HABILIDADES DE COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA
Enviado por karenryns • 12 de Agosto de 2018 • Documentos de Investigación • 2.220 Palabras (9 Páginas) • 151 Visitas
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Materia: HABILIDADES DE COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA
Nombre del trabajo: Cuento “Ojos azules”.
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“La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el mismo destino.” Karl Wilhelm Von Humboldt (1767-1835) Político prusiano.
-LA TORMENTA DESPUÉS DE LA TORMENTA.
Se venía una gran tormenta en Tenochtitlán, el cielo gris acompañado de grandes nubes lo confirmaba. Los españoles no esperaban la tragedia que estaba por venir, la inevitable tormenta iba a significar una total y desgarradora derrota, la cual se daría en aquella batalla llena de sangre, dolor y muerte. Esta noche pasaría a la Historia como la Noche Triste, pero no fue triste sólo para los españoles, también lo fue para sus aliados tlaxcaltecas, ya que varias de sus personas iban a terminar muertas en la gran venganza azteca.
El soldado español de ojos azules yacía en un pedazo de madera proveniente de los botes usados para el cultivo, el joven estaba rodeado de varias piezas brillantes de oro que se había robado de los aztecas, se le encontraba flotando entre las milpas, inconsciente. Este hombre parecía muerto, inmóvil y pacífico. No se le acostumbraba a verle así, porque en el pasado cuando peleaba y conquistaba no tenía nada de pacífico, mataba sin sentimiento alguno. Pero ahora el soldado estaba en un sueño profundo y lo único en su mente era aquella mexicana, su amante, la que sería la madre de su hijo bastardo.
La tormenta cada vez se acercaba más, el soldado permaneció inmóvil hasta que el ruido de un fuerte trueno lo despierta inmediatamente. Sus grandes ojos azules se abren de golpe, el soldado lleno de temor suelta un fuerte grito y a continuación se toca su pecho desesperadamente, en busca de su corazón.
No se encontraba herido, no tenía sangre en su ropa. Sorprendido se intenta poner de pie, pero no puede. Sus piernas no se movían, su cuerpo estaba frío como la nieve y lleno de sudor, igual que aquellas noches cuando tenía pesadillas de crío.
De pronto, siente un dolor muy fuerte justo en el corazón, nunca había sentido un dolor así, era tan diferente que no lo podía poner en palabras. Mientras que el dolor va creciendo, él empieza a recordar todo lo que le acababa de pasar, lo que parecía que había ocurrido solo hace unos momentos. Venía a su mente la batalla con los aztecas, la sangre, los gritos, los tambores, las pérdidas de sus compañeros y su muerte.
Muy confundido toma todas las piezas de oro que podía sostener y después se sube a la milpa más cercana y sus ojos se llenan de lágrimas. Su llanto era porque aquella noche el oro tuvo un poder ambicioso tan grande en él que lo llegó a matar. Se acerca al borde de la milpa y observa su reflejo en el agua, él sabía que no se trataba de un sueño o un producto de su imaginación, aquella noche donde perdió la vida en el sacrifico fue totalmente real.
Sin encontrarle sentido a lo que ocurría, empieza a cuestionarse, ¿Por qué no está muerto, si él mismo vio su corazón latiendo en alto en las manos de un sacerdote azteca?, ¿Por qué despertó aquí?, ¿Dónde está?, ¿De dónde viene ese dolor insoportable del pecho? y finalmente ¿Por qué no puede dejar de pensar en aquella mujer? No entendía nada de lo que estaba pasando. Sintió un hueco en el corazón, supo que se trataba de ella.
El dolor en su corazón aumentaba cada vez más, sentía que se desvanecía, en ese momento vino a su mente la imagen de ella, observando al hombre fijamente con aquellos ojos grandes y oscuros, mientras que era arrastrado por los aztecas hacia su destino final.
Siente gotas en su rostro, no sabía si eran lágrimas o lluvia. Voltea hacia el cielo confirmando que la lluvia ya había comenzado.
Bum, bum, bum, bum. Llovía, mientras que a lo lejos resonaban los tambores. El soldado siente sus piernas estremecerse, se da cuenta que está volviendo a pasar. No sabe qué hacer, pero estaba seguro de una cosa, tenía que salir de la capital azteca. Toma el oro que tenía a su alcance y da un clavado en el agua. Al sumergirse siente que cargaba muchos kilos y se empieza a hundir lentamente, regresa rápido y sin aire a la milpa. Él siempre ha sido un hombre fuerte y ha cargado con peso mucho mayor que eso, no hay razón por la que no pueda nadar con las piezas.
Lo vuelve a intentar y ocurre nuevamente lo mismo. Bum, bum, bum, bum, el ruido de los tambores empieza a aumentar. Es en ese momento que el soldado decide que el oro no lo volverá a matar. Ve al oro con una mezcla de desprecio y nostalgia y lo suelta al agua. Se lanza una vez más, ahora se sentía más ligero que nunca, empieza a nadar sin realmente saber a dónde se dirigía, tal vez a Veracruz o tal vez regresar con sus tropas, con Sandoval y Ordás o con Hernán Cortés para advertirles lo que estaba por venir.
Pero, había un pensamiento aún más grande y poderoso en su mente, aquella indígena preñada con su niño. Era claro que los aztecas sienten gran odio por los españoles. Si su niño nace y tiene rasgos españoles, será asesinado por los indígenas o esclavizado por los españoles.
La tenía que encontrar y llevarla junto con su hijo lejos de aquellos animales salvajes. Nadaba más rápido y se decía a sí mismo que no era un cobarde por dejar a los otros españoles morir de manera tan violenta, no hay nada que pudiera hacer, los tambores ya habían empezado a sonar, la derrota era inevitable.
En cambio, a él, sin explicación alguna, la vida le dio una segunda oportunidad, una oportunidad para cambiar su destino. Esta tal vez signifique despedirse de las riquezas prometidas, ilusiones, de España y su familia que lo esperaban. Pero ahora tiene la opción de poder vivir y formar una nueva familia que probablemente le llene el vacío que sentía en su corazón. Evitar su propia derrota.
Deja de nadar porque llega a tierra, aunque se encontraba sin aire, empieza a correr. Recuerda su destino pasado y analiza donde se encontraba la mexicana en aquel momento, por la hora que era la muchacha ya debería estar en camino hacia ese lugar. Corre en busca de la mujer, evitando los caminos en los que sabía que seguramente las tropas españolas y tlaxcaltecas se encontraban, ya que si lo veían huir le matarían. Sigue corriendo.
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