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LA NACION VS. LAS REGIONES


Enviado por   •  23 de Octubre de 2012  •  2.023 Palabras (9 Páginas)  •  1.910 Visitas

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Al analizar ciertos temas de la materia he podido comprender que una región no es solo el espacio geográfico que ocupa si no también todo lo que ocupa ese espacio es decir, las relaciones sociales, las formas de organización, valores, costumbres, etc. Por eso las lecturas siguientes nos pueden explicar algunos de los cambios que han surgido en nuestro País a través de los años y que nos permite analizar la situación actual. Tomando en cuenta de que la Nación, el estado y gobierno no son nociones distintas ya que en algún periodo en nuestro país existían elites que buscaban su beneficio pero no visto por el país sino de su región. Tomando en cuenta que México tiene una riqueza enorme por sus recursos naturales en especial el petróleo, siempre ha sido cuna de personas que vienen a instalarse a nuestro país, trayendo con ellos una serie de costumbres, que terminan mezclándose con la nuestra y sufriendo una modificación.

LA NACION VS. LAS REGIONES

Para consolidar el estado mexicano se tuvo que recurrir a la conjugación de los intereses locales con las naciones. Pese a las diferencias entre las clases dominantes, se coincidía en la necesidad de conformar un estado sólido y un espacio económico nacional, que permitiese a la nación integrarse a la lógica del capitalismo mundial.

La existencia de una sociedad regional constituye un marco y casi un instrumento de diversas clases sociales que han podido utilizar sucesivamente para sus fines políticos. En México la formación de regiones es producto de la historia nacional y no al revés, porque el centro político nació antes que su territorio.

La centralización de la vida nacional ha sido una manera de organizar el territorio. Constituye la imposición de una opción de organización social y política, entre otras posibles y Durante siglos la ciudad de México tuvo un carácter rentista con relación a su territorio; su producción manufacturera fue notoriamente escasa en relación a su tamaño y se orientó fundamentalmente a su propio consumo. Como quiera, bajo el impulso de sus funciones administrativas, políticas militares, religiosas y comerciales, la cuidad se convirtió en la más importante de América.

En la época de gobierno de Don Porfirio se demando la unificación política y económica nacional, la expansión capitalista de los países metropolitanos y la conformación de un mercado mundial, implicaron la necesidad de institucionalizar la vida económica y política de los países periféricos para hacer posible la explotación y transferencia eficiente de los recursos naturales desde nuestros países. Ambos procesos coinciden en una misma necesidad: la formación de un estado y un espacio económico unificado.

Los proyectos de ferrocarril existían de los años treinta y los clamores por un país pacificado son permanentes al o largo del siglo XIX. Sin embargo, cada vez era más claro que la implementación de dichos proyectos tenían como condición necesaria la formación de un Estado capaz de dar una dimensión nacional a los procesos económicos y políticos del país. Estos procesos tendrán dos consecuencias: la emergencia de una nueva regionalidad y la despolitización de las identidades regionales.

El porfiriato nació como una forma de solución del conflicto entre oligarquías regionales y dirigentes nacionales. Las elites locales no se vieron en la necesidad de movilizar sus fuerzas contra el centro, como lo habían hecho antes. De alguna manera las élites vieron en el régimen porfirista la expresión de sus propios intereses, y así constituir una constelación de alianza, la política resultante fue un haz de impulsos de unificación e identidad nacional.

La centralización de la sociedad mexicana fue un proceso lento y conflictivo, no exento de choques frontales. La creación de un espacio político y económico unificado requirió, de la supresión de aduanas interiores.

Entre 1821 y 1855 la capital creció igual o menos que la población del país, y muchos menos que la población rural. Lo cual revela hasta qué punto la capital y su crecimiento dependen de la naturaleza de sus funciones políticas. El periodo de marras se caracterizó por la fragmentación política regional y el debilitamiento de la centralidad de la capital. Pero a partir del porfiriato, la ciudad volvió por sus fueros en la medida en que las élites públicas y privadas de la capital volvieron a controlar los procesos políticos y económicos del país.

La revolución de 1910- 1917 destruyó el sistema político porfirista central disolviendo las redes de articulación que definían las relaciones entre los poderes locales y el estado nacional.

Los grupos revolucionarios recurrieron a la movilización popular para quebrar la base de poder de las élites locales. El agrarismo y la sindicalización proporcionaron una base social para los proyectos de recambio político regional.

La clave para entender estos fenómenos reside en la sociedad nacional, en las necesidades del centro, bajo cuya lógica se organiza la estructura de los sistemas políticos locales. Pero el poder central no constituye un entidad especifica o una fuerza política univoca y homogénea.

El control y dirección de los impulsos políticos procedentes del centro reside, en términos últimos, en el presidente y se ubican en el marco de la estrategia económica y política nacional. La interpretación e implementación de tales políticas se desgrana en una constelación de grandes agencias con diversos grados de interés sobre las distintas regiones del país. El presidente desempeña un papel indirecto e impersonal, excepto en coyunturas especificas ya sea por la significación de un hecho político o por la magnitud de un proyecto de inversión.

Identidad, etnia y nación

La etnia no tiene espacio especifico en la conciencia de los supuestos individuos étnicos, que sus formas de agrupación y manifestación se refieren de manera significativa y concreta a considerarse comunidades campesinas indias.

Las formas de identidad en la etnias se muestran como formas de identidad cuando hayan alcanzado concreción en lo real, cuando hayan generado pertenencia y exclusión, cuando hayan alcanzado identidad; hoy solo son el deseo de algunos líderes, la voluntad del estado y las interminables discusiones de los antropólogos que les dan existencia.

La identidad nacional es uno de los niveles de la identidad y es diferente a los niveles de etnia, región o clase. En la medida de que es una identidad obligatoria, es un nivel de identidad que queda codificado en la nacionalidad. Estaa

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