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Independencia De Estados Unidos


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  1.454 Palabras (6 Páginas)  •  273 Visitas

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DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA

Dada en el Congreso, el 4 de julio de 1776

Declaración unánime de los trece Estados Unidos de América

Cuando en el Curso de los acontecimientos humanos se impone que un pueblo rompa los lazos políticos que lo han unido a otro para ocupar entre las Potencias de la tierra el lugar de independencia e igualdad a que le dan derecho las Leyes de la Naturaleza y el Dios de esa Naturaleza, el debido respeto al juicio de la Humanidad exige que ese pueblo declare las causas que lo han inducido a la separación.

Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales, que todos son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales se encuentran al derecho a la vida, la libertad y la con¬secución de la felicidad. Que, para garantizar esos derechos, los hombres instituyen gobiernos que hacen derivar sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno tienda a destruir esos objetivos, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en los mencionados principios y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio garantice mejor su seguridad y felicidad. La prudencia aconsejará, en verdad, que por motivos leves y transitorios no deben cambiarse gobiernos desde largo tiempo establecidos; y en efecto, la experiencia ha demostrado que la humanidad está más bien dispuesta a sufrir, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia por si misma aboliendo las formas de gobierno a las cuales está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, que persiguen invariablemente el mismo objeto, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y procurarse nuevos guardianes para su seguridad futura. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas Colonias, y tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar sus anteriores sistemas de gobierno. La historia del actual Rey de Gran Bretaña es una historia de repetidas ofensas y usurpaciones, dirigidas todas ellas, sin excepción, al establecimiento de una Tiranía absoluta sobre estos Estados. Para probarlo, expondremos los hechos a la consideración de la honesta opinión mundial:

El Rey ha negado su aprobación a las leyes más favorables y necesarias para el bienestar público.

Ha prohibido a sus gobernadores la aprobación de leyes de la más urgente o inmediata necesidad, ordenándoles dejarlas en suspenso hasta que tengan su aprobación; y, una ves así suspendidas, se ha despreocupado totalmente de ellas.

Ha rehusado aprobar otras leyes para la ubicación de grupos numerosos de personas, a menos que sus pobladores renunciaran al derecho de hacerse representar en las legislaturas; derecho que es valiosísimo para el pueblo y temible sólo para los tiranos.

Ha convocado a los cuerpos legislativos para sesionar en lugares desusados, incómodos y alejados de los archivos de sus registros públicos, con el solo propósito de fatigarlos y predisponerlos a acatar sus pretensiones.

Ha disuelto reiteradamente las Cámaras de Representantes por haberse ellas opuesto, con viril firmeza, a sus atropellos a los derechos del pueblo.

Ha rehusado por largo tiempo, después de esas disoluciones, a proveer a la elección de otras; por cuya causa los poderes legislativos, respecto de los cuales es imposible la aniquilación, han retornado en general al pueblo para su ejercicio; el Estado, entretanto, permaneció expuesto a todos los peligros de una inva¬sión exterior y a convulsiones internas.

Ha procurado por todos los medios impedir la población de estos Estados; para lo cual ha obstruido la aprobación de leyes que permitiesen la naturalización de los extranjeros, ha rehusado aprobar otras que fomen¬tasen la inmigración hacia estas tierras y ha restringido la posibilidad de adjudicación de nuevas tierras en propiedad.

Ha obstaculizado la administración de justicia, negándose a aprobar leyes para el establecimiento de poderes judiciales.

Ha hecho que los jueces dependan de su sola voluntad, por la permanencia en sus cargos y por el monto y pago de sus honorarios.

Ha creado infinidad de nuevas oficinas, enviando enjambres de funcionarios que acosan a nuestro pueblo y menguan su sustento.

Ha mantenido entre nosotros, en tiempo de paz, ejércitos permanentes sin el consentimiento de nuestras legislaturas.

Ha impuesto su potestad para independizar la autoridad militar de la civil y aun colocarla por encima de ella.

Se ha coligado con otros para someternos a una jurisdicción extraña a nuestra constitución y desconocida por nuestras leyes, aprobando sus actos de pretendida legislación:

Para acuartelar entre nosotros grandes cuerpos de tropas armadas;

Para protegerlas, mediante remedos de juicios, del castigo por los asesi¬natos que pudieren cometer entre los habitantes de estos Estados;

Para interrumpir nuestro comercio con todas las partes del mundo;

Para imponernos tributos sin nuestro consentimiento;

Para privarnos, en muchos casos, de los beneficios del juicio por jurado;

Para transportarnos allende los mares a fin de que se nos juzgara por supuestos delitos;

Para abolir el libre sistema de las leyes inglesas en una provincia vecina, estableciendo en ella en gobierno arbitrario y extendiendo sus confines

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