La Hegenomia
betaflor18 de Octubre de 2014
626 Palabras (3 Páginas)716 Visitas
- Hegemonía Española- Portugués Hasta el Tercer cuarto del siglo XIX
*Hegemonía Total
*Dominio Político
*Dominio Económico
*Dominio Cultural
2- Formas de dominación de los poderes español y portugués en la época del Siglo XIX
*En lo Político militar
*En lo económico
*En lo cultural
Desarrollo
1- Hegemonía Española- Portugués Hasta el Tercer cuarto del siglo XIX
En la segunda mitad del siglo XVI se produjo un cambio de orientación en las relaciones internacionales: el fin de las aspiraciones de unidad de la Europa cristiana y el surgimiento de los particularismos. La separación de la Casa de Habsburgo en dos ramas significó la formación de una política exterior específica de la Monarquía española y el sometimiento a aquélla de todos los Estados que la componían. En el Imperio, por la paz de Augsburgo de
1555 el emperador reconoció a los príncipes luteranos el derecho a su religión, con la obligación de los súbditos de acatar la de su soberano (cuius regio, eius religio), y la secularización de las propiedades eclesiásticas llevada a efecto por los príncipes hasta ese momento, pero vetándola para el futuro. Este acuerdo no sólo significó la aceptación de la división religiosa del Imperio, sino la del particularismo de sus Estados; y, por tanto, los Habsburgo de Viena se centrarán también en los intereses de sus Estados patrimoniales.
Por otro lado, se produjo un cambio en las relaciones de las principales Monarquías. Los largos años de lucha entre Francia y los Habsburgo darán paso a un respiro. Desde la paz de Cateau-Cambrésis de 1559, se inició un período de paz entre los viejos contendientes, que no reanudarán sus hostilidades hasta finales de siglo. Por el contrario, a la tradicional amistad anglo-española sucedió una enemistad irreconciliable en el terreno político, religioso y colonial, que no cesará hasta la desaparición del Imperio colonial español, ya en el siglo XIX.
Portugal y España se relacionan a lo largo de la época contemporánea
teniendo ambas una condición de partida común: la emergencia, el desarrollo y
la consolidación del nacionalismo en tanto ideología que habría de estructurar
la construcción del Estado. En ambos casos, la sustitución paulatina de las
estructuras de Antiguo Régimen guarda relación con los procesos liberales
europeos. En ambos, las condiciones de partida -la estabilidad política del
Estado, las carencias de las economías internas, el precario desarrollo de las
sociedades- son cuando menos difíciles. De tal modo que los procesos de
articulación del Estado unitarios,
centralizado y moderno son retos comunes a
las dos sociedades peninsulares.
Desde el optimismo liberal que insufla Europa, España y Portugal se
mantienen atentas a los conflictos consustanciales al establecimiento de los
regímenes liberales2, y se muestran temerosas del contagio de la revolución. EL Iberismo español de mediados del siglo XIX sigue, como el portugués, la estela de las corrientes románticas –movimientos panunionistas- que recorren Europa, haciendo de la configuración del Estado-Nación el objetivo de la
contemporaneidad. Por primera vez, las esperanzas depositadas en un posible
proyecto iberista corren paralelas a las fuerzas históricas que ven posible una
proyección descentralizada de España.
En el largo proceso de las décadas centrales del siglo XIX, Portugal
avanzará a mejor ritmo que España -sometida esta última a las emergentes
tensiones periféricas- en la consecución de una identidad nacional. Pero, a
diferencia de otras naciones del entorno, en las que las ideas se acompañan de
la política hasta hacer
...