LA EXPRESION DE LAS IDEAS
Enviado por beaju29 • 26 de Julio de 2013 • 4.751 Palabras (20 Páginas) • 415 Visitas
LA EXPRESIÓN DE LAS IDEAS DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO
La historia, al igual que el resto de las disciplinas sociales, permite al hombre obtener conocimiento sobre la realidad. Luis Villoro señala que ese conocimiento: "le otorga una orientación permanente y segura de sus acciones en el mundo".
La necesidad de dar una explicación a los fenómenos que se presentan en la realidad en que actúa el hombre, debido a las implicaciones que tienen para él, lo obligan a tratar de darles una explicación, de llenarlos de contenido lógico que les dé una coherencia y permitan garantizar cierto control sobre ellos.
Según la concepción positivista, el historiador estudia primero los documentos y a partir de ellos establece los hechos históricos, los ordena y después los expone en forma lógica y coherente. Las cualidades proclamadas del historiador deben ser la imparcialidad y la objetividad. Así, la historia tiene cierta apariencia científica. Las críticas que se han hecho de tal concepción y sobre todo las objeciones que se han puesto a su carácter falsamente científico son bastante conocidas para que sea necesario insistir.
La Historia de las Ideas se puede decir es la historia de los hombres, inmersos en el horizonte cultural de su tiempo, que deviene en ese pliegue que se constituye entre las ideas, la historia, los imaginarios sociales, los sentimientos, las representaciones colectivas, el arte, la filosofía, la ciencia y la vida cotidiana.
Analizar la historia de las ideas conduce a reflexionar acerca de la crisis de la idea moderna de historia, aquella que comprendía la historia como un proceso lineal, unitario, progresivo y necesario, que se desarrollaba en un tiempo homogéneo habitado por una esencia humana universal.
A fines del siglo XX la emergencia de los particularismos, la implosión del tiempo, el reconocimiento de las diferencias, la conciencia del azar y la incertidumbre, nos movieron a desnaturalizar los procesos históricos y a construir otras representaciones del pasado.
Según Villoro, la necesidad de comprender el presente es la que impele a los hombres a indagar en el pasado para la búsqueda de las respuestas:
“El estudio de la historia parte del presente, el presente plantea las interrogantes que incitan a buscar en el pasado. La historia intenta dar razón de nuestro presente concreto”.
Es posible abordar, entonces, la historia de las ideas, o historia de los sistemas de pensamiento, de las prácticas y formas de conocer, desde una perspectiva retrospectiva-prospectiva, haciendo referencia a las filiaciones, las influencias, las articulaciones entre las ideas, circulando libremente por los espacios y los tiempos, atisbando los bordes, entrecruzando filosofía, literatura, cine, pintura, universos existenciales, poniendo de manifiesto la multiplicidad de determinaciones y articulaciones recíprocas que sobre determinan los procesos del pasado
Interrogamos al pasado desde nuestra situación presente y todo conocimiento resulta, entonces, recortado y parcial en tanto subjetivo, elaborado desde una determinada perspectiva que no puede ser sino siempre ficcional. Al conocer construimos nuestro objeto a partir de un campo de relaciones, categorías, supuestos, intereses, compromisos y sentimientos en constante fluir
Al respecto Zizek afirma
“En cuanto entramos en el orden simbólico, el pasado está siempre presente en forma de tradición histórica y el significado de estas huellas no está dado; cambia continuamente con las transformaciones de la red del significante.
Cada ruptura histórica, cada advenimiento de un nuevo significante amo, cambia retroactivamente el significado de toda tradición, reestructura la narración del pasado, lo hace legible de otro modo, nuevo”.
El pasado nos interpela y nos ofrece permanentemente claves para pensar el presente. Al problematizar la historia de las ideas ponemos en cuestión la concepción moderna de historia y planteamos nuevas categorías para reflexionar acerca del pasado.
Liberada de las ideas de necesidad y desarrollo progresivo, la historia se ilumina al incorporar las categorías de genealogía y acontecimiento que nos permiten desnaturalizar lo establecido, poner de manifiesto la brecha entre lo instituyente y lo instituido y pensar alternativas al discurso hegemónico.
En consecuencia el sentido de la historia es azaroso pero no arbitrario, no está predeterminado por un principio o fundamento, sino que se construye a posteriori en un devenir que no puede ser ordenado ni conjurado.
Hoy se puede comprender la historia como un devenir de continuidades y discontinuidades, conflictos, rupturas, tensiones irresolubles y hegemonías entre fuerzas sociales y proyectos políticos en lucha, y no como un progresivo desarrollo hacia formas superiores de racionalidad, inscripto en una visión lineal del mundo que creó la ilusión de un universo dominable por una forma de razón que devino tele-tecno-científica y que, paradójicamente, se enfrenta hoy con una complejidad inabarcable, que requiere la presencia de otras lógicas para que al menos pueda ser problematizada.
Liberada de la necesidad de las leyes inexorables de la historia la comprensión del pasado se ilumina al incorporar las categorías de genealogía y acontecimiento.
Se Interroga al pasado desde la situación presente y todo conocimiento resulta, entonces, recortado y parcial en tanto subjetivo, elaborado desde una determinada perspectiva que no puede ser sino siempre ficcional. Al conocer construimos nuestro objeto a partir de un campo de relaciones, categorías, supuestos, intereses, compromisos y sentimientos en constante fluir.
En este sentido se puede señalar que toda historia es historia contemporánea y todo conocimiento del pasado una construcción. Esto explica que los mismos procesos e ideas sean significados de manera diferente en distintos contextos, que existan distintas lecturas de la Revolución Francesa, la Edad Media o las luchas entre unitarios y federales.
El pasado interpela y ofrece permanentemente claves para pensar el presente. Al problematizar la historia de las ideas se pone en cuestión la concepción moderna de historia y se plantean nuevas categorías para reflexionar acerca del pasado.
Liberada de las ideas de necesidad y desarrollo progresivo, la historia se ilumina al incorporar las categorías de genealogía y acontecimiento que permiten desnaturalizar lo establecido, poner de manifiesto la brecha entre lo instituyente y lo instituido y pensar alternativas al discurso hegemónico.
En consecuencia el sentido de la historia es azaroso pero no arbitrario, no está predeterminado por un principio o fundamento, sino que se construye a posteriori en un devenir que no puede ser
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