La Decena Tragica
Enviado por marianate • 20 de Febrero de 2014 • 2.109 Palabras (9 Páginas) • 358 Visitas
La Decena Trágica
Lleva el nombre de "decena trágica" el lapso de diez días que va del 9 al 19 de febrero de 1913. Desde mediados de 1912 se fraguaba una conspiración en la que participaban elementos netamente conservadores. Los más conspicuos eran: Rodolfo Reyes, consejero político de su padre Bernardo Reyes; el general Manuel Mondragón, representante de Félix Díaz; el general Gregorio Ruiz, y Cecilio Ocón. Huerta permanecía al margen de ello, aunque los conspiradores intentaron atraérselo por mediación de su médico, Aureliano Urrutia, que era su consejero. El grupo se reunió en Tacubaya para planear el golpe de estado. El objetivo era liberar a los dos generales prisioneros, Reyes y Díaz, para utilizarlos como líderes del movimiento que tendría en el Ejército a su principal apoyo.
El 9 de febrero se sublevaron los alumnos de la Escuela de Aspirantes de Tlalpan y la tropa de un cuartel de Tacubaya. De aquí partieron dos columnas, una hacia Santiago Tlatelolco y otra hacia Lecumberri, donde libertaron a los militares traidores a la República. Reyes se dirigió al Zócalo, donde esperaba que la guarnición de palacio lo secundara. El general Lauro Villar, jefe de plaza, a la vista del enemigo ordenó el fuego, y prontamente sucumbió el jalisciense ex gobernador de Nuevo León. Por su parte, Félix Díaz se retiró a la plaza de la Ciudadela, donde estableció su cuartel. Entre tanto, Madero se hizo acompañar por una escolta de cadetes del Colegio Militar, de Chapultepec, al centro de la ciudad. Como Lauro Villar resultara herido, Victoriano Huerta fue nombrado jefe militar de la plaza.
Dado que había pocas fuerzas leales en la capital, el presidente ordenó la concentración de mayor número de tropas y se marchó al encuentro de Felipe Ángeles en Cuernavaca. Durante el viaje, en la Ciudad de México continuaron los combates. Henry Lane Wilson, junto con los ministros de España, Alemania e Inglaterra, se dirigió al secretario de Relaciones para preguntar si el gobierno podía ofrecer garantías a los extranjeros. Por otra parte, Félix Díaz conferenció con un representante de Huerta. A partir de este momento, Gustavo A. Madero confirmó sus sospechas de que Victoriano Huerta participaba en la conspiración.
Madero regresó de Cuernavaca con optimismo porque contaba con Felipe Ángeles y con Rubio Navarrete, habiéndose trasladado este último de Querétaro a la capital. El general Beltrán también se encontraba en México y entre todos cercaron al enemigo en la Ciudadela. Henry Lane Wilson siguió haciendo presiones diplomáticas ante el poco confiable secretario de Relaciones, Pedro Lascurain. Wilson amenazaba con responsabilizar al gobierno federal de cualquier daño causado a los extranjeros. Un grupo del Senado, en sesión privada, acordó pedir la renuncia de Madero y Pino Suárez. Wilson llegó a palacio con el ministro español Bernardo Cólogan y Cólogan, a los que Madero respondió que los diplomáticos no debían inmiscuirse enasuntos nacionales. Después de lo cual, Wilson y Von Hintze, el embajador alemán, trataron de hablar con Huerta, pero Madero sólo permitió que se hiciera en presencia de Pedro Lascurain.
En virtud de que la situación militar no avanzaba favorablemente al gobierno pese a la superioridad de sus fuerzas, Gustavo A. Madero hizo prisionero a Huerta. Cuando el presidente tuvo noticia de ello ordenó que el general Huerta fuera a defenderse de las acusaciones de Gustavo, quien hacía ver a Francisco que Huerta tramaba la derrota de sus propias fuerzas. Huerta juró fidelidad y el presidente reprendió a su hermano por impulsivo. Esto ocurría el 17 de febrero. En la Ciudad de México el número de decesos era ya considerable. El tránsito se había interrumpido en muchas calles y eran frecuentes los bombardeos, los cañonazos y las ráfagas de ametralladora. Por fin, el día 18 se celebró un pacto abierto entre Huerta y Félix Díaz, conocido como Pacto de la Ciudadela o Pacto de la Embajada, debido a que fue firmado en el local de la representación diplomática norteamericana, en presencia de Henry Lane Wilson. Antes de que esto aconteciera, Gustavo A. Madero fue hecho prisionero en el Restaurante Gambrinus, donde se le ofrecía una comida de despedida con motivo de su viaje a Japón. Conducido a la Ciudadela, fue entregado a la tropa que, en medio del más cruel salvajismo, lo sometió a las peores torturas y finalmente lo asesinó.
Por medio del Pacto de la Ciudadela, Huerta secomprometía a hacer prisionero al presidente y, enseguida, a desconocer al Poder Ejecutivo. La situación se resolvería nombrando presidente al propio Huerta, con un gabinete formado por Francisco León de la Barra, Toribio Esquivel Obregón, Manuel Mondragón, Alberto Robles Gil, Alberto García Granados, Rodolfo Reyes, Jorge Vera Estañol, David de la Fuente y Manuel Garza Aldape. La idea consistía en que Huerta fungiera como presidente provisional para que en las elecciones obtuviera el triunfo Félix Díaz. Al día siguiente, Madero y Pino Suárez se vieron precisados a presentar sus renuncias, las cuales fueron aceptadas, sólo con la oposición de unos cuantos diputados, por el Congreso, reunido en sesión extraordinaria. Huerta se había comprometido a entregar a Madero y a Pino Suárez, que permanecían en palacio. Los buenos oficios del embajador de Cuba, Manuel Márquez Sterling -uno de los pocos diplomáticos que no actuaron bajo la influencia de Wilson-, fracasaron y jamás pudo recibir a Madero y a Pino Suárez. Doña Sara, la esposa del presidente depuesto, solicitó la intervención de Wilson, pero éste alegó que no podía inmiscuirse en asuntos mexicanos. El Congreso nombró presidente a Pedro Lascurain, nada ajeno a la situación, quien duró cuarenta y cinco minutos en el cargo, para renunciar después de haber nombrado secretario de Gobernación a Huerta, que asumió el poder el 19 de febrero de 1913. Madero duró prisionero en palacio hasta el día 22, fecha en que seordenó su traslado a la Penitenciaria del Distrito Federal, pero fue asesinado, junto con Pino Suárez, antes de ingresar en ella. Al día siguiente, los habitantes de la capital se decían unos a otros: ya mataron a Madero', enfatizando el ya como algo que todos esperaban. Las palabras de Venustiano Carranza, cuando se celebraron los Tratados de Ciudad Juárez, habían resultado proféticas. La advertencia de los renovadores no logró hacer reaccionar al presidente idealista.
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La Decena Trágica fue un periodo de poco más de diez días en el que un grupo de sublevados se levantaron en armas contra el gobierno de Francisco I. Madero.
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