La Antigua Guatemala
Enviado por g.enrik_00 • 21 de Mayo de 2014 • 3.697 Palabras (15 Páginas) • 275 Visitas
La Antigua Guatemala (Patrimonio Cultural)
Esta exposición sobre La Antigua Guatemala, ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1979, continúa la serie que el Centro Virtual Cervantes viene realizando con el ánimo de difundir la riqueza y variedad de la cultura hispánica que compartimos. Destacan en esta, como en las otras ciudades, los valores arquitectónicos y monumentales, tanto precolombinos como hispánicos, así como el patrimonio artístico y literario, y el paisaje urbano y natural.
Con su trazado reticular, Antigua escenifica asimismo un contraste interesante entre un diseño de linaje occidental y los espacios fractales que impone la naturaleza. Fundada con el nombre de Santiago de los Caballeros de Guatemala, el subsuelo se ha encargado de contradecir en el pasado la obra de cuantos quisieron engrandecer su esplendor. Flanqueada por los volcanes del Agua, del Fuego y Acatenango, ha padecido erupciones, tormentas de ceniza, flujos de lodo y terremotos que han ocasionado frecuentes estragos. Sin embargo, su imponente arquitectura barroca, la grandeza de sus edificaciones —restauradas o en ruinas— y el testimonio de sus cronistas señalan ese trayecto circular que es el tiempo mítico para dar cuenta de su eterna belleza, como lo hiciera Miguel Ángel Asturias en sus célebres Leyendas de Guatemala.
El paseo que aquí se propone se inicia en el centro de la ciudad y ofrece una amplia perspectiva en el tiempo y en el espacio. Abarca desde los más importantes monumentos del casco urbano central, hasta los magníficos parajes naturales de los alrededores, e incluye la imponente topografía volcánica de Centroamérica. Además, se presenta una completa información sobre los artífices, los cronistas, los eruditos, los gobernantes, los religiosos y los escritores que nos dejaron testimonio de su belleza.
La Antigua en la historia
Fue en diciembre de 1523 cuando Pedro de Alvarado llegó de México, al frente de su ejército, con el propósito de conquistar Guatemala. Como había sucedido en otros lugares, la rivalidad entre distintas comunidades locales resultó extremadamente útil a la hora de dominar el territorio. Culminando la aventura, lo que cabría llamar primera capital guatemalteca fue fundada sobre el radio de Iximché, a la sazón capital del dominio cakchiquel.
El emplazamiento, demasiado provisional como para recibir el nombre de pueblo, fue establecido el 25 de julio de 1524, y bajo la advocación del santo del día, recibió el sonoro nombre de Santiago de los Caballeros, evocativo de una cruzada guerrera, propia de la nobleza cristiana. No hay duda de que esta transposición del ideal caballeresco a la crónica de Indias halla su más justo reflejo en Bernal Díaz del Castillo, soldado e historiador, casado en Antigua con Teresa Becerra y fallecido en Guatemala el 3 de febrero de 1584.
En su poderoso y violento avance, las tropas españolas exploraron la región cakchiquel, a la búsqueda de un espacio mejor donde localizar ese poblado principal, que habría de ser núcleo de una ulterior expansión. Para decepción de todos ellos, no hallaron riquezas mineras y tampoco fueron esperanzadores los primeros contactos con la población, que pronto hostigó a los recién llegados. Finalmente, al ganarse con su trato no poca desconfianza de los naturales del país, los hombres de Alvarado tuvieron que enfrentarse a una hostilidad que se prolongó, básicamente, hasta noviembre de 1526, aunque los años de la rebelión cakchiquel transcurren entre 1524 y 1530. En apariencia, el conquistador había fundado Santiago en Iximché
Tradiciones y Costumbres
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En La Antigua de nuestros días, la fiesta y la feria se enuncian como costumbre, y pasan a primer plano según un calendario fijo, cuyo orden y detalle tomamos de Elizabeth Bell (La Antigua Guatemala: La ciudad y su patrimonio, Impresos Industriales, 1999, pp. 174-183). El día de Corpus Christi es una fecha piadosa en que sale del templo el Santo Sacramento, animándose la gastronomía local con recetas como el pepián. El 25 de julio, día de Santiago Apóstol, los antigüeños festejan a su patrón con desfiles cívicos, concursos y procesiones que deparan momentos de fervor popular. Un día antes, los gigantes y cabezones pasean por las calles al son de la marimba, cumpliendo con ello un rito que cuenta con numerosas equivalencias en España.
El 29 de julio, San Cristóbal, la pirotecnia cobra protagonismo y los taxistas conmemoran a quien es considerado patrón de los viajeros. El 15 de septiembre, Día de la Independencia, los antigüeños comparten con los demás guatemaltecos la fiesta de su emancipación, obtenida en 1821. El 1 de noviembre, Día de los Santos, vuelan los barriletes o cometas gigantes y multicolores, y el cementerio de San Lázaro acoge a las familias que adornan las tumbas de sus seres queridos. El 7 de diciembre, a las seis de la tarde, la quema del diablo inaugura el periodo navideño: arden frente a los hogares pequeñas cantidades de papel, desechos y madera —un rito al estilo purificador de las hogueras de San Juan—, estallan cohetes, petardos y buscapiés, y aparte de todo ello, acaso oponiendo un registro infernal a la bendición que se aproxima, los habitantes del barrio de la Concepción exhiben un demonio hecho de madera.
Con la Navidad, se abre un periodo de bullicio y alegría: a las doce del día 24 repican las campanas y la pólvora chispea. Un desfile de gigantes y cabezones, de ésos que concitan el humor y la sátira populares, parte de la Escuela de Cristo a las tres. Con ello se anuncia la procesión de la Virgen de la O, cuyo recorrido comenzará en dicha iglesia el día 25, a las cuatro de la tarde. A medianoche, cuando los católicos de diversos territorios acuden a la Misa del Gallo, los antigüeños celebran la Natividad colocando la figurita del Niño Jesús en los belenes. También entregan y reciben regalos, escogen el solaz del ponche y, ya puestos a apropiarse del ruido y de las centellas, disparan toda suerte de fuegos de artificio. Una vez llegados al día 25, los habitantes de Antigua asisten a la mencionada procesión de la Virgen de la O y, una vez más, adornan las calles y requieren el estruendo de la pólvora. Lo propio del 1 de enero, Año Nuevo, es que arda otra vez la pólvora y se saque en procesión al Niño Jesús. Para alegría de los más pequeños, el 6 de enero, Día de Reyes, se generaliza el intercambio de obsequios, en un vehemente alegato de prodigalidad y ternura. Con ello, tras el agolpamiento de imágenes, acaba la etapa navideña.
Además de todas estas celebraciones, la Semana Santa, portadora de intensas metáforas, también emociona a los lugareños y, por otro lado, configura un atractivo turístico
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