La Democracia En Venezuela
Enviado por albertoherrera • 5 de Marzo de 2012 • 3.465 Palabras (14 Páginas) • 921 Visitas
La Democracia en América Latina
La suerte de la democracia como régimen político depende de un número relativamente limitado de variables, aunque las modulaciones y las peculiaridades de cada lugar incorporen variaciones infinitas. Como en la literatura, donde los libros pueden contarse por millones, pero los relatos, en esencia, son poco numerosos; en la vida política de los países la suerte de la democracia se vincula al destino de pocas variables. Este artículo pretende examinar las variables que consideramos centrales para el destino de la democracia en América Latina, su probable evolución, y el efecto de estas posibles variaciones en la resultante final, en el plazo de la próxima década.
Los sujetos de la democracia: instituciones e individuos.
Es habitual en las Ciencias Sociales, cuando se trata de analizar o explicar ciertos fenómenos, optar por algunas variables a las cuales se atribuye un peso explicativo relativo mayor, y dejar de lado otras. Esto es justo, porque la selección sistemática e indiscriminada de posibles causas directas o indirectas de un fenómeno nos llevaría, irremediablemente, a la Historia Universal. En este artículo vamos a seleccionar las variables que nos parecen más relevantes para el destino de la democracia en América Latina. Para eso nos ocuparemos de evaluar las variables seleccionadas por diferentes corrientes de análisis y vamos a postular la importancia de otras que todavía no han sido recogidas en la literatura de la teoría democrática, pero que surgen, cada vez con mayor nitidez, como condicionantes del destino de la democracia en nuestro continente.
En principio tomaremos en cuenta las variables incorporadas al análisis por los institucionalistas y neo-institucionalistas, que jerarquizan el peso de las instituciones y reglas de juego en la suerte de las democracias. Pero, principalmente, trataremos de desentrañar las lógicas de acción de los individuos, integrantes de las sociedades y de las élites, que consideramos como los sujetos centrales de los regímenes políticos democráticos en América Latina.
De esta manera construiremos un escenario de observación donde podamos ver el peso de reglas, instituciones y procedimientos de funcionamiento de la democracia y también las necesidades de los individuos, y cómo la democracia, u otros conceptos políticos rivales, pueden ofrecer satisfacción a las necesidades de esos individuos.
Como tesis de este análisis proponemos que la suerte de la democracia en América Latina depende, primariamente, del grado por el cual este tipo de régimen garantice ciertos derechos elementales de los ciudadanos: trabajo, alimentación, salud, educación, seguridad o integración a la sociedad. De manera secundaria, su consolidación y su eficiencia consideramos que se vincula al buen funcionamiento de sus instituciones políticas y al comportamiento democrático de sus élites.
Entre las variables del primer tipo seleccionamos, en principio, el grado de exclusión social. Si mantenemos el actual grado de exclusión y marginalidad en las sociedades latinoamericanas, o si ésta aumenta, la democracia se reducirá de manera sensible, dando paso a las múltiples formas de autoritarismos o neoautoritarismos que, ya en el presente, han surgido o comienzan a surgir en el continente.
Otros dos factores sociales son de primera magnitud explicativa en el destino de la democracia: el desempleo y la seguridad ciudadana. Con muy altos índices de desempleo, marginalidad y ampliación de los niveles de pobreza, especialmente si se producen cambios de registros abruptos y negativos, se abren las puertas a estallidos sociales de resultados lesivos a la estabilidad de las democracias. La ausencia de seguridad, especialmente a través de la violencia anómica u organizada, sea por el hampa, narcotráfico o por organizaciones de guerrilla, legitima las formas violentas de cambio o de control social y las alternativas antidemocráticas de dominación.
Entre las variables institucionales de la democratización deben figurar, en primer término, las técnicas electorales que aseguren la pureza del sufragio. Mientras existan técnicas que dejen abiertas las puertas al fraude electoral, al engaño y a la estafa de la voluntad de los ciudadanos, la democracia no existirá, o no existirá como régimen consolidado. Es probable que la extraña definición de las últimas elecciones norteamericanas abra un importante espacio de debate para el mejoramiento de estas técnicas. También sería importante, a la luz de esta experiencia, que los países latinoamericanos dejaran por un momento la costumbre de mirar a los Estados Unidos como ejemplo de democracia, y observen las técnicas desarrolladas por otros países latinoamericanos que aseguran una limpieza, pureza y sinceridad practicamente absoluta del voto.
Consideraremos también otras variables institucionales. La adecuación entre sistemas de partidos y sistemas de gobierno, señalada por los institucionalistas, tiene un cierto valor predictivo del posible éxito o fracaso de las democracias de nuestro continente.
Por último retendremos otro conjunto de variables concernientes a los comportamientos de las élites políticas. Ningún diseño institucional funciona bien si las élites políticas no tienen un comportamiento democrático, que circule dentro de ciertos umbrales de aceptabilidad. La estabilidad democrática depende de ciertos comportamientos tales como el consenso en torno a las reglas de juego políticas, tolerancia, negociación, compromiso, pragmatismo. Muchas veces estos comportamientos son aprendidos o reaprendidos a partir de experiencias traumáticas, mediante un proceso que se instala en la memoria de las élites y de las sociedades en los diferentes países.
Lejos de los ojos, lejos del corazón. La democracia a domicilio.
Longe dos olhos, longe do coraçao, dicen en Brasil. Lo que no se ve, lo que no está presente en la vida cotidiana, no se quiere. Es imposible que la democracia se quiera, se valorice y se defienda si no llega a la casa de las personas mejorando sus condiciones de vida.
La suerte de la democracia, con su itinerario de éxitos o de fracasos, está directamente vinculada a la capacidad de este régimen político de satisfacer ciertas demandas básicas de los individuos que componen las sociedades. Esta precondición de la vida democrática ha sido, sin duda, percibida por los organismos internacionales orientados al desarrollo como el BID o el PNUD, los cuales promueven políticas sociales tendientes a reducir la pobreza, medida en términos de necesidades básicas insatisfechas. Ciertas limitaciones de estos programas y de las políticas sociales que se implementan
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