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La Guerra De Los Cien años


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2013  •  2.068 Palabras (9 Páginas)  •  346 Visitas

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La Guerra de los Cien Años (en francés: Guerre de Cent Ans; en inglés: Hundred Years' War) fue un conflicto armado que duró en realidad 116 años (1 de enero de 1337 - 17 de octubre de 1453)9 10 11 12 entre los reinos de Francia e Inglaterra. Esta guerra fue de raíz feudal, pues su propósito no era otro que resolver quién controlaría las enormes posesiones de los monarcas ingleses en territorios franceses, ya que desde 1154, debido al ascenso de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou , al trono inglés. TuOrígenes del conflicto[editar · editar código]

La rivalidad entre Francia e Inglaterra provenía de los tiempos de la batalla de Hastings (1066), cuando la victoria del duque Guillermo de Normandía le permitió adueñarse de Inglaterra. Ahora los normandos eran reyes de una gran nación y exigirían al rey francés ser tratados como tales, pero el punto de vista de Francia no era el mismo: el Ducado de Normandía siempre había sido vasallo, y el hecho de que los normandos hubiesen ascendido al trono de Inglaterra no tenía por qué cambiar la sumisión tradicional del ducado a la corona de París.

Primeras escaramuzas[editar · editar código]

Enrique II Plantagenet

A mediados del siglo XII, los duques normandos fueron reemplazados por la dinastía Anjou, condes poderosos que poseían grandes territorios en el oeste y sudoeste de Francia. El rey angevino inglés Enrique II era de hecho más poderoso que su supuesto señor, el rey de Francia, porque gobernaba un imperio mucho más rico y productivo. En su lucha por limitar el poder de los soberanos ingleses, el rey de Francia Felipe Augusto apoyó la rebelión de uno de los hijos de Enrique II, Ricardo Corazón de León, que lo sucedió en el trono en 1189.

El Tratado de París[editar · editar código]

Artículo principal: Tratado de París (1259)

Enrique III (1207-1272), heredó el trono siendo muy pequeño, trajo consigo un período de zozobras y temores, que desembocó en el desfavorable Tratado de París en 1259. Enrique renunciaba formalmente a todas las posesiones de sus antepasados normandos y a todos los derechos que pudieran corresponderle. Esto incluía la pérdida de Normandía, Anjou y todas sus demás posesiones salvo Gascuña y Aquitania, que había heredado por vía materna. Estas dos regiones quedaban sometidas al homenaje, una especie de pago, renta o tributo que Enrique otorgaría al rey francés para conservarlas.

Eduardo I[editar · editar código]

Artículo principal: Eduardo I de Inglaterra

Eduardo, hijo de Enrique III, no se conformó con esta situación de sometimiento: construyó una base de poder militar y económico muy superior a la de su padre y quiso colocar de nuevo a su corona en una posición de fuerza en el continente. Inició hostilidades contra Francia (que duraron cuatro años: de 1294 a 1298) pero, más dedicado a consolidar su poder en el interior de la propia Inglaterra, no hizo nada más respecto de Francia. Cuando falleció, otro lapso de convulsiones azotó a Inglaterra. Una Escocia fuerte, motivada y organizada, líderada por Robert the Bruce, derrotó a los ingleses en varias ocasiones, matando al sucesor de Eduardo, Eduardo II, y logrando la ansiada independencia.

La Guerra de San Sardos y Eduardo III[editar · editar código]

Entre 1324 y 1325 se produjo una nueva guerra entre Inglaterra y Francia, conocida por los historiadores como Guerra de San Sardos por el poblado donde tuvieron lugar las principales acciones. La corona inglesa pasó pronto a manos de Eduardo III, que era sólo un niño, pero a pesar de todo no estaba dispuesto a dejarse vencer con tanta facilidad. El rey de Francia, Carlos IV murió, como sus antecesores, sin dejar heredero varón.

La maldición de los Capetos[editar · editar código]

Luis IX de Francia (San Luis)

La muerte de Carlos IV era el fin de la poderosa y prolongada dinastía de los Capetos. Había sido fundada por Hugo Capeto en 987, y había dado una larga serie de poderosos monarcas que incluía a Luis VI, Luis VII y Luis VIII, todos ellos comandantes en las Cruzadas.

Tras la muerte del rey siguiente, San Luis, orientador y capitán de la cruzada contra los cátaros, la dinastía Capeto tuvo aún otro poderoso rey: Felipe el Hermoso. Con él comenzó la decadencia: Felipe destruyó a la antigua y noble Orden del Temple, llevando al juicio y a la hoguera a muchos de sus dirigentes, en especial a su último Gran Maestre Jacques de Molay.

La tradición cuenta que De Molay, de pie sobre las llamas que lo consumirían, maldijo a Felipe el Hermoso, al Papa y a la familia Capeto, profetizando su pronta extinción y olvido.

En efecto, Felipe IV murió en 1314, en el curso del mismo año de la ejecución de los templarios. Tenía tres hijos. El mayor, Luis X el Obstinado, fue coronado en agosto de 1315 y murió a los pocos meses, mientras su esposa estaba embarazada. El niño recién nacido iba a ser coronado con el nombre de Juan I mas, en razón de su corta edad, recibió como regente al hermano mediano de su padre, Felipe. El pequeño murió siendo un bebé, por lo que se lo conoce como Juan el Póstumo. Así, su tío Felipe debió ser coronado de inmediato bajo el nombre de Felipe V el Largo. Este rey, aunque enérgico e inteligente, era débil de salud y falleció sólo cinco años después, dejando cuatro hijas que no podían heredar en virtud de la Ley Sálica que él mismo invocó para poder suceder a su sobrino. Le sucedió entonces el tercer hijo de Felipe el Hermoso (y por tanto hermano pequeño de Luis X y Felipe V): Carlos Capeto, que reinó bajo el nombre de Carlos IV.

La supuesta maldición de los templarios terminó de cumplirse el 1º de febrero de 1328 al fallecer este rey dejando sólo dos hijas (una póstuma) y ningún varón para heredar. En apenas 14 años, y luego de cuatro breves reinados, la dinastía de los Capetos se había extinguido.

La guerra[editar · editar código]

Entre los hijos de Felipe el Hermoso estaba Isabel (llamada la "Loba de Francia"), que era la madre de Eduardo III de Inglaterra. El joven rey, de tan solo dieciséis años, pretendió reclamar su derecho al trono de Francia apelando a esta circunstancia. Muertos sus tres tíos sin herederos, y muerto su primo siendo un niño, consideró que la corona francesa debía pasar a su madre y, a través de ella, a su propia testa. Aun así,

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