La Historia Del Conocimiento
Enviado por florselene • 23 de Octubre de 2014 • 1.766 Palabras (8 Páginas) • 372 Visitas
La historia como conocimiento
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Henri-Irénée Marrou
Partiremos de una definición y nos preguntaremos: ¿Qué es la historia? Bien
entendido, esto no es más que un artificio pedagógico. Sería ingenuo imaginar que
una definición, elaborada por vía especulativa y planteada a priori, pudiese exprimir
de un modo satisfactorio la esencia, el quid sit, de la historia. No es así como
procede la filosofía de las ciencias, sino que parte de un dato, que es una
determinada disciplina ya constituida y, aplicándose a analizar el comportamiento
racional de sus especialistas, deduce la estructura lógica de su método. Las distintas
ciencias han ido desarrollándose, por lo general, a partir de una tradición empírica (la
geometría procede de la agrimensura, la medicina experimental de la tradición de los
curanderos, etcétera) antes de que el filósofo se pusiese a establecer su teoría sobre
ellas.
La sociología no constituye una excepción, sino una prueba suplementaria de
esta ley: su desarrollo se vio entorpecido más que favorecido por el cúmulo de
especulaciones metodológicas que Auguste Comte y Durkheim le ofrecieron a modo
de crisol.
De modo análogo, la historia existe; no pretendemos, en nuestro punto de
partida, definir la mejor historia que pueda concebirse como posible; tenemos que
constatar la existencia de nuestro objeto, que es ese sector de la cultura humana
explotado por un cuerpo especializado de técnicos, los historiadores; nuestro dato es
la práctica que competentes especialistas han reconocido como valedera. La realidad
de semejante dato no admite duda: es bien cierto que el cuerpo de historiadores se
halla en posesión de una vigorosa tradición metodológica que, para nosotros los
occidentales, comienza con Herodoto y Tucídides y se continúa hasta, digamos,
Fernand Braudel (por elegir una de las últimas "obras maestras" presentadas por un
joven valor
2
al veredicto de los miembros de la corporación). Una tradición bien
determinada: nosotros los del oficio sabemos perfectamente quiénes son nuestros
pares; quiénes, entre los historiadores de hoy o de ayer, cuentan con una labor
válida; quiénes, como se dice, "sientan cátedra", o quiénes, por el contrario, son
sospechosos de un comportamiento más o menos irregular... En una primera
aproximación, tal como conviene al punto de partida, esta realidad de la historia
solamente se halla delimitada a grandes rasgos y tiene que admitir, en cuanto a sus
1
En El conocimiento histórico, Barcelona, Idea Universitaria, 1999, pp. 23-40.
2
Escrito en 1953. Hoy diríamos Emmanuel Le Roy Ladurie (Les Paysans de Languedoc, 1966), en
espera de poder remitir a Paul Veyne.
fronteras, un margen más o menos elástico. Nuestra tradición metodológica no ha
cesado de transformarse: Herodoto, por ejemplo, hoy nos parece no tanto el "Padre
de la historia" como un abuelo que ha vuelto un poco a la infancia, y la veneración
que le profesamos por su ejemplo no está exenta de cierta sonrisa protectora. Si bien
respecto de Tucídides o Polibio reconoceremos que, en lo esencial su manera de
trabajar coincide con la nuestra, admitiremos que la historia verdaderamente
científica no acabó de constituirse hasta el siglo XIX, cuando el rigor de los métodos
críticos, puestos a punto por los grandes eruditos de los siglos XVII y XVIII, se
extendió desde el ámbito de las ciencias auxiliares (numismática, paleografía,
etcétera) a la construcción misma de la historia: strictiore sensu, nuestra tradición
sólo la inauguraron definitivamente B. G. Niebuhr y, sobre todo, Leopold von Ranke.
La misma imprecisión marginal rige en lo que respecta a la historia tal como
actualmente se practica: si bien no puede negarse que, a grandes rasgos, los
expertos están de acuerdo en el seno de la corporación, en poner en tela de juicio la
validez de sus investigaciones, este consensus no se da sin algunas disonancias y
sin que sea discutido a cada paso; si bien, con demasiada rigurosidad, los
especialistas descalifican de buen grado al "amateur", no dudan al mismo tiempo en
reprocharle su estrechez a la ciencia oficial. De hecho, el ámbito de la historia, el
terreno en que trabajan los historiadores, se halla ocupado por un equipo de
investigadores desplegados en forma de abanico.
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