Guerras sucias

“Guerras Sucias, el mundo es un campo de batalla” es un texto escrito por Jeremy Schahill que relata el camino por el que transitó Estados Unidos para posicionar el  asesinato como elemento central en su política de seguridad nacional. El periodista galardonado con el premio Polk menciona también la repercusión de tal decisión en el resto del mundo; como guerras encubiertas por EUA, el poder absoluto del ejecutivo, los secretos de estado, la caza de “enemigos de  América”, el espionaje a los propios ciudadanos  y el uso de unidades militares especiales que no responden de su actuar si no es a la Casa Blanca.

Los lectores de “Guerras Sucias” encuentran en sus páginas las razones por las que Schahill asegura que las administraciones presidenciales estadounidenses conciben el mundo, y me atrevería a decir que el universo, como un campo de batalla en el cual imponerse y del cual servirse; redibujando los mapas o afirmando su dominio sobre los recursos naturales a escala global, sin impotar los enfrentamientos directos.

El ataque a las torres gemelas es un parteaguas que el texto toma para mostrar la división en el actuar de la administración norteamericana en temas de terrorismo y asesinato, y los métodos para “contrarrestarlo”. Otro de los datos que quedan claros, gracias a las palabras del periodista, es que la invasión de Irak después del atentado 11-S no tuvo fundamento, pues no existía conexión iraquí alguna con el ataque, pero si que hay mucho petroleo en tal suelo.

Con el paso de las hojas, Schahill comeinza a trazar una red de personas; como Cheney, Rumsfield, Clarke, Wolfowitz y Black, que creen que Estados Unidos debe de utilizar cualquier, en verdad cualquier, metodo que asegure a tal país ser la única superpotencia. Para ello se idearon planes, como la Guia de Planificacion de la Defensa, donde los intereses norteamericanos debian de prevalecer a cualquier coste, disuadiendo a cuqleuier potencia en crecimiento de “aspirar aiquiera a desempeñar un papel regional o global mayor por su cuenta”.

La comparación entre la administración Clinton y la de Bush hijo es también un tema recurrente debido a la evolución del actuar de la administración. Mientras que el primero – Clinton – se preocupaba por no infringir la prohibición presidencial del asesinato como metido de actuación gubernamental, el segundo aseguraba desde su etapa en campañas que proyectaria su poder a muy largas distancias en poco tiempo con la ayuda de fuerzas letales y de facil traslado.

Tales promesas llegaron hasta Oriente Medio y comenzaron una guerra sin justificación donde - aquí el último sujeto crucial nombrado en la lectura que ni los villanos de pelicula equiparan - Cofer Black; agente de la CIA, fue desatado para ”convulsionar el mundo”, citando sus palabras. Tal hombre se valió hasta de empresas privadas de servicios militares, contratadas por el Gobierno de EUA, para capturar y eliminar en “sitios negros” ubicados en al menos ocho paises sin que el Congreso ni nadie les perturbara.

No es mi menester transcribir cada aberracion que fue que ser hecha; como autorizar a la CIA para apresar y retener en cualquier lugar del globo a cualquier sospechoso de ser un combatiente que sería torturado cual épocas medievales, para que la Casa Blanca ontuviera poderes bélicos ilimitados, volviera a la CIA sinonimo de verdugo y convirtiera al mundo en un campo de batalla. Basta leer “Guerras Sucias” para saber tal historia, lo que yo pretendo es opinar en relación al concepto de poder y sus límites, si es que los hay.

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