Imperio Bizantino
Enviado por felipebenja • 17 de Mayo de 2013 • 3.721 Palabras (15 Páginas) • 691 Visitas
Imperio bizantino, parte oriental del Imperio romano que sobrevivió a la caída del Imperio de Occidente en el siglo V, su capital fue Constantinopla (la actual Estambul, en Turquía) y su duración se prolongó hasta la toma de ésta por los otomanos en 1453.
DEFINICIÓN
Imperio bizantino es el término historiográfico utilizado desde el siglo XVIII para referirse al Imperio romano de Oriente en la Edad Media. La capital de este imperio cristiano se encontraba en Constantinopla (en griego: ???sta?t????p????, actual Estambul), de cuyo nombre antiguo, Bizancio, fue creado el término Imperio bizantino por la erudición ilustrada.
En tanto que continuación de la parte oriental del Imperio romano, su transformación en una entidad cultural diferente de Occidente puede verse como un proceso que se inició cuando el Emperador Constantino trasladó la capital a la antigua Bizancio (que entonces rebautizó como Nueva Roma, y más tarde se denominaría Constantinopla); continuó con la escisión definitiva del Imperio en dos partes tras la muerte de Teodosio I , en 395, y la posterior desaparición, en 476, del Imperio romano de Occidente ; y alcanzó su culminación durante el siglo VII, bajo el emperador Heraclio I , con cuyas reformas (sobre todo, la reorganización del Ejército y la adopción del griego como lengua oficial), el Imperio adquirió un carácter marcadamente diferente al viejo Imperio romano.
A lo largo de su dilatada historia, el Imperio bizantino sufrió numerosos reveses y pérdidas de territorio, pese a lo cual continuó siendo una importante potencia militar y económica en Europa, Oriente Próximo y el Mediterráneo oriental durante la mayor parte de la Edad Media. Tras una última recuperación de su pasado poder durante la época de la dinastía Comneno , en el siglo XII, el Imperio comenzó una prolongada decadencia que culminó con la toma de Constantinopla y la conquista del resto de los territorios bajo dominio bizantino por los turcos, en el siglo XV.
Durante su milenio de existencia, el Imperio fue un bastión del cristianismo, y contribuyó a defender Europa Occidental de la expansión del Islam. Fue uno de los principales centros comerciales del mundo, estableciendo una moneda de oro estable que circuló por toda el área mediterránea. Influyó de modo determinante en las leyes, los sistemas políticos y las costumbres de gran parte de Europa y de Oriente Medio, y gracias a él se conservaron y transmitieron muchas de las obras literarias y científicas del mundo clásico y de otras culturas.
Constantinopla se convirtió en la capital del Imperio romano de Oriente en el 330, después de que Constantino I el Grande, el primer emperador cristiano, la fundara en el lugar de la antigua ciudad de Bizancio, dándole su propio nombre. De forma gradual la desarrolló hasta convertirla en una verdadera capital de las provincias romanas orientales, es decir, aquellas áreas del Imperio localizadas en el sureste de Europa, suroeste de Asia y en el noreste de África, que también incluían los actuales países de la península de los Balcanes, Turquía occidental, Siria, Jordania, Israel, Líbano, Chipre, Egipto y la zona más oriental de Libia.
Los investigadores lo han llamado Imperio bizantino según el antiguo nombre de su capital, Bizancio, o también Imperio romano de Oriente, pero para los coetáneos, y en la terminología oficial de la época, era simplemente Roma y sus ciudadanos eran romanos (en griego, rhomaioi). El griego era la lengua principal, aunque algunos habitantes hablaban latín, copto, sirio, armenio y otras lenguas locales a lo largo de su historia. Sus emperadores consideraron los límites geográficos del Imperio romano como los suyos propios y buscaron en Roma sus tradiciones, sus símbolos y sus instituciones. El Imperio, regido por un emperador (en griego, basileus) sin una constitución formal, lentamente formó una síntesis a partir de las instituciones tardorromanas, del cristianismo ortodoxo y de la cultura y lengua griegas.
ETAPA INICIAL
El Imperio bizantino El Imperio bizantino se desarrolló en los territorios del Imperio romano de Oriente después de que el Imperio romano de Occidente desapareciera en el siglo V. Las Cruzadas del siglo XI supusieron un gran esfuerzo para estas regiones y precipitaron su declive. Constantinopla, su capital, fue saqueada por cruzados venecianos en 1204, y conquistada por los turcos otomanos en 1453.
Constantino I estableció las bases de la armonía entre las autoridades eclesiásticas y las imperiales que duró a lo largo de la historia del Imperio. Éstas incluían la creación de un sistema monetario basado en el solidus de oro, o nomisma, que perduró hasta la mitad del siglo XII. La prosperidad comercial de los siglos IV, V y VI hizo posible el auge de muchas antiguas ciudades. Las grandes propiedades dominaban el mundo rural y aunque los elevados impuestos tuvieron como consecuencia el abandono de la tierra, la agricultura permaneció como la principal fuente de riqueza del Imperio. La Iglesia y la monarquía adquirieron vastos territorios, convirtiéndose de este modo en los mayores terratenientes del Imperio. Una rigurosa regulación imperial sobre la pureza y suministro de los metales preciosos, al igual que sobre la organización del comercio y la actividad artesanal, caracterizaron la vida económica.
Santa Sofía (Estambul) Santa Sofía (iglesia de la Santa Sabiduría) fue construida en Constantinopla (actual Estambul) entre los años 532 y 537 bajo los auspicios del emperador Justiniano I. La innovadora tecnología bizantina permitió a los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto diseñar una basílica con una inmensa cúpula sobre un espacio cuadrado y abierto. La cúpula original se cayó después de un terremoto y fue reemplazada en el año 563. Después de la conquista otomana en 1453, la iglesia se convirtió en mezquita. Hoy es un museo.
El emperador Justiniano I y su esposa, Teodora, intentaron restaurar la antigua majestuosidad y los límites geográficos del Imperio romano. Entre el 534 y el 565 reconquistaron el norte de África, Italia, Sicilia, Cerdeña y algunas zonas de la península Ibérica. Sin embargo, este esfuerzo, junto con los importantes gastos contraídos al construir edificios públicos e iglesias, como la basílica de Santa Sofía en Constantinopla, agotaron los recursos económicos del Imperio a la vez que distintas plagas diezmaron su población.
EL IMPERIO ASEDIADO
El Imperio sobrevivió a las migraciones e incursiones de los godos y de los hunos durante los siglos V y VI, y estableció una frontera razonablemente segura en el este frente al Imperio persa de los Sasánidas, pero no pudo recobrar y gobernar todo el Mediterráneo. Durante la segunda mitad del siglo VI, los lombardos invadieron y ocuparon de forma gradual
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