La China Poblana
Enviado por terminator2302 • 28 de Marzo de 2015 • 759 Palabras (4 Páginas) • 233 Visitas
Historia y leyenda de la china poblana
La legendaria "china poblana" fue un personaje histórico que vivió en la época colonial y cuya vida se pierde entre la realidad y la fantasía de una época en donde los milagros y las visiones estaban a la orden del día.
La esclava Mirra
La historia de la "china poblana" comienza cuando hacia 1621, el virrey marqués de Gélves expresó su deseo de tener a su servicio una joven chinita que fuese tan exótica en palacio como un papagayo en su jardín. Un mercader que trajinaba entre Acapulco y Manila, enterado de este capricho trajo en la Nao de China a una niña hindú de unos doce o catorce años. Sin embargo el mercader no entregó la joven al virrey sino que la vendió como esclava al rico capitán Miguel de Sosa, que vivía en Puebla de los Ángeles casado con Margarita de Chávez, y quien pagó diez veces más de lo que pagaría el marqués de Gélves. Gracias a la pareja Sosa llegó a conocerse el pasado de la muchacha.
Nace la princesa
La "chinita" se llamaba Mirra y había nacido princesa en las remotas tierras del Gran Mogol o Mogor, o sea la India. Así que aunque todos le decían "china" cariñosamente, porque así se usaba entonces decirle a la servidumbre femenina y joven, Mirra no era china sino indostana o india. En su tierra natal, cuando Mirra tenía diez años de edad, sus padres tuvieron que abandonar su ciudad y se fueron a vivir a un puerto cerca de los portugueses. Un día arribaron los piratas y la niña fue raptada y despojada de sus ricos vestidos y joyas y encerrada en una bodega. Así, de princesa pasó a ser esclava.
Rapto y viaje
Al llegar a Cochín, un estado al sur de la India, evangelizado por Francisco Javier, Mirra logró escapar y refugiarse en un misión de padres jesuitas que la cristianizaron y bautizaron con el nombre de Catarina de San Juan. Años más tarde, regresaron los piratas al subcontinente indostánico y, al reconocerla, volvieron a capturarla y la vendieron en Manila como esclava donde la entregaron al mercader que la llevó a la Nueva España.
Mirra en Puebla
El matrimonio poblano no tenía hijos y compraron a la chinita para adoptarla como hija, aunque siguió siendo esclava. Así, quedó en casa de los Sosa entre ahijada y sierva. Mirra (o Catarina) era bellísima, aprendió con sus padres adoptivos a hablar el español a cocinar y a hacer primorosas labores de aguja, pero se negó a aprender a leer y a escribir. Catarina se hizo muy popular por su belleza y manera muy peculiar de vestir, a la usanza hindú. Cuando salía a la calle siempre llevaba un manto que le cubría la cabeza y parte de la cara y doblándolo de mil formas distintas, como el sari de las mujeres en la India. Desde esta época, Catarina gozó de la piadosa estimación de buena parte de la sociedad poblana y contó con el apoyo de la prestigiada Compañía
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