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La Educacion De Los Indigenas


Enviado por   •  8 de Marzo de 2014  •  2.171 Palabras (9 Páginas)  •  565 Visitas

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LA EDUCACIÓN DE LOS INDÍGENAS.

POLÉMICA EN TORNO DE LA LEY DE ESCUELAS

DE INSTRUCCIÓN RUDIMENTARIA (1911-1917).

Promulgada en junio de 1911 por el congreso federal, autorizo a establecer en la República escuelas para enseñar a toda la población, y principalmente a los indígenas, a hablar, leer y escribir el castellano y ejecutar las operaciones elementales de aritmética.

La ley fue objeto de fuerte críticas y dio origen a polémicas, reanimando viejas disputas, como la de la educación obligatoria, sacó a la luz asuntos candentes y controvertidos y mostró la percepción de autoridades, maestros y otros profesionistas sobre los indígenas.

EL LEGADO PORFIRISTA

En el siglo XIX la mayoría de los habitantes del campo, el 75% de la población del país, no asistía a la escuela, era analfabeta y una tercera parte de ésta no hablaba el idioma nacional, allegados a Díaz, Justo Sierra, realizaron esfuerzos en favor de una educación universal, lo que implicaba extender la enseñanza escolar a los pueblos indios. La propuesta sobre la obligatoriedad de la enseñanza y la aprobación de la ley en Puebla en 1883 originó debates en los que afloraron dudas sobre la conveniencia de escolarizar al indio. Sierra se aferró a la idea de llevar la educación a todos.

En los Congresos Nacionales de Educación de 1889 y 1890, tenían como propósito sentar las bases para la uniformidad educativa que se consideraba indispensable para la unidad nacional donde el indio fue señalado como uno de los obstáculos para ponerla en práctica.

Destacaban las diferencias raciales y se referían a ellos como “los rezagados en el camino de la civilización” y dudaban de su capacidad para asimilar la educación escolar.

Las recomendaciones de Sierra y del pedagogo Enrique Rébsamen para fundar escuelas y colonias infantiles en el medio rural fueron desatendidas. Mas sin embargo los congresos dejaron sentado el principio de una educación primaria gratuita y obligatoria.

Los primeros años del siglo XX aumentó la preocupación por los indígenas, víctimas constantes de despojos y hostilidades por parte del régimen. Educadores y científicos sociales reprobaron el maltrato que durante siglos habían recibido y clamaron por elevar su condición, calificada como “indigna”. Pues, para unos, era cuestión de justicia, para otros, una necesidad para el avance y la formación de un Estado nacional aunque los indígenas eran considerados, un obstáculo para el progreso y un elemento indispensable de éste.

En el III Congreso de Educación de 1906 varias voces denunciaron que “millones de hombres, en su mayoría pertenecientes a las razas valerosas, estaban sumergidos en las sombras por falta de escuelas” y, repitiendo el arraigado prejuicio de las elites urbanas de asociar la carencia de escolaridad del campesino e indígenas con barbarie, ignorancia o maldad, abogaron por “la dignificación de la raza” mediante la educación. De nuevo Justo Sierra, esta vez al frente de la Secretaría de Instrucción Pública

LA EDUCACIÓN DE LOS INDÍGENAS

La Secretaría de Instrucción Pública creada en 1905, hizo hincapié en que la integración del país requería cambiar la mentalidad del indígena por medio de una escuela “educativa” que cultivara todas las facultades del ser humano.

• La actitud de Sierra, mezcla de interés por los indios y menosprecio por sus manifestaciones culturales, lo hacía expresar la urgencia de transformarlos.

• Por su parte el subsecretario Ezequiel Chávez se pronunció en contra de una educación abreviada para los indios o desheredados y sugirió proporcionar a los niños alimentos y vestidos a precios mínimos.

Las preocupaciones, relegadas en el Congreso, reaparecieron en la Sociedad Indigenista Mexicana, creación del magistrado de la Suprema Corte de Justicia licenciado Francisco Belmar en 1910. . “Los indianistas”, tenían también una percepción de los indios: los veían

“sumidos en el marasmo y la barbarie”, lo que atribuían en buena medida a la opresión de blancos y mestizos, y al mismo tiempo reconocían sus aportes a la nación y su potencial para contribuir al desarrollo. Con actitud mesiánica la Sociedad emprendió una cruzada para la “regeneración“de la “raza indígena”. Sus acciones de debían basar en estudios “científicos” integrales sobre las diversas culturas y su premisa fundamental era la uniformidad lingüística.

La insistencia en el rezago del indio y el continuo señalamiento en que vivían, los filántropos intentaban superar posiciones racistas y atribuían el rezago a deficiencias culturales que según podían ser cambiadas por medio de escuelas que propiciaran la modificación de sus patrones de vida. Coincidiendo en que era su responsabilidad “salvar” a las etnias. Los integrantes de la Sociedad Indianista sugerían habilitar maestros viajeros que enseñaran el español, la lectura, la escritura y las cuatro reglas de aritmética; no faltó quien estuviera a favor de acostumbrar a los indios a usar pantalones y calzado, como signo de que se había levantado “esa raza”.

Porfirio Díaz y otros aplaudieron la “causa santa”, de luchar por la redención del indio, a quien tenían como, ignorante, atropellado por la superstición. Incluso auspiciaron el Primer Congreso Indianista en septiembre de 1910. Rechazando sus resoluciones y posteriormente acallaron a los indianistas.

El secretario de Educación Jorge Vera Estañol, expresaba prejuicios similares a los de sus contemporáneos, tomó la iniciativa de emprender su propia cruzada para instruir “a los que ignoraban el español y a todos los hombres de la República y preferentemente a los focos más oscuros de incultura e ignorancia”. Fue crítico de la educación superior. Sin embargo, repetía que el desconocimiento del español y el analfabetismo del 83% de la población eran sinónimos de “su civilización, desnudez de cultura, inconsciencia personal e insociabilidad”. Fue promotor, de la ley de Instrucción Rudimentaria que, a su modo, resolvería “el problema nacional de desarrollo intelectual de la inmensa población indígena condenada al ostracismo político por ignorar la lengua oficial y por falta de homogeneidad en sus hábitos con el resto del país”.

La nueva ley estipulaba que la instrucción se desarrollaría en dos cursos anuales, no sería obligatoria y no afectaría a las vigentes o futuras leyes de los estados, DF o territorios. Que la escuela estaría abierta a todos, sin distinción de sexo ni edades, se estimulando la asistencia con alimentos y vestidos a los educandos.

También contemplaba el nombramiento de instaladores que exploraran las regiones

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