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LA MEDICINA Y LA SOCIEDAD CAPITALISTA


Enviado por   •  31 de Marzo de 2014  •  2.180 Palabras (9 Páginas)  •  507 Visitas

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MEDICINA Y SOCIEDAD CAPITALISTA

La enfermedad es correlativa al tipo de sociedad, tanto por las patologías que en ésta se desarrollan, como por el concepto mismo de patología y de enfermedad. Nuestra sociedad capitalista, en la que domina el valor de cambio, es decir que pone el trabajo y la producción al servicio de la valorización y no al servicio de las necesidades del hombre como parte de la naturaleza, va a generar sus propias patologías. Al ser considerados la naturaleza y el hombre sólo como fuente de valor, la generalización de la miseria, la radioactividad, la contaminación (del aire, agua, alimentos…), la actual aceleración de la vida cotidiana, etc., entrarán dentro del desarrollo lógico de esta sociedad y no sólo como excepción. Tal tipo de desarrollo provoca una serie de patologías propias como por ejemplo el sida, el cáncer, el stress, los desequilibrios psíquicos, etc. Están aún por ver las patologías que puedan derivarse de los últimos avances de la Técnica: los organismos genéticamente modificados (OGM), las plantas genéticamente modificadas (PGM), la nanotecnología (técnicas que trabajan la materia átomo a átomo: nanotubos de carbono, nanoláseres en los lectores de DVD…), la telefonía móvil, etc. con su impacto contra la salud. Por ejemplo las consecuencias de la inhalación de las nanopartículas de carbono dispersadas en el aire que pueden fijarse en los alvéolos pulmonares y provocar, como antes el caso del amianto, cánceres. Detrás de todo este desarrollo está el mercado y la valorización, y no cabe por tanto pensar que su rechazo ético prevalecerá sobre su desenlace mórbido; sabemos que hoy la Técnica se ha autonomizado y no atiende a otras instancias, como por ejemplo la ética, sino sólo al principio técnico: si algo se puede hacer se hará.

La enfermedad es concebida como la llegada de un agente patógeno que viene a dañar un órgano de un cuerpo entendido, a su vez, como la suma de órganos, especie de marioneta a reparar. La medicina, la institución médica, el cuerpo médico jerarquizado van a reparar este órgano (o recambiarlo), luchando contra la enfermedad, contra lo que dicen que la ha causado (virus, microbio, bacteria…), y desarrollando, en su contra, una de las mayores industrias: la hospitalaria, la farmacéutica, el enorme negocio con las patentes... En tal concepción de enfermedad, la morbilidad propia de nuestra sociedad capitalista antes apuntada queda pues fuera de la causa desencadenante de la enfermedad.

La curación se entiende igualmente dentro de la lógica de la valorización y por tanto contempla el cuerpo como fuerza de trabajo. Llevando hasta el extremo la irracionalidad del sistema capitalista, no se contempla la cura como un fortalecer el goce de vivir, sino como la restauración del cuerpo para arruinarlo de nuevo en el trabajo (cualquier tipo de trabajo); igual que fertiliza la tierra para hacerla más productiva y no para que coma más gente sino para que de más beneficio. Sanear rima con destrozar, contaminar, valorizar y esto es lo que se lleva a cabo con el sanear la tierra (fertilizantes que agotan la tierra, plantas genéticamente modificadas que matan, transgénicos, patentes, etc.), con sanear la empresa (hacerla más rentable para el accionista…), sanear el cuerpo (para hacerlo más útil para el trabajo…). En este mundo al revés, en nombre de la vida se generaliza la muerte (aumento del hambre, de las enfermedades...). El mismo sistema que contamina, que generaliza la pobreza… es pues el que desencadena la enfermedad y el que a continuación desarrolla la industria para paliarla (Valium contra el stress, Prozac para soportar una vida insoportable, etc.).

LA MEDICINA BAJO LA ÓRBITA DE LA VALORIZACIÓN

Una mirada a la actual medicina, lo más ingenua posible, no puede dejar de constatar la enorme industria que la contiene. Así la duda más cerrada sobreviene sobre el arte de curar desligado de la finalidad industrial del máximo beneficio; como la industria cultural, por ejemplo, que acaba con cualquier veleidad informativa para ser simplemente propaganda al servicio de la rentabilidad. Esto, claro está, es así en el límite, pues algo queda en ambas industrias de cura y de información, resto gracias al cual se sostienen. Si la tendencia del capital es reducir el valor de uso y aumentar el valor de cambio, siempre queda algo de valor de uso en la mercancía producida, como algo de cura queda en la industria médica o algo de información en la industria cultural.

Un respeto atávico a todo aquello que concierne a la vida y a la muerte, a las prácticas curativas y a sus expectativas, favorece la creación de un mito sobre la actual medicina alopática, que consiste en considerarla como un arte de curar por encima de todo. Pero una observación cualitativa y cuantitativa de este arte nos lo da a entender como una práctica (e ideología y propaganda) al servicio de la valorización: como industria (de la salud) propiamente, y como medio de facilitar el proceso de valorización (producción industrial o inmaterial y consumo) mediante la reparación de la fuerza de trabajo, objetivo no accidental o de añadido, sino

prioritario, o haciendo aumentar la producción, mediante la detección de enfermedades contagiosas, vacunación, técnicas de orientación profesional... Reparar el cuerpo para hacerlo útil al trabajo y al consumo es el objetivo primero de la medicina y del cuerpo médico. Acelerar el proceso de "curación" vía antibiótico en lugar de esperar el lento proceso de recuperación del propio cuerpo a través de sus defensas naturales (a través de la propia enfermedad). En la orientación del saber médico lo que prima es el aspecto económico: horas de trabajo perdidas, coste de las patologías, etc.

Otra cuestión es que tal saber se convierte él mismo en industria, hoy una de las industrias más desarrolladas. La industria farmacéutica es la segunda en EEUU, y marca con su lógica del máximo beneficio la vida en el planeta a través de los medicamentos cuyo campo de acción se amplía sin cesar y a través de las patentes, que aseguran su monopolio.

La medicina invade cada vez más campos: la escuela, la vida cotidiana, la salud. Así la industria farmacéutica, para optimizar sus ventas se dirige ahora a los sanos para decirles que están enfermos. Manipulando el concepto de salud inventan nuevas enfermedades: lo que siempre ha sido, por ejemplo, un niño más movido hoy es catalogado médicamente como con síntomas de hiperactividad, o a uno más tímido se le adjudica un trastorno de ansiedad. Y tal catalogación se hace imperativa a través del miedo que imparte: ¡si no se atiende a tiempo tal disfunción puede acarrear problemas graves! La medicina invade así la salud misma: siempre somos posibles enfermos y para descubrir

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