LA ESCLAVITUD EN ROMA Ensayo
Enviado por BRYAN8A • 16 de Octubre de 2016 • Ensayo • 2.054 Palabras (9 Páginas) • 1.323 Visitas
[pic 1]
Disculpe, ¿Es usted un esclavo?; posiblemente esta interrogante lo desconcierte un poco, inclusive creería que estoy algo fuera de tiempo. Y es que ¿cómo sería posible que alguien hoy en día se atreviera a pensar en el cruel yugo de la sumisión? No al menos en nuestra nación libre y soberana, la cual es muy clara y lo indica afirmándolo en su Artículo 2°: “ESTA PROHIBIDA LA ESCLAVITUD EN LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. LOS ESCLAVOS DEL EXTRANJERO QUE ENTREN AL TERRITORIO NACIONAL, ALCANZARAN, POR ESE SOLO HECHO, SU LIBERTAD Y LA PROTECCION DE LAS LEYES” (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 2016) Nuestro mayor código nos externa pues que la acepción de la servidumbre esclava no cabe en nuestra idea como sociedad, al menos aquí en México pero… ¿es esto último cierto?; no pierda la atención querido lector pues retomaremos la pregunta más adelante. Actualmente tenemos conocimiento de países que si cuentan en su estructura social con esclavos, países que al menos en este último milenio no han desarrollado mucho su organización política, y cuando hablo de milenio me refiero también a que cuentan aun con ideas antiquísimas a nuestros ojos pero que para ellos es más que simple y común, tan común y natural como lo veían los antiguos Romanos, quienes nos apoyaran a entender esta percepción de la esclavitud.
Sabemos que dentro de un territorio existe por ende una población, el problema viene cuando analizamos quienes son los que conforman esa sociedad. Si le preguntáramos a un romano ¿Qué es una persona? Contestaría inmediatamente que todos los seres humanos, aquellos a los que sujetas derechos y obligaciones. Exactamente yo expresaría el mismo rostro de incógnita que hace ahora mismo usted querido lector, porque si es así como define a una “persone”, entonces ¿Dónde quedan los esclavos? La realidad es que también seguían siendo personas y tenían derechos, derechos por ejemplo como el que podían hacer juramentos a los Dioses (“votum”), y es que recordemos que lo sagrario era muy importante para los romanos y aún más el hecho de que debías de creer en algo, inclusive si eras una “res” (una cosa). ¿Podemos ser cosa y persona a la vez? Por supuesto que sí. Si al menos para el “ius gentium”. Hay que valorar el hecho de que los romanos se dieron al menos la tarea de justificar la esclavitud hasta en el ámbito jurídico. Incluso luego del cristianismo, siguió manteniéndose la esclavitud como institución, aunque mitigada en su rigor, pero reconocida como voluntad de Dios. Dijo San Agustín, que la esclavitud era el castigo que Dios imponía al pecado. Esto nos muestra lo imprescindible que era esta “clase” por así decirlo en el afán de argumentarlo y de no abandonar de ninguna manera la idea del “servus”. Y como no habían de hacerlo si era porque no decirlo, una fuerte base económica.
