La Dominacion Masculina
Enviado por Saraitato • 23 de Marzo de 2013 • 14.572 Palabras (59 Páginas) • 620 Visitas
Pierre Bourdieu
La dominación masculina
Traducción de Joaquín Jordá
EDITORIAL ANAGRAMA
BARCELONA
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Titulo de la edición original: La domination masculine
© Éditions du Seuil
París, 1998
Diseño de la colección:
Julio Vivas
Ilustración: «Minotauro disfrazado», Subirá-Puig, 1999
cultura Libre
© EDITORIAL ANAGRAMA, S.A., 2000
Pedro de la Creu, 58
08034 Barcelona
ISBN; 84-339-0589-9 Depósito Legal: B, 716-2000
Printed in Spain
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PRÓLOGO A LA EDICIÓN ALEMANA
LA ETERNIZACIÓN DE LO ARBITRARIO
Este libro, en el que he podido precisar, apuntalar y corregir mis análisis anteriores
sobre el mismo asunto apoyándome en los numerosísimos trabajos dedicados a las
relaciones entre los sexos, pone en cuestión explícitamente el tema, obsesivamente
evocado por la mayoría de los analistas (y de mis críticos), de la permanencia o del
cambio (realizados o deseados) del orden sexual. Es, en efecto, la introducción y la
imposición de esta alternativa ingenua e ingenuamente normativa lo que conduce a
percibir, contrariamente a cualquier evidencia, la verificación de la constancia relativa de
las estructuras sexuales y de los esquemas a través de los cuales son entendidas como
una manera condenable e inmediatamente condenada; falsa e inmediatamente refutada
(al recordar todas las transformaciones de la situación de las mujeres), de negar y de
condenar los cambios de esta situación.
A esta cuestión debemos oponer otra, más pertinente y sin duda también, en mi
opinión, más urgente políticamente: si bien es cierto que las relaciones entre los sexos
están menos transformadas de lo que una observación superficial podría hacer creer y
que el conocimiento de las estructuras objetivas y de las estructuras cognitivas de una
sociedad androcéntrica especialmente bien conservada (como la sociedad cabileña, tal
como yo pude observarla a comienzos de los años sesenta) ofrece unos instrumentos
permanentes para entender algunos de los aspectos mejor disimulados de lo que son
estas relaciones en las sociedades contemporáneas más adelantadas económicamente,
hay que preguntarse, en efecto, cuáles son los mecanismos históricos responsables de la
deshistoricización y de la eternización relativas de las estructuras de la división sexual y
de los principios de división correspondientes. Plantear el problema en estos términos
significa avanzar en el orden del conocimiento que puede estar en el principio de un
progreso decisivo en el orden de la acción. Recordar que lo que, en la historia, aparece
como eterno sólo es el producto de un trabajo de eternización que incumbe a unas
instituciones (interconectadas) tales como la Familia, la Iglesia, el Estado, la Escuela, así
como, en otro orden, el deporte y el periodismo (siendo estos conceptos abstractos
simples designaciones estenográficas de mecanismos complejos que tienen que
analizarse en algún caso en su particularidad histórica), es reinsertar en la historia, y
devolver, por tanto, a la acción histórica, la relación entre los sexos que la visión
naturalista y esencialista les niega (y no, como han pretendido hacerme decir, intentar
detener la historia y desposeer a las mujeres de su papel de agentes históricos).
Contra estas fuerzas históricas de deshistoricización debe orientarse
prioritariamente una empresa de movilización que tienda a volver a poner en marcha la
historia, neutralizando los mecanismos de neutralización de la historia. Esta movilización
típicamente política que abriría a las mujeres la posibilidad de una acción colectiva de
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resistencia, orientada hacia unas reformas jurídicas y políticas, se opone tanto a la
resignación que estimula todas las visiones esencialistas (biologistas y psicoanalíticas) de
la diferencia entre los sexos como a la resistencia reducida a unos actos individuales o a
esos happenings discursivos constantemente recomenzados que preconizan algunas
teorías feministas: rupturas heroicas de la rutina cotidiana, como los parodie
performances, predilectos de Judith Butler, exigen sin duda demasiado para un resultado
demasiado pequeño y demasiado inseguro.
Convocar a las mujeres a comprometerse en una acción política que rompa con la
tentación de la revuelta introvertida de los pequeños grupos de solidaridad y de apoyo
mutuo, por necesarios que sean en las vicisitudes de las luchas cotidianas, en la casa, en
la fábrica o en la oficina, hacer eso no es, como podría creerse, y temer, invitarlas a
aliarse acríticamente con las formas y las normas ordinarias del combate político, con el
peligro de encontrarse anexionadas o sumergidas en movimientos ajenos a sus
preocupaciones y sus propios intereses. Es desear que ellas sepan trabajar en inventar e
imponer, en el mismo seno del movimiento social, y apoyándose en las organizaciones
nacidas de la rebelión contra la discriminación simbólica, de las que son, junto con lo(a)s
homosexuales, uno de los blancos privilegiados, unas formas de organización y de acción
colectivas y unas armas eficaces, simbólicas especialmente, capaces de quebrantar las
instituciones, estatales y jurídicas, que contribuyen a eternizar su subordinación.
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PREÁMBULO1
Es indudable que nunca me habría enfrentado con un tema tan difícil de no
haberme visto arrastrado por toda la lógica de mi investigación. La verdad es que nunca
he dejado de asombrarme ante lo que podría llamarse la paradoja de la doxa: el hecho
de que la realidad del orden del mundo, con sus sentidos únicos y sus direcciones
prohibidas, en el sentido literal o metafórico, sus obligaciones y sus sanciones, sea grosso
modo respetado, que no existan más transgresiones o subversiones, delitos y «locuras»
(basta con pensar en el extraordinario acuerdo de millares de disposiciones -o de
voluntades— que suponen cinco minutos de circulación en coche por la plaza de la
Bastille o de la Concorde); o, más sorprendente todavía, que el orden establecido, con
sus relaciones de dominación, sus derechos y sus atropellos, sus privilegios y sus
injusticias, se perpetúe, en definitiva, con tanta facilidad, dejando a un lado algunos
incidentes históricos, y las
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