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LA GRAN DEPRESION DEL 2008


Enviado por   •  21 de Abril de 2014  •  2.809 Palabras (12 Páginas)  •  417 Visitas

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ENSAYO

De vuelta a la economía de la Gran Depresión

La economía del mundo no está en depresión; probablemente no caiga en una a pesar de la magnitud de la crisis actual. Sin embargo, aunque la depresión como tal no ha regresado, la economía de la depresión, es decir, la clase de problemas que caracterizaron a buena parte de la economía mundial en los años treinta, ha hecho una reaparición sensacional.

Hace quince años casi nadie creía que las naciones modernas se verían forzadas a soportar dolorosas recesiones por temor a los especuladores de moneda, ni que importantes países avanzados fueran incapaces de generar suficiente gasto para mantener ocupados a sus trabajadores y fábricas. La economía mundial ha resultado ser un lugar mucho más peligroso de lo que imaginamos.

¿Por qué se volvió el mundo así de peligroso? Más importante aun, ¿cómo podremos salir de la crisis actual y qué podemos hacer para evitar que tales crisis ocurran? En este libro he contado muchas historias. Ahora es el momento de exponer algunas lecciones.

¿Qué es la economía de la depresión? ¿Qué significa decir que la economía de la depresión ha regresado? Esencialmente significa que por primera vez en dos generaciones, unas fallas de la demanda en la economía –es decir, un gasto privado insuficiente que no utiliza la capacidad productiva disponible– se han convertido en una clara y patente restricción para la prosperidad de buena parte del mundo.

Nosotros, me refiero a los economistas, pero también a quienes formulan la política económica y el público informado, no estábamos preparados para esto. El conjunto específico de ideas tontas que ha reclamado el nombre de “economía de la oferta” es una doctrina excéntrica que tendría poca influencia de no ser por el atractivo que ejerce sobre los prejuicios de editores y hombres ricos. Sin embargo, en las últimas décadas el énfasis del pensamiento económico ha ido cambiando y ha dejado el estudio del problema de la demanda para concentrarse en la reflexión sobre el problema de la oferta.

El cambio fue en parte el resultado de disputas teóricas dentro de las ciencias económicas que, como ocurre con frecuencia, poco a poco se filtraron en forma algo confusa hacia una discusión más amplia. En resumen, la fuente de las disputas teóricas fue esta: en principio la caída en la demanda general se curaría a sí misma si los salarios y los precios cayeran rápidamente en vista del desempleo. En la historia de la deprimida cooperativa de niñeras, una manera de resolver la situación habría sido que el precio por cuidar niños durante una hora, en términos de cupones, cayera de tal manera que el poder adquisitivo de los cupones existentes hubiera aumentado y la cooperativa hubiera regresado al “pleno empleo” sin ninguna intervención por parte de su administración.

Esto no ocurre en la realidad o, si ocurre, toma mucho tiempo; sin embargo los economistas no se han podido poner de acuerdo en cuál es la razón precisa para que ocurra. El resultado ha sido una serie de amargas disputas académicas que han convertido el tema de las recesiones y cómo suceden en una especie de campo profesional minado que cada vez menos economistas se atreven a pisar. Y el público con razón ha concluido o bien que los economistas no entienden las recesiones o que los remedios del lado de la demanda están desacreditados. La verdad es que la antigua macroeconomía de la demanda tiene mucho que ofrecer en nuestros apuros actuales, pero a sus defensores les falta convicción mientras que sus críticos son intensamente apasionados.

Paradójicamente, si las debilidades teóricas de la economía sobre la demanda son una razón por la cual no estamos preparados para regresar a asuntos como la depresión, sus éxitos en la práctica son otra razón.

Durante décadas, mientras que los economistas discuten si la política monetaria en realidad se puede utilizar para sacar a una economía de la recesión, los bancos centrales han tomado la iniciativa. Y lo han hecho tan eficientemente que la idea de una caída económica prolongada debido a una demanda insuficiente se volvió inverosímil.

Con seguridad la Reserva Federal y sus contrapartes en otros lugares podían reducir las tasas de interés lo suficiente para mantener alto el gasto. Excepto en el muy corto plazo, entonces, la única limitación del desempeño económico sería la habilidad de una economía para producir

–es decir, un problema de oferta–.

Aun hoy, muchos economistas todavía piensan en las recesiones como un asunto menor y consideran su estudio un tema de dudosa reputación. (…)

Mientras tanto, en el corto plazo el mundo tambalea de una crisis a otra y todas ellas implican de manera crucial el problema de generar suficiente demanda. Japón desde comienzos de los años noventa en adelante, México en 1995, México, Tailandia, Malasia, Indonesia y Corea en 1997, Argentina en 2002 y casi todo el mundo en 2008, un país tras otro han venido experimentando una recesión que, al menos temporalmente, ha deshecho años de progreso económico y ha puesto al descubierto que las respuestas convencionales de la política económica parecen no tener ningún efecto. Una vez más el asunto de cómo mantener una demanda adecuada que haga uso de la capacidad de la economía se ha vuelto crucial. La economía de la depresión ha regresado.

Qué hacer: lidiar con la emergencia

Lo que el mundo necesita ahora es una operación de rescate. El sistema global de crédito está en estado de parálisis y la recesión global adquiere fuerza mientras escribo esto. La reforma de las debilidades que hicieron posible esta crisis es esencial pero puede esperar un poco. Primero tenemos que lidiar con el peligro claro y presente. Para hacer esto quienes formulan la política económica de todo el mundo necesitan hacer dos cosas: conseguir que el crédito fluya de nuevo y estimular el gasto.

La primera tarea es la más difícil de las dos, pero debe hacerse y pronto. Difícilmente pasa un día sin noticias acerca de un nuevo desastre ocasionado por el congelamiento del crédito. (…)

Lo que hay detrás del encogimiento del crédito es la combinación de una confianza reducida y de un capital diezmado en las instituciones financieras. Las personas y las instituciones, incluyendo las financieras, no quieren hacer negocios con nadie a menos que tengan un capital sustancial para respaldar sus promesas, y sin embargo la crisis ha agotado el capital de todos.

La solución obvia es colocar más capital. De hecho, esa es la respuesta estándar en una crisis financiera. (…)

Aunque se demoró en llegar, en parte gracias a la inclinación ideológica de la administración Bush, ahora está en curso un rescate

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