Historia De La Granadera De Guatemala
Enviado por yukajama • 22 de Agosto de 2012 • 5.609 Palabras (23 Páginas) • 3.212 Visitas
LA LLORONA
La llorona era una mujer indígena, enamorada de un caballero español o criollo, con quien tuvo tres niños. Sin embargo, él no formalizó su relación: se limitaba a visitarla y evitaba casarse con ella. Tiempo después, el hombre se casó con una mujer española, pues tal enlace le resultaba más conveniente. Al enterarse, la Llorona enloqueció de dolor y mató a sus tres hijos en el río. Después, al ver lo que había hecho, se suicidó. Desde entonces, su fantasma pena y se la oye gritar "¡Ay, mis hijos!" (o bien, emitir un gemido mudo). Suele hallársela en el río, recorriendo el lugar donde murieron sus hijos y ella se quitó la vida. Se dice que la Llorona no puede llevarse el alma de una persona si ésta usa la ropa interior al revés. También se cuenta que cuando a la Llorona se la escucha que está muy lejos, es porque está cerca, y cuando se escucha cerca, es porque está lejos.
LOS CADEJOS
Las leyendas refieren la existencia de dos cadejos, uno blanco y uno negro, simbolizando el bien y el mal respectivamente. Ambos personajes parecen perros, son muy grandes, fuertes y peludos. Tienen la mayor parte del tiempo la lengua de fuera, y poseen grandes garras en las patas traseras, que hacen un ruido característico al caminar. Algunos afirman que son los huesos los que les truenan. Los cadejos nunca mueren.
Los cadejos son acompañantes nocturnos del hombre, no se cansan de caminar y desaparecen con el alba. El cadejo blanco es guía y guardián contra los espíritus burlones. El cadejo negro es en cambio, un espíritu maligno. Su aspecto es fiero y de sus ojos parece emanar fuego. Es enemigo declarado del hombre.
Cuando el cadejo negro aparece, el cadejo blanco se le interpone y lo distrae para que el hombre pueda huir. Sin embargo, dice la leyenda que el caminante debe permanecer en el de la contienda hasta el final de la pelea, para apoyar con su presencia a su protector.
LEYENDAS DEL SOMBRERÓN
Celina tenía los ojos negros y grandes y el pelo largo y ondulado. Todos la admiraban.
Un día, como a las seis de la tarde, aparecieron en la esquina de la casa de Celina cuatro mulas amarradas. Pasaron por allí dos vecinas y una de ellas dijo: "¡Qué raro! ¿No serán las mulas del sombrerón?". "¡Dios nos libre!" dijo la otra, y salieron corriendo.
A esa hora, Celina comenzaba a dormirse porque ya se sentía muy cansada. Entonces comenzó a oir una música muy bonita y una voz muy dulce que decía: "eres palomita blanca como la flor de limón, sino me das tu palabra me moriré de pasión"
Desde ese día, todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella escuchaba. Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana y cual siendo la sorpresa, ver a un hombrecillo que calzaba botitas de piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba con su guitarra de plata, frente a su ventana.
Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito. Ya no comía, sólo vivía esperando en momento de volverlo a escuchar. Ese hombrecito la había embrujado.
Al darse cuenta los vecinos, aconsejaron a los padres de Celina que la llevaran a un convento para poderla salvar, porque ese hombrecito era el "puritito duende". Entonces Celina, fue llevada al convento donde cada día seguía más triste, extrañando las canciones y esa bonita música. Mientras tanto el hombrecito se volvía loco, buscándola por todas partes.
Por fín la bella Celina no soportó la tristeza y murió el día de Santa Cecilisa. Su cuerpo fue llevado a la casa para velarlo. De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con gran dolor llagaba a cantarle a su amada: "ay...ay... mañana cuando te vayas voy a salir al camino para llevarte el pañuelo de lágrimas y suspiros"
Los que vieron al sombrerón cuentan que gruesas lágrimas rodaban mientras cantaba: "estoy al mal tan hecho que desde aquí mi amor perdí, que el mal me parece bien y el bien es mal para mi". Toda la gente lloraba al ver sus sufrimiento. Y cuentan que para el día de Santa Cecilia, siempre se ven las cuatro mulas cerca de la tumba de Celina y se escucha un dulce canto: "corazón de palo santo ramo de limón florido ¿por qué dejas en el olvido a quien te quiera tanto?"
Y es que se cuenta que el sombrerón nunca olvida a las mujeres que ha querido.
MAXIMÓN, SANTO PROTECTOR DEL LAGO
Cuenta la historia, que en Santiago Atitlán hace muchísimo tiempo, existieron unos “atitecos” provenientes del País del Agua, quienes eran capaces de profetizar y adivinar muchas cosas, pero sobre todo, la llegada de las lluvias.
Estos eran seis hombres que poseían poderes sobrenaturales muy extraños y mantenían inquietos a todos los pobladores de la región, quienes creían que eran seres malignos enviados por los españoles para controlar a la población.
Un día, se unieron para realizar cierto ritual sagrado para controlar el agua y vengarse de quienes habían traicionado a su pueblo y los habían mandado a un exilio forzoso a la tierra de Atitlán. Estos verdugos de los seis hombres eran los colonizadores españoles.
Estando a orillas del lago de Atitlán, realizaron su magia y la recién fundada ciudad de Guatemala asentada en el valle de Almolonga, fue reducida a escombros por una enorme torrentada de agua que estos señores enviaron para cobrar venganza.Desde entonces la paz se respiró nuevamente en la región sololateca de Atitlán, pues los seis señores demostraron que su intención era proteger sus tierras.
Estos hombres, iban muy seguido a la ciudad de Santiago de los Caballeros, hoy Antigua Guatemala ya que el lugar, era el mejor punto para poder comercializar sus cosechas. En uno de esos viajes de trabajo, a uno de los seis hombres le dijeron que su esposa se encontraba en su casa y que mantenía relaciones amorosas con otro hombre. El señor no se inquietó con la noticia y agradeció la información con un amigable saludo y un trago de ron.
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