está alejada del socialismo, y que éste no existe ahí donde el movimiento obrero organizado, mediante su órgano representativo -el sindicato-, es autónomo, no partidista, democrático y participante en la dirección social.

No me hablen de Marx como referencia tomada de las ediciones estalinistas de divulgación de su pensamiento. Recordemos que Marx fue conocido en Latinoamérica en el pasado siglo a través de traducciones del alemán al ruso y posteriormente editadas y traducidas al español.

Marx

Marx rechazó el concepto de partido único que va a la vanguardia del proletariado y director del estado. Marx fue claro y definitivo al afirmar que al proletariado nadie lo salvará si no se salva éste por sí mismo. Es decir, que en estados como el cubano, en que la dirección compete a un partido único, el movimiento obrero organizado está subordinado a ese partido por mandato constitucional y esto no puede llamarse marxista.

Coincido con Marx al rechazar todo dogma filosófico, así como la formulación de la teoría revolucionaria, expuestas en su juventud en la Francia de 1844 donde comenzó a padecer su exilio.

No voy a entrar en los debates en los que él, en su época, calificó a los socialistas que discrepaban con sus puntos de vista de "socialistas utópicos", y se calificaba a sí mismo y a quienes compartían sus reflexiones o proyecciones políticas como "social

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