No ignoremos que si una característica tenían nuestros pasados Romanos era el ser muy estricto en clasificar a su comunidad, y como hasta entre esclavos hay clases podemos identificarlos en dos grupos: por un lado los que laboraban en las minas y el campo, esto en su mayoría en pie de un castigo o una pena y por el otro lado los que vivían en la ciudad y que hacían múltiples funciones: desde corredores de caballos hasta peinadoras de sus amas ricas. Podemos preguntarnos cuál era la diferencia entre estos dos grupos si al fin y al cabo no eran libres, pero la disyunción se encuentra en una concreta palabra: comodidad; porque aunque no libres no era lo mismo morir en la crueldad de la fabricación del acero a finiquitar su vida ya longevo luego de trabajar para un rico panadero y con la posibilidad de su liberación y hasta una herencia siendo ya libre. De hecho si lograba demostrar capacidad para administrar la panadería por ejemplo, este recibiría el “peculium” y enriquecer a su amo. Hubo quien llego a formar una fortuna con ello y llegar a ser más influyentes que sus amos. Sin embargo estas eran situaciones singulares y poco comunes, pues aunque mucho se ha hablado sobre la esclavitud y su condición a veces más afortunada y confortable que muchos plebeyos, la vida en esclavitud verdaderamente no era algo envidiable, igual de poco deseable como lo es en nuestra coetaneidad los 175 millones de pobres llenos de hambre, inseguridad, rechazo y múltiples limitantes, esto tan solo en América Latina, la cual es solo una fracción de esta división del Tercer Mundo impuesta por los líderes globales. Si analizamos la situación de la esclavitud en Roma la idea no esta tan descabellada y mucho menos fuera de nuestro contexto actual. Y es que dígame usted estimado leyente ¿Qué diferencia tiene la relación entre un “domino” y su “ancilla” con el dueño de una empresa y una de sus trabajadoras que gana menor sueldo que sus demás compañeros, trabaja 10 horas diarias con el sueldo mínimo y es madre soltera? Definitivamente varias podrá contestar, pero situémonos en los máximo de la analogía anterior y veremos que realmente no ha cambiado mucho; pues el horario de la mujer y su poca solvencia económica la lleva a poder ofrecerle pocas oportunidades a su retoño y provocando así que corra su vástago con el mismo azar. “Los hijos nacidos dentro del matrimonio siguen la suerte del padre, los fuera del matrimonio siguen la suerte de la madre”, al menos así lo dicta la consideración que los romanos tenían en el nacimiento como causa de esclavitud. ¿Le suena familiar lo anterior?
Todavía más en aquellas fábricas en las que le ofrecen al padre obligado en la necesidad un sueldo miserable en condiciones precarias y con horarios poco flexibles y horas extra que más que en la paga se vuelve “extra estrictas” a la hora de cumplir; y de alguna u otra manera el “pater familia” se ve forzado aceptar pues sabe que allá afuera el desempleo va en aumento y con ello la informalidad laboral con un 57.83% (Gómez Tamez, Alejandro, Empleo en México, El Financiero, 2016). El bloque capitalista y la globalización han sabido jugar muy bien sus cartas y han enmascarado de la mejor manera la sumisión en la que se encuentran 2/3 partes de la humanidad, algunas en más extrema explotación que otros, pero que de igual manera lo han justificado jurídicamente corrompiendo los derechos humanos y sobreponiendo un muy manipulado derecho laboral y agrario en que la iniciativa privada y el gobierno despótico han juagado a su favor de la peor manera. Y es que si has nacido pobre posiblemente morirás menos o más pobre, podrás dejar de serlo en algún momento tal vez, igual que como pudieron ser manumitidos muchos esclavos en la antigua Roma. La manumisión era el acto jurídico por el cual se le otorgaba la libertad a un esclavo, y es que aunque la concepción de esclavo podría parecer para toda la vida no siempre fue así, y el llegar a ser esclavo hasta la muerte se fue convirtiendo en una excepción. Existían distintas maneras de manumisión ya fuera en su inscripción en el censo, en un testamento, en una declaración frente a los amigos, siendo invitado a la cena, una carta del emperador que lo notificara, etc. Pero si el hecho de poseer un esclavo era realmente fortunio, ¿por qué lo dejarías libre? Los motivos eran bastantes, y es que hubo quien llego a tener una buena relación con su esclavo, algún otro lo volvió “liberto” viéndose en el problema de no poder mantenerlo más, pero como punto peculiar quiero compartirle otra razón: política. Y es que la Historia de la humanidad ha sido tan maniobrada por esta que incluso en Roma las familias dirigentes y ricas manumitían gran número de esclavos para que una vez libres y ciudadanos los apoyaran en los comicios y sus intereses políticos. Despensas, monederos naranjas, becas y cachivaches es con lo que compran los partidos hogaño a las familias más necesitadas. Pero no me mal interprete mi respetado lector, cualquier semejanza y parecido a la realidad es mera coincidencia.
...