La Era De La Revolución, Hobsbawm Capitulo 4
Enviado por meditrina • 28 de Septiembre de 2014 • 1.655 Palabras (7 Páginas) • 317 Visitas
La revolución francesa
(1)Si Inglaterra proporcionó la base de la Rev. Industrial, Francia lo hizo en la política. Entre 1789-1917, las políticas de todo el mundo lucharon ardorosamente en pro o en contra de los principios de 1789 o los más radicales de 1793. Proporcionó los programas de los partidos liberales, radicales y democráticos de la mayor parte del globo.
Ya entre 1776 y 1790 se produjo una serie de revoluciones democráticas, en EE.UU. Bélgica, Holanda; pero fue la francesa la que más consecuencias tuvo. Fue la única verdadera revolución de masas (hemos de saber que 1/5 europeos era francés…) y radical (tanto que los extranjeros revolucionarios que se le unieron fueron luego moderados en Francia). Al contrario que la Revolución americana, la francesa influyó en ámbitos geográficos muy distantes: afectó en Sudamérica y fue el primer gran movimiento de ideas en la cristiandad occidental que produjo algún efecto real sobre el mundo islámico –caso de la India y Turquía-.
En Francia, al contrario que en Inglaterra, el conflicto entre los intereses de antiguo régimen y la ascensión de las nuevas fuerzas sociales era peligrosamente agudo. Una monarquía absoluta, como la de Luis XVI, no aceptaría pequeñas dosis reformistas como las propuestas de Turgot. Hacía falta un gran cambio. La monarquía absoluta, no obstante, introdujo, por iniciativa propia a una serie de financieros y administrativos en la alta aristocracia, quienes fundían los descontentos de nobles y burgueses en los tribunales.
La nobleza se granjeó numerosos enemigos: no solo ocupaba los puestos más importantes del Estado, sino que tenía una creciente inclinación a apoderarse de la administración central y provincial. La mayoría de la gente eran gentes pobres o con recursos insuficientes, deficiencia ésta aumentada por el atraso técnico reinante. La miseria general se intensificaba por el aumento de la población. Diezmos y gabelas también contribuían a ello.
La revolución americana terminó con victoria para Francia, pero el precio fue demasiado alto: una bancarrota total. Aunque muchas veces se ha echado la culpa de la crisis a las extravagancias de Versalles, hay que decir que los gastos de la corte sólo suponían el 6% del presupuesto total en 1788. La guerra, la escuadra y la diplomacia consumían un 25% y la deuda existente un 50%. Guerra y deuda –la guerra norteamericana y su deuda- rompieron el espinazo de la monarquía.
La Revolución comenzó con la “Asamblea de notables” de 1787 y la convocatoria a Estados Generales de 1789. Todo comenzó como un intento aristocrático de retomar el control, pero fue un error subestimar al “tercer estado” con una crisis económica tan profunda, dejándolo a un lado en los órganos representativos. La Declaración de derechos del hombre y del ciudadano es un manifiesto contra la sociedad jerárquica y los privilegios, pero no a favor de una sociedad democrática. No se pedía el fin de los reyes ni la conformación de una asamblea representativa (podía haber intermediarios. Pero eso sí: la soberanía residiría en la “Nación” (vocablo importante). Esta identificación iba más allá del programa burgués, tenía un acento mucho más radical y peligroso para el orden social.
La crisis del trigo, que el pan duplicara su precio, el bandolerismo y los motines, hicieron de la Asamblea “del juego de pelota”, algo más revolucionario y crítico de lo que cabría esperar. La contrarrevolución hico a las masas de París una potencia efectiva de choque. La toma de la Bastilla fue el símbolo del final del Antiguo Régimen en Francia: 14-7-1789.
La revolución fue burguesa y liberal-conservadora. El tercer estado fue liberal-radical. Por momentos esta dicotomía oscilaba hasta que finalmente quebró. Algunos burgueses dieron un paso más hacia el conservadurismo, al ver que los “jacobinos” llevaron la revolución demasiado lejos para sus ideales. El tercer estado no quería una sociedad burguesa, que progresivamente adquiría tintes aristocráticos.
De los jacobinos, solo los sans-culottes tenían cierta iniciativa política. El resto, desarrapados y hambrientos eran incultos y seguían a líderes bien formados. Marta y Hébert defendían los interesas de la gran masa de proletarios, el trabajo, la igualdad social y la seguridad del pobre: igualdad, y libertad directa. Pero su utopía fue irrealizable y más fruto de la desesperación que de un plan bien trazado. Su memoria queda unida al jacobinismo, del que no siempre fue partidario.
II. Entre 1789 pocas concesiones se hicieron a la plebe, pero sus reformas fueron las más duraderas. Desde el punto de vista económico, las perspectivas de la Asamblea Constituyente eran completamente liberales: su política respecto al campesinado fue el cercado de las tierras comunales y el estímulo a los empresarios rurales; respecto a la clase trabajadora, la proscripción de los gremios; respecto a los artesanos, la abolición de las corporaciones.
La Constitución Civil del clero fue un mal intento, no de destruir el clero, sino de
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